Mi opinión es política sobre la política española actual. Carta abierta a un viejo compañero y amigo

Veamos: a mi no me convence ninguno de los Partidos del arco parlamentario institucional español: ni los «tuyos» ni los «míos» (de hecho, no tengo «míos», y probablemente, si te interpretó bien, tu tampoco tienes «tuyos»; pero, acordemos, si te parece, que valga como retórica de debate abierto).

Yo estoy, no sólo a favor de la amnistía a los politicos catalanes cuestionados por la España castiza y parte de la institucional, sino a que la misma no debiera haber sido necesaria porque el pueblo catalán, sin Estado nacional propio, a estas alturas de la historia, debería poder decidir, simple y llanamente, con libertad, justicia y en paz, si quiere seguir siendo «español» o desea formar un Estado nacional propio. Y lo mismo pienso para mí propio pueblo y país, los vascos, en plural diverso.

A partir de esto. Mi voto es «mercenario» interesado: yo voto y apoyo a aquellos que más y mejor se acercan a mi utopía o deseos politicos, que son, esquemáticamente: socialismo confederal, ecológico, feminista y autogestionario.

Los Partidos españoles, sólo se acercan, algo, a ello cuando el electorado contraria sus necesidades de acceso al poder institucional, político, del Estado y necesitan a los nacionalistas periféricos y a las izquierdas más allá del centrista PSOE. Más abierto y más próximo a mis querencia que las derechas, sobre todo si necesita los votos que le mueven algo hacia las izquierdas.

Pero, las derechas hispanas tienen un concepto del Poder y de las instituciones absolutamente patrimonial, heredado de ‘su’ historia española imperial y de las dictaduras y absolutismo monacal monárquico hasta antes de ayer: y, si, son nacionalistas, católicas, reaccionarias, conservadoras, antiprogresistas (poco inclinadas al riesgo y a la inversión cultural, científica e incluso tecnologica, rentistas, etc…), y son autoritarias, patriarcales, antiecologicas y básicamente a-sociales y aporafóbicas…

Jamás, jamás, apoyaré al capitalismo pero aún menos al español.

Por ello, aunque sea un interesado demagogo el Sr. Diputado del PSOE que argumenta en defensa de la amnistía, me cae infinitamente mejor que todos y cualesquiera entre los derechistas hispanos.

Y si, hay excepciones, conozco mas de seis y tengo amigos entre ellos…

Un abrazo, …..

@mikelorrantia 4/11/2023

HAMAS responde a los ataques israelíes con un ataque sorpresa a Israel que declara la guerra a los palestinos. Lo pagará muy caro Palestina, o lo que queda de ella…

En cuanto a mi, no me siento capaz con la información disponible, muy maleada de parte y otra, de emitir condenas genéricas rotundas e indiscutibles. Veamos:

HAMAS lanzó un ataque a sabiendas de que se desataría una guerra que, sin duda, ganaría Israel (es decir, Occidente pilotado por los USA) y acabaría en masacre generalizada de palestinos de toda edad y condición con pérdidas irreparables por ambos bandos…

HAMAS saldrá reforzada ante los propios palestinos, sobretodo los jovenes, desempleados, cercados, abandonados, asesinados, encarcelados, exiliados y «viviendo» en una inmensa prisión territorial (Gaza y Cisjordania).

Ningún dirigente árabe quiere mezclarse con los palestinos, excepto para utilizarles como carne de cañón por sus espurios intereses e intrigas.

En Israel, se verán reforzados los nacionalistas más reaccionarios y conservadores que buscan el exterminio, la expulsión y, en último término, apoderarse del territorio que aún resta en manos palestinas.

Perderán los israelíes progresistas que vienen buscando acuerdos de convivencia en paz y progreso social.

Y en general, pierden la cordura, los DD.HH., la libertad y el mutuo reconocimiento.

Gana Occidente y sobretodo los USA, que reforzarán su dominio e influencia sobre los regímenes y materias primas de Oriente Medio (y Próximo y Lejano), árabes, islámicos, e israelíes y judios.

Veremos.

@mikelorrantia, en Urdaibai, 9/10/2023. 20:50H.

¿NO ES TOLERABLE NI POSIBLE LA INDEPENDENCIA DE UNA PARTE DE UN ESTADO-NACIÓN DE/EN EUROPA? Lo cuestiono:

El ordenamiento constitucional y la ley de fuerzas dominantes, hoy por hoy, y (dicen los unitaristas) así pasen otros 150 años, será igual: NO ES TOLERABLE NI POSIBLE LA INDEPENDENCIA DE UNA PARTE DE UN ESTADO-NACIÓN DE/EN EUROPA: haceros a la idea, sed pragmáticos y aceptarlo…👉

https://x.com/OrrantiaTar/status/1703298127225094654?t=TAF-bfxhKVdsKjwnFB9BdA&s=08

👉José María Ridao (El País 27/8/23) lo reitera en su artículo «LOS CLAVOS Y EL MARTILLO»: «En su mano no está ni estará nunca mientras Europa y el mundo se rijan por los principios y las fuerzas que se rigen, destruir la integridad territorial de un Estado de la Unión. Ese objetivo no fue posible mediante la violencia terrorista ni tampoco mediante la aberrante ingeniería jurídica que, invocando la democracia, quiso imponer a una mayoría de ciudadanos en una comunidad autónoma una independencia que rechazaban, ofreciéndoles como paraíso de libertades una república oscurantismo basada en mitos nacionales y una lengua reducida a rasgo de identidad.» La cita es larga pero esclarecedora del pensamiento del autor y, estimo, de una parte sustancial de la progresia socialdemocrata y leninista e incluso anarquista europea y, desde luego, española. Pero es impositiva y violentamente errónea.

Veamos lo que está pasando en Europa al respecto desde que se creó la UE y la OTAN, y las potencias capitalistas neocoloniales desmontaron violentamente Yugoslavia y la URSS: se rompieron Estados-Nación y crearon nuevos, como: Chequia/Eslovaquia, Serbia/Kosovo, etc… Cuéntenos usted mismo y hablenos de su contexto, y añada Inglaterra/Escocia, actualmente en cuestión.

No es verdad que en la Unión Europea no quepa en modo alguno la posibilidad de separación de un territorio y su ciudadania de los Estados existentes y la formación de nuevos Estados-Nación. Es cierto que, hoy por hoy, únicamente sucede si interesa a las potencias hegemónicas por motivos geopolíticos casi siempre espurios:

¿Puede suceder pacífica y democraticamente la separación y formación de nuevos Estados-Nación en el corazón de la UE?

No será fácil, no, ni en Francia, Italia o España. Desde luego, no será por insurrección armada. Sera estrategia y tactica paciente de suma de logros y unidad de acción, contando con el tiempo, por el camino de la paz y la movilización ciudadana, avanzando en bienestar, derechos y libertades como pueden (podremos) lograrlo: confederación o independencia (y bienestar social ciudadano) es el campo de batalla político actual…

La voluntad de un pueblo de constituirse en soberano de sus destinos, es inquebrantable: siempre que sea absolutamente mayoritaria, solidaria, diversa y libre.

Ninguna fuerza impositiva puede mantener unida una nación de naciones; únicamente la puesta en comun de intereses de mutuo beneficio: Solo es factible la unidad del mutuo respeto y el deseo mayoritario de colaborar en paz, progreso social y libertad soberana de las partes. Se llama Confederación.

Pese o no a los nacionalistas del Estado-Nación exImperial: la España castellana no puede ser eterna, nada lo es. Entre otros motivosporque Castilla, aquella Castilla, ya no existe, ha sido fagocitada y vaciada en Madrid.

Todo lo que nace muere, todo.

@mikelorrantia – domingo, 17/09/2023. Revisado 10:10H.

Reflexiones sociopolíticas a 50 años del golpe de Estado en Chile

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  1. Reflexiones sociopolíticas a 50 años del golpe de Estado en Chile

Reflexiones sociopolíticas a 50 años del golpe de Estado en Chile

Una conversación con Sergio Grez

ENTREVISTA

AUTOR/A: Mauricio Encina

FECHA DE PUBLICACIÓN

11 de septiembre de 2023

Entrevistador: Mauricio Encina (Miembro del comité editorial) (En adelante ME)

Entrevistado: Sergio Grez (Doctor en Historia y académico de la Universidad de Chile) (En adelante SG)

ME: Buenos días a todas y todos los estudiantes de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Mi nombre es Mauricio Encina, soy miembro del Comité Editorial y comentarista bibliográfico de la revista Némesis y me encuentro inaugurando un ciclo de charlas a propósito de la temática anual de la revista, que consiste en los futuros posibles ante las crisis del siglo XXI. Además, como Comité Editorial hemos decidido inaugurar un ciclo de charlas con académicos de nuestra Universidad a propósito de los 50 años del golpe de Estado y del quiebre democrático en el país. Antes de pasar a presentar a nuestro invitado quisiera recordar qué es nuestra revista. Némesis es una revista de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, que fue creada en 1998 y en estos 25 años se ha dedicado a cultivar un perfil crítico y científico respecto de la realidad social presente en sus publicaciones anuales, en su material bibliográfico, ensayístico y documental. Quisiera recordar que en octubre o noviembre de este año Némesis se abocará a tratar los futuros posibles ante las crisis del siglo XXI. Esos futuros pueden ir desde la crisis del modelo económico neoliberal como también la crisis de los valores occidentales y también, por supuesto, crisis medioambientales, animalistas y vinculadas a la izquierda política contemporánea. Quisiera recordar, además, que estamos en una coyuntura especial. Prácticamente en un mes más se cumplen 50 años del Golpe de Estado y a propósito de esa coyuntura como revista hemos decidido iniciar este ciclo de charlas que tengo la suerte, el agrado y el honor de poder inaugurar.

Bueno, pasando rápidamente a nombrar a nuestro primer invitado, el profesor Sergio Grez, profesor muchas gracias por aceptar la invitación de la revista.

SG: Gracias a ustedes por la invitación.

ME: Sergio Grez es Licenciado en Historia y Magíster en Historia de la Universidad de París VIII en Francia y también Doctor en Historia de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias sociales de París (École des Hautes Études en Sciences Sociales, EHSS). Él ha desarrollado una vasta trayectoria historiográfica vinculada al estudio de la Historia contemporánea de Chile, del movimiento popular y también de las primeras estructuras partidarias ligadas a la izquierda política nacional. Uno de sus libros más relevantes es De la “regeneración del pueblo” a la huelga general. Génesis y evolución histórica del movimiento popular en Chile, 1810-1890. Es un texto que tiene por cierto un comentario bibliográfico realizado por mí en la página institucional de la revista y consiste en el estudio del surgimiento del movimiento popular y también cómo este se vincula a la política la época, fundamentalmente a la política de los gobiernos conservadores y liberales.

Quisiera comenzar esta entrevista desde lo más coyuntural hacia el pasado. Estamos prácticamente a un mes de conmemorar el golpe de Estado. Por lo mismo quisiera partir la entrevista con la pregunta de qué significan para usted y su generación estos 50 años de conmemoración del golpe de Estado. Tengo entendido de que participó en movimientos sociales en la época y fue uno de tantos jóvenes universitarios que se sintieron representados por el gobierno de la Unidad Popular y por la alternativa del socialismo en la vía chilena.

SG: El Golpe de Estado representa para todos nosotros -varias generaciones de jóvenes de fines de los 60, de los 70 y también de los 80- una tremenda derrota. Una derrota estratégica no solo para los jóvenes sino para el conjunto de la izquierda chilena y del movimiento popular, derrota cuyas consecuencias seguimos pagando hasta la actualidad. Derrota que significó la frustración de nuestros sueños de cambio social, pero que también condicionó nuestras vidas. Las cambió absolutamente. Muchos sufrimos las consecuencias de la represión dictatorial: prisión, tortura, exilio. Otros menos, afortunados, la muerte o la desaparición definitiva, de manera tal que es una fecha luctuosa que conmemoramos año tras año con un mismo sentimiento de dolor, frustración, pero también con variantes que tienen que ver no solo con lo que ocurrió en aquel momento de nuestra historia, sino que con lo que ha venido sucediendo a posteriori porque cada conmemoración tiene un sello particular. No es lo mismo conmemorar hoy los 50 años del golpe de Estado que lo que fueron las conmemoraciones de los 40, de los 30 o de los 25 años. Ni tampoco será exactamente lo mismo la conmoración que se pueda hacer dentro de 10, 20, 30 o 50 años cuando, evidentemente, los coprotagonistas de esa historia ya no estemos. Porque la historia siempre se lee, inevitablemente, desde el tiempo presente, desde las problemáticas que plantea el presente. Por lo tanto, las interrogantes, las preguntas, las lecturas que se hacen de un mismo pasado van cambiando. El 11 de septiembre de 1973 pasó y no se va a repetir, pero lo que cambia es la forma de aproximarnos a ese pasado y esa forma está muy condicionada por los problemas del tiempo presente. Porque nuestra forma de hacer historia hoy condiciona inevitablemente la mirada que tenemos del pasado. Del mismo modo como nuestras proyecciones a futuro, proyectos de sociedad, colectivos y también individuales, inciden en la forma cómo miramos hechos del pasado, sobre todo cuando se trata de hechos tan trascendentes, tan fuertes e impactantes como el golpe de Estado y la dictadura.

ME: Profesor, considerando que podemos significar el 11 de septiembre no solo desde un punto de vista intelectual sino también personal, la serie de eventos conmemorativos que actualmente están en boga por situaciones como la de Patricio Fernández, ¿qué rol tiene el gobierno en estas situaciones? Un gobierno de izquierda, claramente de izquierda, un gobierno históricamente vinculado a los movimientos sociales para dar un sello particular a este 11. Esto, considerando que el antecedente más próximo que tenemos era el del primer gobierno de derecha, el gobierno de Sebastián Piñera.

SG: En primer lugar, yo no comparto tu caracterización de este gobierno como uno de izquierda o de izquierdas. Un gobierno que no hace sino administrar el modelo neoliberal, que no ha realizado ninguna transformación antineoliberal, ni la más mínima, y que además reprime rudamente a los movimientos populares y se alinea claramente a nivel internacional con las posiciones norteamericanas y de sus aliados de la OTAN, malamente podría ser calificado como un gobierno de izquierda. Este es un gobierno de centro derecha, es un gobierno neoliberal más de los que hemos tenido, sin considerar la dictadura, desde 1990 a la fecha. Si bien sus posiciones no son las mismas que las de la derecha clásica, pinochetista o de extrema derecha, son de estabilidad sistémica, lo que se manifestó claramente el 15 de noviembre de 2019 cuando el que más tarde sería el principal componente de este gobierno, el Frente Amplio, se jugó por completo por apagar las llamas del “estallido social”, la rebelión popular, organizando junto con la derecha y el centro político un proceso constituyente que no fue libre ni soberano por razones que he descrito detalladamente en muchas ocasiones. De manera tal que la perspectiva conmemorativa impulsada por este gobierno era la que pretendió encarnar Patricio Fernández, el problema es que se fue de lengua, habló más de lo que debía haber hablado, pero no me cabe duda de que Boric y su gobierno estaban plenamente interpretados por la orientación que Fernández pretendía darle a esta conmemoración: la de recordar un evento doloroso, traumático, condenar las violaciones a los derechos humanos posteriores al golpe, según Fernández (ahí este exageró la nota porque las violaciones empezaron desde el instante mismo en que se produjo la sublevación militar), pero en una perspectiva de llamamientos a la paz, a la unidad, a la conciliación de clases y en un “nunca más” genérico que olvida lo esencial y ¿qué es lo esencial? Lo esencial es que el terrorismo de Estado que tuvimos durante 16 años y medio en Chile no fue el fruto ni de la casualidad, ni de la maldad humana (aunque puede haber algo de esto), ni de los extremismos, sino el resultado de la exacerbación de la lucha de clases entre la clase obrera y los sectores populares, por un lado, y los grupos hegemónicos de la sociedad chilena, las clases dominantes, por el otro, apoyadas por el imperialismo norteamericano, pero también por otras potencias como el Reino Unido.

ME: Profesor, quisiera profundizar en eso. Si una revisa la literatura histórica y opiniones de historiadores, como Cristián García-Huidobro, profesor de Historia Constitucional de la Universidad Católica, y de Alfredo Jocelyn-Holt, se percibe la tendencia de analizar lo ocurrido en 1973 como resultado de las responsabilidades del gobierno y del presidente Allende. Se cuestiona la radicalidad de algunos sectores del gobierno y además las explicaciones que se dan para el golpe son siempre explicaciones de política mínima. La inexistencia de pactos con algún partido, la falta de acuerdos con la Democracia Cristiana. Tengo entendido que usted, en cambio, en una posición que puede ser compartida por otros historiadores, el profesor Gabriel Salazar, por ejemplo, tiende a observar el periodo como un escenario de lucha de clases. ¿Podría profundizar en esa postura?

SG: Así es. Una serie de analistas, sobre todo los que se sitúan en la defensa del sistema, atribuyen las causas del golpe a las razones más variadas, pero son siempre razones “técnicas”. Tienen que ver con el sistema político, el rol de los partidos, los mecanismos constitucionales, pero nunca van al fondo de la cuestión, al enfrentamiento de clases que se dio en Chile desde fines de los años 60 hasta 1973. Si alguien quiere hacer una demostración, una conferencia, un curso sobre la lucha de clases, tiene en el caso chileno de esos años un ejemplo magnífico porque es uno de los ejemplos más decantados de la lucha de clases en todos los planos: político, cultural, ideológico y militar. No hay ningún plano ausente. Es un ejemplo del paradigma de la lucha de clases. Los otros elementos que evocan analistas, sin ser irreales o inexistentes, son absolutamente secundarios y están subordinados a este conflicto fundamental que se dio con las consecuencias que conocemos en Chile por esos años, lo que a su vez es la resultante de un largo proceso histórico de explotación, dominación, de sueños frustrados de los sectores populares, pero también de acumulación de fuerzas del movimiento obrero y popular que alcanzó su cenit durante los años de la Unidad Popular. Si no entendemos eso y si no entendemos, al mismo tiempo, problemas estructurales de largo arrastre que acarreaba la sociedad chilena y que produjeron una crisis terminal del modelo de industrialización por vía sustitución de importaciones, el modelo desarrollista a fines de los años 60 y comienzos de los 70, no entendemos nada de los problemas de fondo de nuestra sociedad que explican el 11 de septiembre de 1973 y la instauración de la dictadura.

ME: Quisiera retomar esta idea de un periodo clasista de la historia de Chile profundizando en un factor o pilar de la sociedad chilena que siempre es relegado en los análisis de la dictadura, el Ejército. Recuerdo una entrevista del profesor Gabriel Salazar en donde sostenía que el Ejército de Chile era en América Latina era el que más había masacrado a su pueblo, participando en golpes de Estado y matanzas obreras, cuestiones que usted ha tratado en sus cursos, conferencias, libros y artículos. Además, habría que agregar que el Ejército en estos últimos 30 años pareciera quedar absolutamente impune, particularmente por la estabilidad del sistema con Pinochet en su interior. En el caso del Ejército chileno, ¿podemos hablar de un ejército con mucho más poder e influencia que en otros países latinoamericanos?

SG: No conozco tan bien la historia de otros países de América Latina. Yo sería prudente respecto del “Ejército que más ha masacrado”. puesto que si bien el Ejército y las Fuerzas Armadas y policiales han masacrado en decenas de ocasiones (también ha participado la Armada, la matanza de la Escuela Santa María de Iquique, la más conocida, fue una acción conjunta entre la Armada, el Ejército y la policía), no me atrevería a decir que es el que más ha masacrado. Basta mirar América Central: las masacres perpetradas por las Fuerzas Armadas salvadoreñas, guatemaltecas, nicaragüenses son masacres horrorosas. Sobre todo, en El Salvador y Guatemala, fueron verdaderos genocidios contra los grupos indígenas, de modo que la afirmación puede ser un tanto arriesgada, lo que no exculpa ni niega la cantidad de masacres que han jalonado nuestra historia.

ME: Pero sobre el rol del Ejército en estos 30 años podría decirse que es un rol en las sombras, sobre todo en la primera década, en los 90. Pinochet desafió las instituciones democráticas, y los gobiernos de la época pareciera que tampoco tuvieron mucho interés por lo que el CEP llamó “verdad y justicia”, y que fue más bien “verdad y reconciliación”, así se llamó de hecho a la comisión Rettig. ¿Qué responsabilidad le atribuye a las cúpulas concertacionistas en tanto no estuvieron dispuestas a condenar a las Fuerzas Armadas y particularmente al Comandante en Jefe del Ejército?

SG: Antes de entrar en eso, quisiera no eludir tu pregunta anterior. Las Fuerzas Armadas, de manera visible o solapada, siempre han tenido un rol político en la historia republicana de Chile. Ni qué decir durante el período de la Independencia. Los primeros gobernantes o jefes de Estado eran todos militares o gentes que no eran militares de carrera, como O’Higgins, pero que en tanto se convirtieron en tales accedieron al poder: Carrera, O’Higgins, Freire, Blanco Encalada, Pinto, Prieto, Bulnes. Solo más tarde (segunda mitad del siglo XIX) la oligarquía ejerció el poder a través de sus representantes civiles, pero en estrecho acuerdo con la cúpula militar que, aunque aparecía subordinada al poder civil. En cada situación de crisis sistémica el Ejército afloraba nuevamente: en las guerras civiles, siendo las más evidentes en este sentido las de 1829-1830 y 1891, pero también las guerras civiles intermedias de 1851 y 1859, que fueron alzamientos militares regionales. Y cada vez que el sistema entró en crisis apareció el estamento militar, como ocurrió a partir de 1924 y 1925, ya de manera ininterrumpida hasta prácticamente comienzos de la década de 1930, y posteriormente con tentativas de putsch como el “Ariostazo” en la época de Aguirre Cerda, la Línea recta en los años 50, el “Tacnazo” de 1969, el “Tanquetazo” del 29 de junio de 1973 y el golpe del 11 de septiembre del mismo año, amén de numerosas masacres perpetradas por estas mismas fuerzas militares como brazo armado de la oligarquía y de la gran burguesía en periodos “democráticos”. Estas Fuerzas Armadas se retraen hacia sus cuarteles cuando su presencia deja de ser necesaria en la primera línea de la política nacional, pero no quiere decir que este estamento no continúe, por lo menos el alto mando, en deliberación, o que, en el contexto de los acuerdos de la transición a la democracia, no sigan jugando un rol político. Cuando en octubre de 2019 Piñera dijo que estaba en guerra contra un enemigo poderoso e implacable, uno de los más altos generales que hoy día es Comandante en jefe del Ejército, Iturriaga, salió a decir que era un “hombre feliz” y que no estaba en guerra con nadie, marcando distancia con Piñera, según se dice porque el Ejército no estaba disponible para salir a reprimir abiertamente a las calles, a menos que les dieran la garantía de impunidad para sus miembros. Y ni que hablar de la manera como interviene el director general de Carabineros en la política de nuestros días, marcando la agenda del gobierno, planteando prioridades, señalando preferencias y vetos a determinadas posturas políticas relacionadas con temas de la seguridad pública, confirmación de que ese rol político de las instituciones armadas en Chile sigue estando presente y lo está, particularmente, por el carácter de la transición política. La dictadura no fue derrocada, fue reemplaza por gobiernos civiles como resultado de un complejo proceso de negociaciones entre la cúpula dictatorial y la oposición moderada de entonces, la Concertación de Partidos por la Democracia, con un respaldo internacional muy poderoso en que fuerzas tan diversas como el gobierno de los Estados Unidos, el Vaticano, la socialdemocracia, la democracia cristiana y el liberalismo internacional coincidieron en la necesidad de terminar con las formas abiertamente dictatoriales en Chile porque la dictadura ya había cumplido su rol que era destruir el movimiento obrero y popular, quebrar su columna vertebral e instaurar un nuevo modo de acumulación capitalista en este país. La figura de Pinochet y su dictadura ya eran más bien un obstáculo para la plena normalización, para la inversión de grandes capitales extranjeros en Chile y que, por ende, la democracia liberal tutelada, restringida y de baja intensidad que terminó instalándose era la forma más adecuada para asegurar la dominación y la estabilidad sistémica. En ese contexto, las Fuerzas Armadas conservan de facto, así no esté declarado constitucionalmente, un margen de autonomía enorme que les permite…

ME: Prácticas como la censura, la falta de…

SG: Son autónomas, semiautónomas. ¿Quién interviene, por ejemplo, en los planes de estudio de las Fuerzas Armadas? ¿Interviene el poder civil? ¿Quién vela por una educación de los militares celosa del respeto a la soberanía popular y a los valores de los Derechos Humanos? No sabemos nada sobre eso.

ME: Bueno, el último antecedente que se conoce, muy mínimo en realidad, que es que el general acusado por violaciones a los derechos humanos en la Serena…

SG: Cheyre…

ME: Cheyre, había modificado algún estatuto e incorporó esta idea de la obediencia reflexiva, que sugiere que los militares, especialmente las escuelas de oficiales deben obedecer a los altos mandos, pero que además deben reflexionar sobre las consecuencias humanas, pero es algo mínimo y supone un cambio en la documentación legal del Ejército.

SG: Si, claro, es como la declaración del “Nunca más”. Esperamos que esto nunca más se repita, pero eso no se traduce en la entrega de información sobre los desaparecidos, ni en la entrega de información sobre los responsables de esos crímenes atroces, ni en nada más. Son “saludos a la bandera” desprovistos de consecuencias prácticas. Recordemos que en la famosa “mesa de diálogo”, las cabezas militares engañaron a los políticos y representantes del poder civil, diciendo que no tenían información de los desaparecidos y que habían sido arrojados al mar. No obstante, algunos restos fueron encontrados posteriormente.

ME: Frente a esta idea de un Ejército presente en la historia política chilena, quisiera situarme ahora en el ámbito de la civilidad en Chile, haciendo por supuesto el vínculo con la dictadura. Es una sociedad que pareciera ser más conservadora, no sé si integralmente, pero hay sectores en donde pervive un ethos conservador, relacionado a lo autoritario particularmente en coyunturas críticas. No quiero decir con esto que los sectores populares no se opusieran al golpe, pero en los datos electorales del plebiscito de 1988 Pinochet no obtuvo un 15 o 10%, obtuvo un 44% y en la elección del Consejo Constitucional, también se identifica que en los sectores populares los partidos de derecha no tienen baja votación. ¿Cómo se identifica en esa historia política en que lo autoritario y lo militar siempre ha estado presente, a una civilidad que en cualquier país del mundo tiene valores democráticos y republicanos pero que en votaciones pareciera ser más conservadora incluso que los sectores dirigentes?

SG: Es evidente que en Chile hay un núcleo duro, conservador, en todas las clases sociales, la cifra que citas, 44% de apoyo a Pinochet al término de su régimen es impactante. Los votos de la derecha más dura desde entonces nunca han bajado de ese porcentaje.

ME: Antes de la dictadura los votos de la derecha eran un tercio, típico tercio, sobre todo vinculados a un sector socioeconómico, la élite, en cambio los sectores populares solían votar por partidos de izquierda, el Partido Comunista o el Socialista, o de centro, como el Partido Radical o la Democracia Cristiana.

SG: Las fuerzas más retardatarias de la dictadura tuvieron el campo libre por 16 años y medio, cuestión que aprovecharon muy bien para reformatear el ethos de una gran parte de la población mediante terrorismo de Estado, la introducción del modelo neoliberal más drástico y extremista del planeta, el monopolio de los medios de comunicación de masas y la introducción de una sociedad de consumo neoliberal que no existía anteriormente. Mediante, como sostienen algunos analistas, la transformación de los ciudadanos en consumidores, el “ciudadano credit card”, como dice Tomás Moulian. Esta es una revolución o, si se quiere, una contrarrevolución cultural muy profunda, que tiene consecuencias hasta nuestros días. Hay que ser muy ciego para ignorar este conservadurismo en un sector muy importante de nuestra población, lo que pone de relieve la necesidad no solo de la lucha política en términos más tradicionales sino también cultural, la lucha valórica. Fíjate que habíamos avanzado un tanto en esa dirección, en el sentido de cuestionar la naturalización de ciertos fenómenos introducidos por la dictadura a través del modelo neoliberal…

ME: Usted lo dice, por ejemplo, con las movilizaciones sociales…

SG: Las movilizaciones sociales de los últimos años hasta la rebelión social y, más atrás, el 2011 y el 2006, estas habían logrado cuestionar el modelo neoliberal de educación, de salud, de pensiones. Para amplios sectores de la población, la educación, salud y pensiones de mercado, la inexistencia de un verdadero sistema de seguridad social dejó de ser un fenómeno aceptado con naturalidad, como lo era en los años 90 o comienzos de los 2000. Gracias al movimiento de los pingüinos, al estudiantil y más amplio aún, por la educación pública del 2011 y a movimientos posteriores como NO+AFP y otros. Hoy vivimos una fase de reacción conservadora y por lo tanto se experimenta un retroceso en los niveles de conciencia que habían sido ganados progresivamente hasta 2019, 2020 y 2021. La historia está hecha de vaivenes, avances y retrocesos. Lo que corresponde ahora es retomar la senda que teníamos hasta esos años y reiniciar ese cuestionamiento de las bases culturales, políticas y económicas de este modelo.

ME: Pero cuestionar las bases sociales y económicas del modelo chileno pareciera un poco más difícil que lo que fueran los movimientos impugnadores previos a la dictadura. Profesores del Departamento de Sociología como Manuel Antonio Garretón y Rodrigo Baño, consideran que lo que vemos en los años 60 es un gran paradigma de la izquierda latinoamericana es el alcance del socialismo. Hay alternativas diferentes, la alternativa cubana y la chilena. Pero lo que hay en Chile actualmente, quiero tomarme del tema de los movimientos sociales, es lo que dijo el expresidente Lagos hace poco, como una suerte de archipiélago de la izquierda, una suerte de archipiélago de los movimientos sociales. Cada uno tiene una identificación con posturas, pero no hay un horizonte normativo, político e histórico que unifique como fuerza unificada, que siempre tiene más fuerza que movimientos sectorizados, impugnar a un orden completo…

SG: Eso es así y esa fue, precisamente, una de las grandes debilidades de la rebelión popular de fines de 2019 y comienzos de 2020. Los movimientos sociales, las organizaciones, los piños, hasta las personas, concurrieron desordenadamente, cada cual, con sus reivindicaciones específicas, pero sin mayor capacidad de tender puentes. Esto es duro, doloroso, para uno que apostó por esa rebelión, la rebelión popular se realizó en líneas gruesas conforme a los preceptos de la ideología y la cultura neoliberal. Cada cual por sí…

ME: hay un ensimismamiento en el yo también, en mi propia identidad y problemas…

SG: Y eso se refleja en este “yo colectivo” y en las así llamadas “políticas de identidad”. Lo único que me interesa es mi problema como grupo o colectivo identitario.

ME: Es una especie de ser revolucionario “en mí mismo” o “en mi grupo” o en “mi identidad”, pero la idea de revolución o transformación poco tiene que ver con el vínculo con otro, con otra identidad…

SG: No solo con eso. Poco tiene que ver con el cambio de estructuras globales de la sociedad, que son las que condicionan el ser y el comportamiento de estos distintos grupos identitarios, de interés, de clase, gremiales, socio profesionales, de género, etc…

ME: Usted considera que movimientos de ese tipo no solo no apuntan a vínculos con otros, sino a no transformar a la sociedad como tal.

SG: O apuntan a transformarla solo en cuanto a aquellos aspectos que creen que les atañen directamente. No es que nieguen el vínculo, si conversas con integrantes de esos grupos, esos movimientos y planteas el tema global, estructural, muy pocas personas lo negarán, lo reconocerán, pero en la práctica no colocarán el énfasis ni harán lo necesario para tender puentes para que haya una coordinación de movimientos, para crear un movimiento de movimientos. Eso se vio claramente en 2019. En algún momento Unidad Social, alianza que se había creado antes del estallido de octubre, apareció fugazmente como una esperanza. Pero duró muy poco, ya en diciembre de 2019 Unidad Social había estallado, se habían ido importantes componentes y se multiplicaban las rencillas en su interior. Lo he señalado muchas veces: ante la astuta maniobra de la casta política de izquierda de centro y de derecha, plasmada en el acuerdo del 15 de noviembre del 2019, no hubo respuesta articulada, coordinada, unificada de los movimientos sociales, de las organizaciones, de las personas que estaban en la calle. No hubo estado mayor popular. El enemigo tenía su estado mayor, en la Moneda y en el Parlamento, en los partidos políticos y en las instituciones del Estado en general porque todas colaboraron. Pero la calle era solo la calle…

ME: Pero eso es un problema. Lo que vemos en la historia política del siglo XX es que la izquierda que se origina en la calle, más allá de la crítica que se puede hacer, siempre ha necesitado a los partidos o estructuras políticas institucionales o ha presionado al Parlamento y a las instituciones con parlamentarios de renombre. Lo que vemos en los últimos 30 años es una desafección enorme entre incluso las estructuras partidarias universitarias con las estructuras políticas. No se ve una posibilidad de cambio por esa desafección tan profunda. Si se hablaba con las personas movilizadas en esos días, se constataba que los partidos tenían bajísima influencia. Entre los sectores movilizados había banderas negras, rojas, rojinegras, del mundo indígena, de la diversidad sexual, pero no había banderas del Partido Socialista, Comunista ni del Frente Amplio. Esa desafección caló muy hondo en los movimientos sociales y terminó afectando las consecuencias del proceso.

SG: Salvo los partidos de la burguesía, de la derecha clásica que sí son representativos de los sectores con los cuales ellos se identifican, el resto de los partidos de centro e izquierda, entre comillas, no representan a nadie más que a ellos mismos, representan a las cúpulas que los dirigen. Los trabajadores, la gran masa ciudadana y popular no hace política organizada en Chile desde hace mucho tiempo. ¿Hay partidos obreros, como se llamaban antes? ¿Lo son el Partido Comunista, el Partido Socialista? ¡Ni que hablar del Frente Amplio! ¿Son partidos obreros o de trabajadores? No, son partidos de clases medias, de burócratas, de funcionarios estatales, son agencias repartidoras de empleo. La supuesta nueva izquierda representada por el Frente Amplio ha incurrido exactamente en lo mismo. Son partidos sin base social popular. En las elecciones de renovación de directivas en cualquiera de estos partidos, el Frente Amplio, por ejemplo, con todas las comodidades, sentados desde su computador, no tienen ni siquiera que acudir a un local de votación y vota una cantidad de 3.000 o 2.000 personas, a veces menos, tratándose de partidos que tienen teóricamente decenas de miles de militantes, entendiéndose por militantes una persona que firmó un registro en la calle… para mí eso no es un militante. Entonces los partidos políticos son estas maquinarias al servicio de sus caudillos, que no cuentan más que con la clientela que se beneficia con alguna prebenda, algún cargo estatal, municipal, alguna movida con una fundación o ONG, pero no más que eso… Los trabajadores hoy en Chile no tienen instrumentos de representación política, gremial sí, pero política, partidista no.

ME: Profesor, quisiera tomarme de esta idea de la diferencia entre la representación política de hoy y la de los años 70. En los años 70 se da un fenómeno incluso antes de la Unidad Popular que es el allendismo. Esta idea de que el presidente Allende, por supuesto con críticas internas, pero que iba mucho más allá de la izquierda socialista. Partidos de centro, como el Partido Radical, sectores amplios de la Democracia Cristiana votaron por él, sobre todo su base social. Quisiera retomar un poco la figura del presidente Allende, a propósito del tiempo en que estamos toma particular significación. Recuerdo que Manuel Antonio Garretón y Tomás Moulian han hecho trabajos muy interesantes para retomar esa figura. A usted en particular, ¿qué le despierta la figura del presidente Allende? Entendiendo que hay críticas desde la izquierda por su carácter parlamento, su convicción siempre oficialista o demasiado legalista en términos de la dirección del movimiento popular.

SG: Allende encarnó entre los años 50 y su muerte en 1973 -aunque su vida política comenzó mucho antes, en los 30 siendo un joven estudiante universitario- lo que fue la vía hegemónica en el movimiento popular y en la izquierda durante largas décadas, esta idea de la transición pacífica al socialismo mediante la acumulación de fuerzas a través de luchas sociales y políticas, el tránsito institucional. Pero Allende es un personaje muy rico y contradictorio. En el plano político es una figura muy compleja porque si bien encarnaba este socialismo reformista, tenía aristas en algunos planos bastante más radicales, por ejemplo, su cercanía y admiración por la Revolución cubana, la solidaridad que expresó en más de una ocasión con integrantes de las guerrillas latinoamericanas…

ME: Bueno, el quedó maravillado por la revolución cubana…

SG: Absolutamente, viajó numerosas veces a la isla y era amigo de la Revolución cubana. Es un personaje muy complejo, encarnó la vía pacífica al socialismo, la “vía chilena con empanadas y vino tinto”, pero terminó su vida combatiendo con armas en la mano. Allende encarnó la dialéctica no resuelta, desgraciadamente, entre reformismo y revolución, que para nuestras generaciones fue un punto de quiebre y definiciones muy importantes, muy drástico. O éramos partidarios de la vía reformista institucional o de la vía revolucionaria, que implicaba el uso de la violencia revolucionaria. Visto con la perspectiva del tiempo, de lo ocurrido en los últimos 50 años, de la experiencia de vida, de lo estudiado, de lo sufrido y de lo meditado, es posible tener hoy una visión más matizada de esa contradicción porque un reformismo muy radical como el que encarnaba la Unidad Popular y el propio Allende, llevado hasta sus últimas consecuencias, en algún momento se transforma necesariamente en revolución. No llegamos a ese punto en Chile porque la reacción de las clases dominantes y el imperialismo lo impidió, pero esta revolución institucional desde arriba que estaba representada principalmente por la figura de Allende y su gobierno desató, ¡qué duda cabe!, una revolución “desde abajo” o movimiento revolucionario de las clases populares, que se manifestó en los gérmenes de poder popular, cordones industriales, consejos campesinos, juntas de abastecimiento y precios, etc.

ME: Eso sobrepasó un poco las capacidades del propio gobierno de apostar por esa alternativa.

SG: Obvio, porque el gobierno estaba entrampado en primer lugar por esta disputa no resuelta a favor de ninguna de sus dos alas, la radical, caracterizada por la consigna del “avanzar sin tranzar”, y la moderada o institucional, representada por Allende y el Partido Comunista, una fracción del MAPU y una fracción del Partido Socialista, que se resume en la consigna de consolidar primero para luego seguir avanzando. Así se produjo lo que Tomás Moulián ha definido como el “empate catastrófico”. Ninguna de estas dos alas logró imponerse y eso las aniquiló a ambas en beneficio del golpismo y de la reacción. Allende me provoca muchas emociones. Tengo una visión muy critica respecto de algunas de sus acciones políticas, de su estrategia, pero al mismo tiempo me genera mucha emoción escucharlo, no solo el último discurso, sus discursos en general. Porque muchas veces yo estuve presente ahí, escuchándolo. Era un personaje que estaba presente en nuestras vidas, día a día, era el presidente de la República. Allende encarna, así sea con muchas críticas a su política, su estrategia, sus tácticas, esos sueños colectivos, esas esperanzas de millones de personas que venían acumulándose a lo largo de décadas, entre las cuales me encontraba a pesar de ser muy joven. Es un personaje que tendremos en permanente reevaluación y reconstrucción como todo fenómeno histórico y como todo gran líder de la talla enorme que fue la que tuvo Allende en nuestra historia.

ME: A propósito de personas que han ejercido poder en Chile quiero hacer un símil. Recuerdo que Esteban Valenzuela, actual ministro de Agricultura, dijo que Allende podía ser caracterizado como un individuo de enormes convicciones, incluso en su muerte. Otro hombre de convicciones o que por lo menos así se reflejaba públicamente es Augusto Pinochet. Era un hombre de convicciones por lo menos en la brutalidad que significó su dictadura incluso para sus propias filas. Hace poco vi una entrevista de familiares del general Bonilla, quien estuvo a favor del golpe, que acusan a la DINA y a Pinochet de asesinar a su padre y a muchos otros generales, incluido al general Prats. Quiero retomar esta figura del caudillo y que es líder de determinados sectores precisamente bajo la idea de que en último tiempo Augusto Pinochet ha sido denominado “estadista” no solo por representantes políticos sino también por encuestas que le han dado un 37% a favor como un hombre que cambió Chile. ¿Puede ser caracterizado como un hombre de convicciones más allá de la brutalidad de su régimen?

SG: No creo que Pinochet haya tenido grandes convicciones a lo largo de su vida, ni siquiera conservadoras. Tal vez sus únicas convicciones eran su acomodo, beneficio y poder personal. Luego se hizo un personaje llegando mediante el golpe de Estado a la cabeza del gobierno, del poder ejecutivo y legislativo, del poder casi total en Chile, así se fue transformando en el personaje que conocemos. Mucho de lo que él hizo, probablemente estaba en su sed más íntimo desde toda su vida, pero las circunstancias van cambiando a las personas y ahí, en la construcción del personaje, trató de presentarse como un hombre de profundas convicciones anticomunistas. No niego que no las haya tenido, pero hasta bien avanzado 1973 -al parecer por lo que sabemos hasta ahora, pueden surgir nuevas fuentes que cambien nuestra visión- era un tipo que se mantenía a la expectativa, no fue la cabeza del golpe, solo se sumó con una buena dosis de oportunismo cuando la balanza quedó claramente inclinada a favor de los golpistas. Antes, pareciera ser, lo digo con precaución porque siempre pueden aparecer nuevas fuentes especialmente ahora que se están desclasificando, era un hombre que se movía entre las sombras con prudencia, con mucha astucia, un cortesano capaz de halagar a las autoridades de gobierno así fuese de izquierda, que jugó muy bien sus cartas en términos de poder personal. Pinochet fue un instrumento. el instrumento de las clases dominantes y de Estados Unidos para poder fin a una situación que les irritaba profundamente, algo que consideraban una amenaza y para realizar la refundación capitalista en Chile. No fue el cerebro evidentemente, había ideólogos, los Chicago Boys, que son los intelectuales orgánicos del régimen, pero él era la espada, el instrumento imprescindible para lograr sus objetivos.

ME: Profesor, quisiera para ir enfilando hacia el término de la entrevista volver a tiempos actuales. El 2013, durante el gobierno del presidente Piñera, en ese tiempo, se identifica un cierto avance, por lo menos declarativo, principista, formalista de la derecha de la época, recuerdo Evópoli que estaba formándose condenaba no sé si el golpe, pero si las violaciones a los derechos humanos. Piñera salió con la frase de los “cómplices pasivos” que entre comillas destruyó internamente al sector. Hay un odio bastante grande por Piñera sobre todo por el lado de la derecha más dura. Lo que vemos en cambio ahora, diez años después, en un gobierno más bien progresista, reformista, formalista como el actual, pareciera que hay un retroceso sobre todo de la memoria histórica de ese momento y de la dictadura. Algo que hizo Piñera y es rescatable fue el cierre del Penal Cordillera en ese septiembre, que le valió aún más odio a Piñera por los militares. No se ve un interés por ejemplo de este gobierno por cerrar Punta Peuco, algo ampliamente aceptado y validado por la ciudadanía más allá de que algunos ven a Pinochet como estadista. ¿Por qué ese retroceso? ¿Se identifica solamente por esta idea de la ley del péndulo, que en un momento se está en un sector político y luego transita hacia el otro?

SG: Tiene que ver con el fenómeno al cual me referí. La involución o reacción conservadora que estamos viviendo en Chile de un tiempo a esta parte empezó el 15 de noviembre de 2019 con el así llamado pacto por la “Paz Social y la Nueva Constitución”. Hagamos un paréntesis. Fíjate, ¿qué es lo que está primero? La paz social. Esto era lo que buscaban los contrayentes de ese pacto. ¿Quiénes fueron las principales figuras de la izquierda y de la derecha que impulsaron este pacto? Gabriel Boric y José Antonio Coloma. ¿Es casualidad que sean hoy las dos principales autoridades del Estado? Si Boric muere, es destituido, renuncia o es inhabilitado, asume Coloma en su reemplazo en la Presidencia de la República. Pero ¿quién elevó a Coloma a la presidencia del Senado? Todos los partidos, incluyendo al Partido Comunista. Eso da qué pensar. Pero volvamos a noviembre de 2019. Ante la rebelión popular y la huelga general del 12 de noviembre, la casta política reaccionó con el Acuerdo del 15 de noviembre elaborando un astuto plan de estabilidad sistémica que parecía conceder a las masas que estaban a las calles lo que estas exigían a través de un proceso constituyente, que fue presentado como libre, democrático, pero que en realidad no lo fue. No fue plenamente libre y soberano porque el organismo encargado de redactar el proyecto de nueva Constitución que terminó siendo la Convención constitucional, no era libre y soberano. No era una Asamblea Constituyente porque venía formateada por el quórum de los dos tercios, sin plebiscito intermedio, y por la imposibilidad de poner en duda o cuestionar los tratados internacionales firmados por Chile. Es como si nos hubieran dicho: “hagan lo que quieran, pongan las normas que quieran, pero ustedes no tienen ni siquiera derecho a definir la norma principal”.

ME: Una de sus críticas a la Convención fue el núcleo de poder, más que de poder, núcleo de veto que se identificó en la convención entre el socialismo concertacionista y el Frente Amplio…

SG: Perdón, quiero terminar el argumento. Ahí se inició un proceso de reacción conservadora, que muchos no lo vislumbraron muy bien porque tenían ilusiones en ese proceso constituyente que se abría, pero con el correr del tiempo, el 2020, 2021 y hasta el plebiscito del 4 de septiembre del 2022, vimos como este plan de conservación sistémica se iba ejecutando sistemáticamente con la colaboración activa de fuerzas autodefinidas como de izquierda, principalmente el Frente Amplio y el Partido Socialista. Fuerzas que, junto con la derecha y la exConcertación, en la propia Convención Constitucional en septiembre de 2021 capitularon definitivamente (ya lo habían hecho, en realidad), ratificando voluntariamente el quórum de los dos tercios. El resto es la crónica de una muerte anunciada. No voy a entrar en las razones del triunfo del Rechazo, que las he analizado muchas veces y creo que son relativamente conocidas. Lo que viene después, este pseudo proceso constituyente que vivimos en la actualidad, que es absolutamente antidemocrático, completamente controlado por la casta política de todos los colores políticos representados en el Congreso Nacional, no es sino el colofón de esa reacción conservadora. Es en este contexto reaccionario que se producen fenómenos como los que hemos ido evocando, este retroceso hacia las posiciones del conservadurismo más duro, esta osadía ya impúdica de la extrema derecha, de la ultraderecha, para sacar temas que tenía medios tapados o que los mencionaba con cierta vergüenza, con cierta prudencia o pudor por razones tácticas, no porque hubiera cambiado. Pero que hoy, en este nuevo contexto son planteados de manera absolutamente desvergonzada, violenta, transgresora, incluso respecto de los postulados de lo que podría ser considerado como políticamente correcto. Ese es el contexto.

ME: Profesor, quisiera terminar con un comentario suyo respecto de los futuros del movimiento social a propósito de la temática de publicación de este año. No quiero caer, por ejemplo, en la conversación que usted tuvo en el seminario del proceso constituyente para el gobierno de Bachelet con el profesor Ruiz Tagle, actual decano de la Facultad de Derecho, cuando él dijo, desvirtuando su argumento, que usted y otros historiadores veían en la historia de Chile solo cosas negativas, no veían cosas positivas. Usted en cambio, retomó ese argumento, sosteniendo que, por supuesto hay avances, pero esos avances implicaron sangre muchas veces, de hecho, casi siempre, implicaron esfuerzos conjuntos del mundo popular. ¿Cómo es posible recuperar esos esfuerzos conjuntos? ¿Cuál es el futuro del movimiento popular de aquí en adelante?

SG: Hay muchas cosas rescatables en la historia de Chile. La construcción del movimiento obrero y popular es algo portentoso en las condiciones en que este se realizó desde la segunda mitad del siglo XIX. Las luchas de larga duración con grandes sacrificios, las conquistas democráticas, no solamente de la clase obrera o de los trabajadores, también de los sectores medios, de la intelectualidad progresista, incluso de algunos grandes burgueses progresistas en el plano de la cultura, son cuestiones muy positivas que han marcado no solo nuestro devenir histórico, sino que también han tenido cierta trascendencia internacional. Elementos de nuestra cultura, de nuestro canto, poesía y literatura, de nuestros íconos políticos, son valores o patrimonios de toda la humanidad. Esas son cuestiones de las cuales, evidentemente, podemos sentirnos contentos y hasta orgullosos. ¿Qué hacer para retomar esa senda y plantearla con nuevos bríos, nuevas perspectivas y nuevos formatos de acuerdo con las condiciones actuales, porque no se trata de rehacer el camino ya hecho en otro contexto? En primer lugar, hay una tarea política inmediata, para este año. Hay que impedir que la casta política y las clases dominantes, cierren por arriba el desafío que les lanzamos por abajo en octubre de 2019. Hay que impedir la aprobación del nuevo texto constitucional que, ya podemos intuirlo, va a ser más retardatario que el que tenemos en la actualidad. Hay que asegurar un triunfo, ojalá masivo, del voto en contra en diciembre, de manera de que podamos seguir con la cuestión constitucional y constituyente abierta. No para enfrentarla de manera inmediata porque no existen las condiciones para ello, pero sí un resultado que nos permita seguir levantando en un plazo prudente como una tarea factible, concreta, la convocatoria a una Asamblea Constituyente efectivamente libre y soberana. El triunfo del voto “en contra” es una tarea urgente, es para este año. Y al mismo tiempo, la otra tarea, permanente, que va mucho más allá de este año, de todo momento, es la reconstrucción de movimientos y organizaciones sociales autónomas respecto de los aparatos y de las instituciones del sistema o que colaboran con el sistema. Necesitamos movimientos y organizaciones sociales populares autónomas respecto de los partidos políticos institucionales, del empresariado, de las iglesias, de los organismos estatales, de las fundaciones, de las ONG y de una serie de poderes que se manejan en perspectivas meramente infrasistémicas y de gobernabilidad sistémica. Solo un movimiento o movimientos con esas características de autonomía pueden darnos la posibilidad de trazar una nueva senda con perspectivas más auspiciosas. Esas son tareas por venir. ¿Estaremos en condiciones de cumplirlas? No lo sé, pero me parece que este es el principal desafío.

ME: Muchas gracias, profesor por esta conversación. Les agradecemos a todas y todos los estudiantes de Ciencias Sociales de nuestra Universidad. Ha sido una conversación en lo personal muy grata, yo lo esperé todo el semestre pasado. Les dejamos invitamos a reaccionar a esta entrevista. Reiteramos que son temáticas vinculadas a la memoria histórica, a la conmemoración del 11 de septiembre y también a los futuros del movimiento popular a propósito de la temática anual de nuestra revista y que también dejamos como complemento en la página institucional y en las redes sociales de Némesis. Les agradecemos su participación y por comentarios que nos puedan servir para futuras entrevistas, espero también hacerle una al profesor Manuel Antonio Garretón, me imagino que habrá diferencias, pero por supuesto retomando la línea del trabajo crítico en Ciencias Sociales de nuestra revista, de nuestra facultad y de la Universidad de Chile. Muchas gracias.

SG: Muchas gracias, nuevamente, por la invitación.

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_________ @mikelorrantia: Me identifico, diría, al 100% con el análisis que hace el profesor Graz (Chile y España ¡se parecen tanto!). Copio un párrafo igualmente válido para España (y Euskadi – Navarra):

Cito ejemplo de utilidad compartida del análisis de

«SG: Salvo los partidos de la burguesía, de la derecha clásica que sí son representativos de los sectores con los cuales ellos se identifican, el resto de los partidos de centro e izquierda, entre comillas, no representan a nadie más que a ellos mismos, representan a las cúpulas que los dirigen. Los trabajadores, la gran masa ciudadana y popular no hace política organizada en Chile desde hace mucho tiempo. ¿Hay partidos obreros, como se llamaban antes? ¿Lo son el Partido Comunista, el Partido Socialista? ¡Ni que hablar del Frente Amplio! ¿Son partidos obreros o de trabajadores? No, son partidos de clases medias, de burócratas, de funcionarios estatales, son agencias repartidoras de empleo. La supuesta nueva izquierda representada por el Frente Amplio ha incurrido exactamente en lo mismo. Son partidos sin base social popular. En las elecciones de renovación de directivas en cualquiera de estos partidos, el Frente Amplio, por ejemplo, con todas las comodidades, sentados desde su computador, no tienen ni siquiera que acudir a un local de votación y vota una cantidad de 3.000 o 2.000 personas, a veces menos, tratándose de partidos que tienen teóricamente decenas de miles de militantes, entendiéndose por militantes una persona que firmó un registro en la calle… para mí eso no es un militante. Entonces los partidos políticos son estas maquinarias al servicio de sus caudillos, que no cuentan más que con la clientela que se beneficia con alguna prebenda, algún cargo estatal, municipal, alguna movida con una fundación o ONG, pero no más que eso… Los trabajadores hoy en Chile no tienen instrumentos de representación política, gremial sí, pero política, partidista no.»

¿POLARIZACIÓN?: no tengo nada claro que la ausencia de polarización sea buena, en este mundo, para los progresistas (observad que no digo para los socialistas, anarquistas o comunistas, o sea, que contemporizo)

Últimamente parece haberse desatado la caza intelectual al animal ‘polarizador’: un mal epidémico que aqueja a la España «polarizada entre «rojos y pardos», pero cuya parte derechista, ha sido instruida por los macabros malos y falsarios quehaceres propagandísticos norteamericanos.

Pues bien: yo no lo tengo nada claro, no tengo nada claro que la ausencia de polarización sea buena para los progresistas, ni para la ciudadanía que vive de su trabajo sin poderes ni recursos notables, en este mundo capitalista de poderes momopolizados por minorías plutócratas y oligárquicas. (Observad que no digo para los socialistas, anarquistas o comunistas, o sea, que contemporizo).

Siempre, históricamente, siempre que las izquierdas se han acojonado y han recurrido al salvífico «contemporicemos’ no ‘polaricemos’, acordemos el común denominador democrático con estas derechas ultra conservadoras, a ver si así las reconducimos hacia la democracia, siempre, hemos salido trasquilados: Con sus inagotables recursos y poderes, con el miedo o empatia que infunden, y su propaganda, finalmente logran apoyo popular, prostituyen las democracias, establecen poderes autoritarios y, después, llegan las persecuciones, las penurias, cárceles, asesinatos y exilio de los de izquierdas y demócratas sinceros. (Por cierto: ¿dónde nos exiliaremos la próxima vez los demócratas españoles y vascos…?).

Lo propio de las democracias no es la contemporización sino el debate de proyectos e ideas y la revalorización por las urnas de la opción de gobierno, respetada por la minoría perdedora que, a su vez, deberá ser respetada por la mayoría gobernante.

Pero, sin debate de opciones, sin confrontación de propuestas, análisis e ideas, no hay democracias sino tecnoburocracias del capital.

Prefiero el disenso y la confrontación razonada de ideas. Y la democracia que encuentra su significado más riguroso en el respeto de la diferencia y la protección legal de las libertades sociales ciudadanas y los DD.HH.

A muchos que viven muy bien, eso les contentará; a mi, que no vivo mal, no me satisface por mi afecto a la libertad, igualdad y fraternidad.

Salud

@mikelorrantia

Estamos en una crisis sistemica global, en Occidente las poblaciones, no quieren que se les hable de ello…

Estamos en una crisis sistemica global, en Occidente las poblaciones, no quieren que se les hable de ello.

Además de la crisis climática y las guerras abiertas, el mundo asiste entre confundido e ignorante, tipo avestruz ante los riesgos, a crisis biológicas, economicas, políticas, judiciales y militares, y de carestía y agotamiento de alimentos basicos (como el agua potable), a hambrunas y pandemias mortales, terribles, sin solución de continuidad…

Asistimos también a la paulatina, lenta y sangrienta pérdida de su hegemonía por parte del imperio capitalista anglosajón… Ello, sin claras alternativas para el capitalismo Occidental bajo su tutela protectora (cultural, legal, militar y policial…). ¿Es el fin de un modelo?

Ningún imperio en la historia ha cedido su espacio de poder hegemonico voluntaria y pacíficamente; lo cual, con las tecnologías de usos militares actuales y en investigación, añadido el cambio climático y las guerras biológicas y economicas/alimenticias, …

Todo lo cual, nos sitúa ante un escenario, en las próximas decadas, potencialmente terminal… o así.

O cambiamos la forma de vida capitalista, productivista, degradante, occidental y asimilable o nos aniquilamos unos a otros con el final de los ecosistemas de los que vivimos.

@mikelorrantia

SUMAR incluye finalmente a un PODEMOS en horas bajas. La pretensión de los ‘morados’ de seguir negociando la inclusión de Irene Montero en las candidaturas choca con un pacto que incluye ya los nombres de los cabeza de lista

Yolanda Diaz saca musculo leninista frente al de las líderes de Podemos y gana el pulso por el control de las listas y el presupuesto del nuevo «partido», coalición, movimiento, a la izquierda del PSOE. @mikelorrantia

AL FINAL MI OPINIÓN PERSONAL @mikelorrantia

CRONICA DE «PUBLICO»:        

Yolanda Díaz impone una cláusula contra una escisión de Podemos: si se van pierden el 23% del dinero de la coalición

La pretensión de los ‘morados’ de seguir negociando la inclusión de Irene Montero en las candidaturas choca con un pacto que incluye ya los nombres de los cabeza de lista

https://www.elmundo.es/elecciones/elecciones-generales/2023/06/11/64845858fdddff6b868b45ce.html

España
ELECCIONES GENERALES

ÁLVARO CARVAJAL
@alvaro7carvajal
Madrid. Actualizado Domingo, 11 junio 2023 – 01:38

Imagen: Yolanda Díaz, en la presentación de los acuerdos de coalición. R. Jiménez EFE

23-J Yolanda Díaz celebra «el mejor acuerdo para España» y Podemos la desafía alargando la guerra por Irene Montero

Política Dos años de guerra Iglesias-Díaz: el ‘dedazo’ del líder convertido en un boomerang para degollarlo

Podemos: Irene Montero, la líder de todas las purgas, acaba como la gran purgada con sólo 35 años

La unidad a palos entre Sumar y Podemos arroja más dudas que certezas sobre la convivencia entre ambos espacios durante la campaña electoral, así como después en el grupo parlamentario que se configurará para los próximos cuatro años. Para atar en corto al partido morado y evitar que vaya por libre, los negociadores de Yolanda Díaz trataron de blindarse estableciendo una serie de cláusulas en el documento político que firmaron los 15 partidos. En ese papel están pactadas por todos las reglas de juego, así como los pormenores de la coalición, desde los puestos en las listas -muchos de ellos con nombres y apellidos- hasta el reparto del dinero. Rubricar ese acuerdo global era la condición ineludible para luego estar en un segundo documento, el oficial que se presentó a última hora del viernes ante la Junta Electoral para registrar la coalición.

Una de las cláusulas del acuerdo trata de impedir que los teóricos ocho diputados de Podemos aprovechen que ya han entrado en el Congreso para largarse al Grupo Mixto u otro grupo parlamentario que exista, desde el que tendrían las manos libres para establecer su propia estrategia política sin tener que estar sometidos a a las directrices de Yolanda Díaz.

El documento estipula que la candidatura de Sumar se plasmará en el Congreso en «un solo grupo parlamentario» con todos sus diputados. El funcionamiento de éste, continúa el texto de esta cláusula, «se regirá por un reglamento que respetará los acuerdos adoptados en estos protocolos y se acordará entre las fuerzas políticas que componen la coalición».

Por la experiencia de 2015, Podemos sabe que no puede formar un grupo propio por haber competido contra Sumar, pero en realidad, por mucho que diga el acuerdo político, sus diputados sí tienen la capacidad para marcharse al Mixto cuando quieran. Ya sucedió a mitad de la pasada legislatura dentro del grupo de Unidas Podemos con Meri Pita y también en el de Ciudadanos con Pablo Cambronero. Ambos abandonaron la disciplina de sus partidos para volar por su cuenta y riesgo.

EL DINERO

La forma de disuadir a Podemos de una hipotética escisión es el dinero. Pues la cláusula en sí no impediría nada, dado que las actas de los diputados son individuales y no son propiedad de los partidos ni de las candidaturas. El acuerdo político establece que los morados recibirán un 23% de las subvenciones a las que tiene derecho la coalición para su funcionamiento. Ese dinero lo inyecta cada mes el ministerio del Interior directamente a los partidos en la proporción estipulada.

Si una fuerza política de las 15 que están decidiera salirse del grupo parlamentario perdería inmediatamente el derecho a todos esos ingresos. Pues estaría absolutamente fuera del pacto. En el Grupo Mixto manejaría unos ingresos mucho más bajos y tendría también un número de asistentes bastante menor.

Otra de las cláusulas interesantes del acuerdo político hace alusión a la campaña electoral. Los partidos tienen el compromiso de seguir la línea marcada por los responsables de Sumar -Díaz ya ha nombrado unos cuantos nombres- y no da pie alguno a que haya fuerzas políticas que puedan ir a su aire.

Este asunto preocupaba por la entrada de Podemos en la coalición. Sobre todo después de ver las excentricidades que hizo a espaldas de IU en lugares como la Comunidad de Madrid, con una lona increpando a los vecinos del barrio de Salamanca de la capital, con otra lona atacando al hermano de Ayuso -además de camisetas- o con el cartel contra Florentino Pérez.

Sumar se blinda el control de la campaña y los mensajes y acciones con esa cláusula. Asimismo, tal era el interés en algunas fuerzas en este asunto que en el pacto bilateral con Más Madrid se establece que este partido codirigirá la campaña en el ámbito de la Comunidad con el equipo de Sumar, en una dirección colegiada. Esto controlaría a Podemos.

INCLUSIÓN DE IRENE MONTERO

El acuerdo político es la clave de todo. También es la razón que impide una revisión de las condiciones, por mucho que Podemos haya apostado por abrir una nueva ofensiva sobre Díaz para incluir a Irene Montero en la candidatura en el tiempo que queda para registrar las listas electorales. El último día de plazo es el 19 de junio.

Ese acuerdo estipula los puestos que tiene cada partido y en muchos casos aparecen los nombres de las personas que los van a ocupar. Es el caso de los puestos de salida que tiene reservados Podemos. Por eso no se pueden modificar bajo ningún concepto. Porque forma parte de un acuerdo aprobado y firmado por los 15 actores políticos.

El documento dicta que Podemos tiene el puesto cinco por Madrid (Ione Belarra), el cuatro por Barcelona (Lilith Verstrynge) y los cabezas de lista por Álava (Roberto Uriarte), Granada (Martina Velarde), Guipúzcoa (Pilar Garrido), Murcia (Javier Sánchez Serna), Navarra (Idoia Villanueva) y Las Palmas (Noemi Santana). Es cierto que Podemos tiene otros siete números uno más, pero sin opciones reales de salir elegidos (Ávila, Badajoz, Cáceres, Guadalajara, Palencia, Segovia y Teruel). Situar a Irene Montero ahí o a Pablo Echenique en alguno de ellos sería en vano.

Para Sumar la negociación ya está «cerrada» y lo que se ha acordado es lo que está plasmado en el documento. Por eso, la nueva ofensiva desatada ayer por Podemos para presionar e incluir a Montero se va a estrellar contra ese muro. Belarra en una carta a los militantes y Verstrynge en declaraciones a medios subrayaron que no aceptan el «veto» y que alargarán su exigencia «hasta el último minuto» por ser un «error». Es más, los morados afirman que la rúbrica del pacto se produjo «sin acuerdo».

Tras la intervención pública de Belarra el pasado viernes, Podemos recibió un ultimátum. No se negocia más. O se firmaba el documento político -y a continuación la coalición- o estaban fuera. Podemos aceptó a costa de «sacrificar» a Montero porque la alternativa de ir en solitario era muchísimo peor. Pablo Iglesias calificó ayer de «muy humillante» las exclusiones de la ministra y de Pablo Echenique, dijo que los puestos en las listas que tiene el partido son un «desprecio» pero bendijo que sus compañeros de la dirección «aciertan» al poner por delante la necesidad de unidad que «la propia dignidad» de su formación.

Intentando pasar página de este lío para poder centrarse en la campaña y hablar a los votantes, Díaz celebró el pacto como «el mejor acuerdo político para España». «Nos pedíais un acuerdo y lo hemos conseguido».

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MI OPINIÓN: @OrrantiaTar:

Sigo siendo un apatrida de partido y me siento activista de la izquierda alternativa al capitalismo dominante; y hoy también siento una profunda vergüenza por la constatación del peso de intereses personales, durante estas luchas internas «de personas» por el poder y el control de los puestos con sillón institucional y presupuesto garantizados, en el «partido» resultante promovido por Yolanda Diaz y su equipo, SUMAR.

Por constatar otra vez lo que en esas peleas de corral, lo que en ellas pesan el posicionamiento de los líderes de los grupos de interés.

No se trata únicamente de tal o tal otra persona, perfectamente reemplazables por otros militantes, incluso mejor preparados y más inteligentes y «democraticos»; se trata de los intereses personales de los «pretorianos» que van detrás de cada líder tratando de asegurarse su parcela de poder…

…Y ese no es el camino, de ello estoy totalmente seguro…

Acabo de decir finalmente mi voto: en esta ocasión ira a EHBILDU en el Parlamento y en el Senado a la coalición de estos y Erc (Rufián me cae mejor que Yolanda y Montero, puestos a movilizar sentires…).

Salud, mientras intentamos, eso sí, parar a las derechas conservadoras nacional catolicas hispanas, autoritarias y corruptas, que son, aún, muchísimo peor para nosotros «los sin», liquidando libertades y derechos humanos fundamentales.

Mikel-Tar Orrantia Diez. En Urdaibai, domingo, 11 de junio de 2023

Los duendes surfean los copos de nieve… ¡la nevada copiosa me devuelve a la infancia…!

Los duendes surfean los copos de nieve… ¡la nevada copiosa me devuelve a la infancia…!
Miro por la ventana, esperanzado, como un niño que desea ver, de nuevo, a los duendes, surfeando en los grandes copos de nieve que una vez vio (o soño) ilusionado; pero, lo que estoy viendo, son, unicamente, bolitas blancas, esponjosas, de nieve dura; y, además, ha venido el sol, entre tres nubes, a decirme que ahora no… Esperaré, a que se cumplan mis sueños; pues, pienso que, aunque no llegue a verlos cumplidos, vivire como si … yo fuese uno de los duendes que surfean los copos, de una ‘calida’ e intensa nevada cubriendo campas y tejados y árboles de mis entornos. Y, ello, a pesar de la vejez, o quizá por ella: ya no tengo prisa … únicamente soy inquietudes, deseos, pasiones, contenidas por las limitaciones de la vejez y las jaulas autoimpuestas de la cultura… ¡Ah! si, claro: y también, sobre todo, soy sueños por cumplir…
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…Y, claro, se y defiendo, que nadie en la Tierra debería pasar frío por necesidad. De hecho : nadie debería pasar necesidad.

Si hubiese un dios todopoderoso una de tres: o, 1. no tiene tal poder homnimodo, o, 2. es un dios colérico, psicópata y malo, o, 3. No hay tal dios y únicamente es una ficción creada por el ser humano para explicarse lo que no comprende (su brevedad de vida, por ejemplo) y/o para embaucar y dominar y ostentar poder y riqueza. Es lo que aprendí y lo que pienso.

@mikelorrantia Forua (Bizkaia) 27.02.2023. 10:16H.

@mikelorrantia Forua (Bizkaia) 27.02.2023. 10:16H.

Una re-evolución gaiana para no ser asesinosHabitar sin desfallecer el horror contemporáneo, e incluso soñar una revolución que es tan necesaria como imposible: la respuesta está en la teoría de Gaia.Fernando Llorente Arrebola

Muy recomendable lectura y reflexión. Impulsa a la acción organizada… @mikelorrantia

Una re-evolución gaiana para no ser asesinos

Habitar sin desfallecer el horror contemporáneo, e incluso soñar una revolución que es tan necesaria como imposible: la respuesta está en la teoría de Gaia.

Fernando Llorente Arrebola
25 ENE 2023 07:00

https://www.elsaltodiario.com/ecologia/-una-re-evolucion-gaiana-no-ser-asesinos?&utm_medium=social&utm_campaign=web&utm_source=whatsapp

ECOLOGÍA
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2 Contaminación bis
Fotografía: Amir Hosseini (Licencia Unsplash)
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En el futuro, cuando los historiadores dirijan su mirada a nuestro tiempo se preguntarán cómo era posible que viviéramos tan despreocupados al borde del abismo, cómo era que las mayorías sociales siguieran viviendo tranquilamente en una inercia que directamente alentaba la catástrofe y cómo fue posible que se ignoraran olímpicamente las advertencias y las llamadas a enmendar el rumbo que algunas minorías estaban tratando de difundir. Minorías a las que incluso, más allá de ignorarlas, se empujaba a la marginalidad si lo hacían desde el campo de la ciencia, o se las atacaba si lo hacían desde el campo del activismo y la lucha sociopolítica.

Ya pueden comprobar que hoy me he levantado optimista: presupongo que habrá futuro, y que habrá historiadores y estudiantes de historia con tiempo y ganas para recordar nuestra contemporaneidad. O sea, que presupongo que habrá algún tipo de continuidad de la civilización que conocemos, algo que desgraciadamente no está garantizado, y este es, de hecho, el gran reto histórico al que nos enfrentamos actualmente.
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Huerto rural autoconsumo – 5
FERNANDO LLORENTE ARREBOLA
Apología de la Ecología
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Las amenazas contra esta continuidad de la civilización son demasiado complejas y multidimensionales pero se puede hacer un esbozo muy resumido de ellas así: la alteración irreversible del clima por la quema de los recursos fósiles del subsuelo, recursos fósiles que inevitablemente se están agotando; la catástrofe de la biodiversidad no sólo en cuanto a extinción acelerada de especies enteras, sino también por la disminución brutal de efectivos de las no extintas y el daño destructivo y también irreversible a los ecosistemas fundamentales (selvas tropicales, costas marinas…); y por último la amenaza nuclear tanto de carácter civil como de carácter militar (que nunca antes había quedado tan claro que están estrechamente unidas, como con la guerra inter-imperial que se libra sobre el territorio y el pueblo de Ucrania). Además, estas grandes amenazas globales se retroalimentan mutuamente en una espiral endiablada que sería tedioso describir aquí.

Todos los periódicos y telediarios deberían abrir todos los días con estos acontecimientos en portada, todos los discursos políticos deberían estar centrados en cómo dar respuesta a este reto histórico global, todas las tertulias y conversaciones deberían estar girando sobre estas acuciantes amenazas. Deberíamos vivir en estado de emergencia permanente porque, de hecho, la situación es de emergencia; pero muy al contrario, ignoramos la realidad completa y decididamente, miramos para otro lado cuando alguien señala las amenazas e incluso se zahiere y desautoriza a las voces que alertan sobre la emergencia. Esta ignorancia colectiva, esta renuencia a mirar de frente la realidad, representa una auténtica inversión y/o perversión del sentido común y es la principal causa de que la catástrofe sea inevitable.
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Desde que nací hay el doble de humanos en la Tierra y la mitad de animales, en los últimos 40 años se ha emitido tanto CO2 y otros GEI (gases de efecto invernadero) como los que se emitieron en los dos siglos anteriores, desde los inicios de la llamada “revolución” industrial
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Desde que nací hay el doble de humanos en la Tierra y la mitad de animales, en los últimos 40 años se ha emitido tanto CO2 y otros GEI (gases de efecto invernadero) como los que se emitieron en los dos siglos anteriores, desde los inicios de la llamada “revolución” industrial. Es decir, que una sola generación (la nuestra) ha impactado tanto en el clima como las seis que la precedieron, que a su vez habían impactado tanto como todas las generaciones de homo sapiens anteriores.

Lo más doloroso es que esta generación nuestra ya sabía todo: desde el gran avance evolutivo de la conciencia colectiva que supuso Mayo del 68 y la eclosión de los movimientos feminista, ecologista y pacifista, sabíamos que el rumbo de la maquinaria histórica que llamamos capitalismo globalizado era catastrófico. En 1971 Nicholas Georgescu-Roegen publicó La Ley de la Entropía y el Proceso Económico, en 1972 vio la luz el primer informe del Club de Roma sobre los Límites del Crecimiento: es decir, que hace más de 50 años que tenemos las bases científicas y éticas con las que haber construido una vía emancipatoria que evitara la catástrofe y el abismo. Por el contrario, en este medio siglo hemos asistido a, y participado de, una aceleración en la extralimitación (caminar por fuera de los límites), de una extensión y profundización del extractivismo y del daño a Gaia, de una ruptura irreparable de la estabilidad climática que necesitamos más que el comer, para entre otras cosas poder comer.

A medida que nos acercamos al punto de no retorno hacen falta cada vez medidas más radicales para frenar la locomotora del progreso. Si después de Mayo del 68 se hubiera iniciado una senda verde/violeta hacia una economía estacionaria, justa socialmente y neutra en carbono, esta transición hubiera podido ser poco traumática (salvo para las élites, que por eso mismo contraatacaron eficiente y contundentemente con la huida hacia adelante a la que llamamos globalización neoliberal), gradual y amable. Pero en lugar de esa vía verde/violeta padecimos una contrarrevolución conservadora, retrógrada y ecocida, ensayada primero en el laboratorio chileno de la sangrienta dictadura de Pinochet y generalizada luego por el tándem de Thatcher y Reagan, a la que se sumó de buen grado hasta la socialdemocracia (González, Blair, Schroeder…) que desataron una ofensiva en forma de huida hacia adelante en términos de entropía, superpoblación, desigualdad social y extralimitación energética y ecológica. En vez de tirar, entonces, de los frenos de emergencia de la historia que invocaba Walter Benjamin, aceleramos más la locomotora del “progreso” y ya no nos queda tiempo para que los frenos, ni siquiera los de emergencia, logren parar la marcha enloquecida al abismo. La única salida, 50 años después, es ¡descarrilar el tren y arrancar las vías!
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Ya no hay margen temporal ni recursos materiales y energéticos para la senda reformista, ya no hay tiempo para un cambio gradual, ya no es posible (si es que alguna vez lo fue) una alternativa dentro del sistema, ya sólo queda una desesperada vía re-evolucionaria
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Ya no hay margen temporal ni recursos materiales y energéticos para la senda reformista, ya no hay tiempo para un cambio gradual, ya no es posible (si es que alguna vez lo fue) una alternativa dentro del sistema, ya sólo queda una desesperada vía re-evolucionaria por fuera, y contra este, que descarrile el tren antes de que nos despeñemos por el abismo del colapso de la civilización industrial e incluso, en el peor de los escenarios, de la extinción humana. Una revolución no ya para vivir mejor o caminar hacia la utopía, sino para no ser asesinos de nuestras hijas y nuestros nietos.

Arrancar las vías que nos conducen al precipicio es abandonar la Ciencia Económica imperante, que gobierna no solo las políticas públicas y las empresas sino también los propios comportamientos individuales, una ciencia que ignora la realidad biofísica, aborrece de los límites termodinámicos, ecológicos y morales, y da rienda suelta a los peores instintos competitivos y egoístas del individualismo humano. Una ciencia que ha devenido falsa conciencia, Religión, en el peor sentido de la palabra, con dioses, ídolos y mitos falsos y peligrosos como el del Crecimiento perpetuo, la Competencia, el Libre Mercado, el PIB, el Progreso etc.

También hay que arrancar las vías de la Tecnociencia, auténtico brazo armado de la Religión económica que, aunque no ha logrado alimentar y cuidar adecuadamente a todos los seres humanos, sí que acumula material para destruir a toda la humanidad varias veces (si es que el “varias veces” no fuese una criminal y absurda redundancia) y de varias formas distintas: atómica, química, bacteriológica, climática… Y para arrancar esas vías primero hay que desarraigar del alma humana el pecado original del antropocentrismo y la escisión cartesiana que nos separa de la naturaleza y nos lleva a odiarla.
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Lobo antiguo
FERNANDO LLORENTE ARREBOLA
Los lobos de Gaia en Monfragüe
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Hay que subrayar esto último: odiamos la naturaleza consciente e inconscientemente, nuestra cultura contemporánea mayoritaria opera sobre un fondo no explicitado y muchas veces disimulado de ecofobia, de desprecio a la naturaleza, de odio a lo salvaje, a lo primitivo, a lo instintivo, de odio (y miedo) al bosque, a los otros animales, al mar, etc. El negacionismo climático es una de las formas contemporáneas que adopta este odio a la naturaleza y sus límites. El mucho más extendido negacionismo energético, ese que niega la inevitabilidad del declive fósil, es directamente un odio, pueril si no fuera trágico, contra las leyes de la Termodinámica, específicamente contra la entropía.

Vivimos en sociedades que están como hipnotizadas y anestesiadas, ensimismadas, en un aparente estado de ebriedad generalizada por sobreabundancia de riqueza, energía y tecnología. Desde la invención de la máquina de vapor nos hemos pegado un chute de energía prehistórica fósil que literalmente nos ha enloquecido y ha convertido el mundo en un manicomio a cielo abierto, de tal modo que 250 años después, somos como el coyote del correcaminos que sigue corriendo, pese a no pisar ya suelo y estar pataleando en el aire, sobre el abismo. La caída es inminente y es de esperar que, como cuando nos caemos en un sueño, antes de impactar contra el suelo, nos despertemos.

Mientras no llegue ese momento de la metanoia global o gran milagro de la conciencia colectiva, nos seguimos relatando cuentos falsos y seguimos, por tanto, haciendo cuentas falseadas: que vamos a seguir cultivando y transportando objetos y personas pese a la caída de la extracción de recursos petrolíferos, como si el cada vez más caro diésel no fuera la sangre del sistema, que el coche eléctrico es generalizable, que el capitalismo puede ser verde, que el hidrógeno es renovable, que la fusión nuclear nos va a proveer energía infinita y a la mierda las leyes de la termodinámica, que ya aparecerá alguna tecnología que estabilice el clima y devuelva el hielo a los glaciares, que venceremos (sea cual sea el vencido, sea cual sea la guerra), que la pobreza y la muerte siempre van a estar al otro lado de nuestras fronteras, que somos dueños y señores de la naturaleza, que todos los seres de la Biosfera están ahí para servirnos y en su caso ser sacrificados para beneficio de ese ser excepcional de la creación que es el ser humano, que podemos seguir extinguiendo especies sin daño para la nuestra, que los animales de las granjas Auschwitz no sufren y que nosotros al comerlos no ingerimos su dolor, que se puede seguir cultivando a base de venenos y salir ilesos, y “adelante con los faroles” que decía Ballestrini en su novela Los Invisibles.
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Si no teníamos bastante angustia con los retos descomunales que representan el declive energético, la disrupción climática y el colapso ecológico, nuestras élites nos embarcan en guerras fratricidas.
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Sumergidos en esta fiesta del sobreconsumo, el trabajo alienante y la distracción digital asegurada vamos a la extinción porque ¡es más cómodo que hacer la revolución! .

Si no teníamos bastante angustia con los retos descomunales que representan el declive energético, la disrupción climática y el colapso ecológico, nuestras élites nos embarcan en guerras fratricidas (toda guerra es fratricida) por el control de los recursos mineros y energéticos y por la disputa de la hegemonía mundial, dilapidando en el esfuerzo bélico, además de vidas, recursos, trabajo y conocimientos que necesitaríamos para “colapsar mejor”, para salvar el máximo de vidas y libertades, para guardar semillas, para reparar ecosistemas, para ensayar remedios…

Existen guerras como la que se libra en Ucrania, que provocan una polarización mundial que no tiene visos de acabar bien, sobre todo porque, una vez más, la ciudadanía se ha entregado sin apenas resistencia, como en los anteriores conflictos mundiales, al ardor guerrero y la locura belicista de todos los gobiernos (incluido el más progresista de la historia), y al delirio nacionalista xenófobo (incluido el europeo), mientras la industria armamentista, que es la rama más prescindible y criminal del entramado capitalista, se frota las manos, acumulando pingües beneficios, arrancados de los presupuestos públicos, que se ocultan en paraísos fiscales. Y en el horizonte, la ominosa amenaza de guerra atómica.

Mientras la conciencia del desastre contemporáneo alcanza la suficiente masa crítica que provoque algún tipo de reacción colectiva, hasta que las masas despierten de la letargia inducida, el reto inmediato para las minorías que ya son conscientes de que esta sociedad está acabada, es cómo habitar esta durísima coyuntura histórica, esta bifurcación dramática que tiene enfrente la humanidad, sin sucumbir al espanto, al miedo, al dolor moral, a la culpa y a la desesperanza. La cuestión es encontrar la manera de habitar la catástrofe orillando la tentación del nihilismo. Hacer el duelo por el mundo que acaba, pedir perdón y cuidar el humus y las semillas del que emergerá el nuevo.
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Adultos que no pueden dormir, cachorros que no quieren vivir: lo nunca visto entre los mamíferos, y que pone en evidencia que hay algo que va mal, muy mal, en el alma de la humanidad contemporánea
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Un conjunto de afectos negativos que se han denominado eco-ansiedad prolifera cada vez más, no en vano en nuestras aparentemente opulentas y despreocupadas sociedades crece el consumo de ansiolíticos, antidepresivos, hipno-sedantes, y el uso y abuso de todo tipo de drogas legales e ilegales, mientras se extiende, cada vez más, la enfermedad mental y los suicidios, de un modo dramático también entre la infancia y la juventud. Adultos que no pueden dormir, cachorros que no quieren vivir: lo nunca visto entre los mamíferos, y que pone en evidencia que hay algo que va mal, muy mal, en el alma de la humanidad contemporánea.

Habitar, sin desfallecer, el sinsentido de la cotidianeidad capitalista en crisis es realmente una tarea complejísima, pues somos seres necesitados de sentido, y en la espiral destructiva de sobreconsumo y trabajo alienante no lo hay. La única vía decente y práctica para lograrlo es salir de los raíles del antropocentrismo y pensar el mundo, pensar la historia y pensarnos desde otro “centro”, habilitando una línea de fuga de la mencionada escisión cartesiana que nos resitúe en la conciencia de que somos interdependientes y ecodependientes: necesitamos de los demás humanos y necesitamos de las demás especies para desplegar una vida que merezca la pena ser vivida y ser contada. Es muy liberador tomar conciencia de que no somos el centro de nada, Galileo nos liberó de la ilusión de ser el centro del universo, la Teoría de Gaia de Lovelock y Margulis viene a liberarnos de la pesada carga de ser el centro de la vida en el planeta, el centro de la Tierra.

Gaia es el ecosistema de los ecosistemas, el superorganismo que emerge de la coordinación y simbiosis de todos los ecosistemas y seres vivientes de la Tierra. Y nuestra posición ahí ya no es central, sino que más bien se asemeja a las de las células de nuestro cuerpo: tienen individualidad y propósitos particulares pero están supeditadas al organismo común y sus propósitos generales. Somos células de un organismo planetario enorme, antiquísimo e hipercomplejo que tiene leyes, que tiene límites, y que tiene propósito: el auto-mantenimiento, la continuidad temporal y espacial de la vida, lo que implica, según sus leyes, aumento de la complejidad, más biodiversidad y reciclado constante de todos los materiales.

Necesitamos de los demás humanos y necesitamos de las demás especies para desplegar una vida que merezca la pena ser vivida y ser contada
Gaia es autopoyética y homeostática, ha resistido calamidades mucho más graves que la conjunción del capitalismo, el patriarcado, el colonialismo racista y el antropocentrismo ecocida, ha soportado extinciones masivas provocadas por meteoritos o vulcanismo, ha sabido adaptarse al aumento de la radiación solar, en 4000 millones de años no ha quebrado nunca. Para ella no somos tan importantes, desde esa perspectiva no tenemos que “salvar el planeta” porque de hecho no podemos “salvar el planeta”, apenas si podemos salvarnos a nosotras mismas, y salvar algo de nuestra civilización, salvar algunas semillas, algunos paisajes, algunas canciones, algunas vidas, algunas libertades, algunos deseos de justicia, algunos poemas, algunos saberes…
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Varios pastor ganaderia – 1
EXTREMADURA
Álvaro García, cabrero extremeño: “Nos teníamos que dar la mano la ecología y la producción agropecuaria»
FERNANDO LLORENTE ARREBOLA
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Necesitamos reconectar con el sentimiento de pertenencia a la naturaleza, y digo reconectar porque en el pasado habitamos cosmovisiones integradas en la naturaleza, es decir coherentes con Gaia y por tanto virtuosas, simbióticas. La cosmovisión capitalista patriarcal e individualista no es coherente con el holobionte gaiano, es depredadora, hipercompetitiva y se asemeja más a un cáncer o a una catástrofe proliferante que carece de sentido espiritual y existencial y de viabilidad energética y ecológica, y por eso está condenada. Escribe Jorge Riechmann en su último libro Simbioética: “Gaia no nos necesita, aunque nosotros sí la necesitamos a ella: cultivando la humildad y cierta ligereza de ánimo, tratemos de encontrar sendas practicables hacia formas de florecimiento humano que no sean ecocidas.”

Jesús Ibáñez, en los 80 del pasado siglo, sostenía que nunca antes la revolución había sido tan necesaria como imposible. En estas 4 décadas transcurridas la tensión de esta aporía no ha hecho más que agudizarse. Cuanto más desesperadamente necesitamos un cambio de rumbo, más fuerzas se empeñan en continuar en esta inercia calamitosa que nos conduce a ecocidios seguidos de genocidios, porque todo ecocidio a corto plazo es un genocidio a medio o largo plazo. El papel de las minorías puede parecer irrelevante, pero Ibáñez siempre nos recordaba que “los apóstoles eran 12 y los bolcheviques apenas unos pocos más”. Además, en este arduo trance histórico contamos con una gran aliada: Gaia. No hay que desesperar, no hay que dejar de conspirar con ella.

Mientras se van ampliando esta conciencia gaiana, este despertar colectivo y masivo del que emergerá un nuevo sujeto revolucionario, una nueva hidra unánime y bio-céntrica, recordemos que la historia nos enseña que, según cuenta Enzo Traverso, “las revoluciones no pueden programarse, siempre vienen cuando menos se las espera”, y ¡cuando más se las necesita!, añadiría yo.

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Comentarios (2) :

Sirianta. 27/1/2023 22:19
Un artículo maravilloso… y tan aterrador.
Responder

ricardo-3. 25/1/2023 10:15
Gracias, una vez más, Fernando. Creo que también existen las ondas largas en la movilización social y ya va tocando una fase caliente, que no se producirá automáticamente pero para la que podemos encender pequeñas candelas.
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Salud y bienestar, mientras….

@mikelorrantia 26.11.2022

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