Dorian Lynskey: “El progreso tecnológico no va de la mano del progreso moral”.  En el 75º aniversario de la publicación de ‘1984’ entrevistamos al periodista Dorian Lynskey para tratar de entender a Orwell en 2024

Dorian Lynskey: “El progreso tecnológico no va de la mano del progreso moral”

En el 75º aniversario de la publicación de ‘1984’ entrevistamos al periodista Dorian Lynskey para tratar de entender a Orwell en 2024

Dani Domínguez
17 abril 2024 Una lectura de 7 minutos – lamarea.com

https://www.lamarea.com/2024/04/17/dorian-lynskey-el-progreso-tecnologico-no-va-de-la-mano-del-progreso-moral/?s=08

El ministerio de la verdad (Capitán Swing, 2022) es un libro sobre otro libro, una especie de biografía de George Orwell a partir de sus referentes a la hora de escribir 1984. En él, el periodista Dorian Lynskey recorre «las múltiples vidas» del clásico de la literatura mundial, una de las obras más citadas de la historia y, a pesar de ello, una de las más desconocidas por su multiplicidad de matices y significados.

Se cumplen 75 años de la publicación de 1984 mientras Europa vive una guerra dentro de sus fronteras y diferentes países advierten de una posible escalada bélica. ¿Se parece el mundo actual al que imaginó Orwell en su novela?

Por un lado, lo estamos haciendo mucho mejor de lo que imaginaba, porque no vivimos en un mundo dividido en tres superestados totalitarios. Aunque la democracia está actualmente en retroceso, hemos visto una gran mejora con respecto a la situación de 1949. Pero 1984 era una advertencia, no una profecía, y sigue siendo un conjunto de herramientas útiles para comprender el crecimiento de tendencias antidemocráticas, incluyendo la vigilancia, la censura, la propaganda y la demolición del concepto de verdad objetiva.

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Ciertamente, ayuda a explicar la Rusia de Vladímir Putin. Pero es importante recordar que Orwell basó el mundo de 1984 en lo que ya había sucedido bajo los regímenes de Hitler y Stalin. Estaba explicando más de lo que imaginaba. Así pues, si Putin se parece al Gran Hermano en algunos aspectos, es en realidad porque se parece a Stalin.

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Recuerda en El ministerio de la verdad que Orwell afirmó que durante la guerra cada avance científico «acelera la tendencia que nos lleva al nacionalismo y la dictadura». ¿La actual carrera armamentista va en esa dirección?

Orwell observó durante la guerra que la radio se utilizaba principalmente para hacer propaganda y que el avión se asociaba con el lanzamiento de bombas. Estos no eran inventos malvados en sí mismos, pero fácilmente se abusaba de ellos con fines bélicos y tiránicos. Hoy se podría decir lo mismo de Internet y de la inteligencia artificial: tienen el potencial de acelerar el avance hacia un mundo mejor, pero a menudo se utilizan para empeorar las cosas, ya sea mediante la desinformación online o para hacer la guerra con drones operados por inteligencia artificial. No es necesario ser tan escéptico respecto de la tecnología como lo fue Orwell para darse cuenta de que el progreso tecnológico no va de la mano del progreso moral.


En el momento de su publicación, una parte importante de la izquierda no entendió 1984 y una parte de la derecha no se sintió interpelada, sino todo lo contrario. Hoy ocurre algo similar y esa novela es utilizada por derecha e izquierda para atacar al oponente. ¿Quién no comprende a Orwell?


La mayoría de los lectores británicos entendieron que Orwell estaba satirizando el totalitarismo de Hitler y Stalin, pero muchos conservadores estadounidenses malinterpretaron 1984: pensaron que era un ataque a la izquierda en general, incluido el Gobierno laborista de Clement Attlee. Como socialista democrático, Orwell estaba tan molesto por esto que hizo declaraciones a la prensa para aclarar sus intenciones.

Hoy en día, muchos conservadores siguen utilizando 1984 para criticar a la izquierda. Debido a que el libro es tan conocido, incluso para personas que realmente no lo han leído, se ha convertido en un arma útil para usarla contra cualquiera que no te agrade. Creo que es importante leer el libro y otros trabajos de Orwell para comprender lo que realmente estaba diciendo y no reducirlo a la categoría de un insulto barato o un cliché.

Hoy, la desaparición de la «verdad objetiva» parece haberse consumado y la extrema derecha tiene una gran capacidad para amplificar lo que Trump llama «hechos alternativos». Y estas formaciones, como auguran todos los sondeos, verán reforzadas sus posiciones en las próximas elecciones europeas. ¿Hay una parte de la ciudadanía que necesita que le mientan?


Dorian Lynskey en una foto cedida por la editorial
Orwell escribió sobre el totalitarismo en sus primeros trabajos académicos. Describía muchos fenómenos que aún no tenían nombre: teorías de la conspiración, pensamiento de grupo, sesgo de confirmación, etc. Durante los últimos 75 años, los historiadores y psicólogos han trabajado mucho para aclarar por qué la gente es tan susceptible a la desinformación. En 1984, la gente se ve obligada a aceptar las mentiras del Ingsoc porque, de lo contrario, serían arrestadas y torturadas. La deprimente realidad actual es que millones de personas que viven en democracias respaldarán voluntariamente las mentiras más escandalosas e ignorarán lo que Orwell llamó «hechos inconvenientes» si estos no sirven para respaldar sus prejuicios. No requieren la amenaza del Gran Hermano. Pero si lees los artículos periodísticos de Orwell, queda claro que él era consciente de esta tendencia en ese momento y no se habría sorprendido. Uno de sus mensajes subestimados es que todos deberíamos ser conscientes de nuestros propios prejuicios y de cómo distorsionan nuestra comprensión del mundo.

Usted ha asegurado en Twitter que «en los años noventa, los teóricos de la conspiración eran fascinantes, para bien o para mal. Ahora son personas increíblemente aburridas para quienes cada noticia es una bandera falsa o un complot deliberado». ¿A qué se debe esta facilidad para difundir mentiras?

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Es una pregunta amplia e importante. Creo que una de las razones es que Internet ha permitido la difusión de información falsa y la construcción de comunidades online que efectivamente habitan en realidades alternativas.

Otro es el colapso de la confianza en los políticos, los medios de comunicación y las instituciones públicas. Cuando las personas, instintivamente, no creen en las narrativas oficiales, se vuelven vulnerables a explicaciones alternativas, sin importar cuán extrañas o lógicamente inconsistentes sean.

Un tercer factor es la forma en que los principales políticos y medios de comunicación, especialmente de derechas, han normalizado las teorías de conspiración y eliminado el tabú que las rodea. Como sociedad, debemos estar más alerta a las teorías de conspiración y no permitir que infecten más el panorama político.

Israel se ha convertido en una potencia tecnológica que exporta sus avances al resto del mundo. Según ha asegurado Amnistía Internacional, las autoridades israelíes utilizan tecnología de reconocimiento facial «para afianzar el apartheid» en Palestina. ¿Son las políticas israelíes discípulas de 1984?

Hay elementos del comportamiento de Israel que recuerdan a 1984, pero se podría decir lo mismo de Irán, China, Rusia, Hungría, los Estados Unidos de Trump o muchos otros. Orwell modeló la «Franja Aérea 1» basándose en el estalinismo, pero la ubicó en Londres para enfatizar que ningún país es invulnerable a la tiranía. Su tema era el abuso de poder, y eso puede ocurrir en cualquier lugar.

Los principales políticos y medios de comunicación, especialmente de derechas, han normalizado las teorías de la conspiración

Dorian Lynskey
Si hubiese que encontrar hoy un escenario real para rodar 1984, ¿dónde encontraríamos el mayor parecido?

Seguramente sería Corea del Norte, el régimen totalitario más duradero y cerrado del mundo. Está tan alejado del resto del mundo y ejerce tal poder sobre sus ciudadanos que la libertad de pensamiento y de expresión es imposible. Según mi propia teoría, un país en el que se puede leer legalmente 1984 no es el tipo de país que vemos en 1984. Corea del Norte supera esa prueba. Es una distopía de la vida real.

Orwell siempre fue un defensor del llamado «socialismo democrático». ¿Hay esperanza en esta ideología 75 años después de la publicación de su novela?

Orwell tenía una interpretación muy personal del socialismo democrático, lo que provocaba que a menudo discutiera con otros socialistas democráticos. Nunca logró encontrar a un político o un partido en ningún lugar del mundo al que pudiera aprobar plenamente. Pero, en el fondo, representaba la política de la izquierda no comunista: ni comunismo ni capitalismo de libre mercado ilimitado, con la misión de reducir la desigualdad económica sin sacrificar las libertades civiles. Su socialismo era más moral que ideológico. Valoraba la decencia, la justicia y la libertad. Sigo pensando que es un equilibrio admirable y alcanzable.

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Comentarios:

Carmen C.
19/04/2024 a las 00:01
Últimas noticias: Los EEUU de Biden bloquean la adhesión Palestina como miembro pleno de la ONU.
GENOCIDAS, GENOCIDAS y GENOCIDAS
y luego aún hay quienes dicen que USA es la democracia y la Rusia de Putin la dictadura.
GENOCIDAS.
Responder

Carmen C.
18/04/2024 a las 23:48
Ah! Y la América de Biden es una democracia? Será porque su partido se llama demócrata que tiene de demócrata lo que una máquina de sensibilidad.
USA, sede mundial de los grandes capos del capital Yankee/sionista quienes pagan las campañas electorales de los presidentes USA.
La genocida dictadura del capital empeñados en hacérnosla tragar como la democracia.
Y ya que hablamos de Amnistía Internacional, financiada por Soros, digamos que en lo referente a Rusia es este multimillonario filántropo uno de los responsables de la guerra de Ucrania y de que no haya ningún interés por parte de la «democracia», es decir occidente, «el eje del bien», «el jardín del mundo» de diálogo alguno de paz.
Jorge Bergoglio se debió equivocar cuando dijo «los ladridos de la OTAN a las puertas de Rusia obligaron a Putin a intervenir», seguramente quiso decir que Putin es el malo y el genocida que a los países que no se dejan someter los invade so falsos pretextos para saquearles los recursos y masacrarlos si es necesario.
Rusia desde 1991 ha participado en 5 operaciones militares fuera de su territorio. USA lo ha hecho en 215; pero los junta-letras al servicio de los poderosos acusan a Moscú de imperialista.
Responder

Chorche
17/04/2024 a las 13:44
Totalmente de acuerdo.
Ya lo dijo Martín Luther King: Hemos aprendido a volar como los pájaros a nadar como los peces pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos.

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La pregunta no es si Pedro Sánchez se queda o se va.  Lo que tenemos que preguntarnos si queremos defender la democracia es qué hacemos con los periodistas y jueces corruptos que nos han traído hasta aquí.

La pregunta no es si Pedro Sánchez se queda o se va

Editorial

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La pregunta no es si Pedro Sánchez se queda o se va

Lo que tenemos que preguntarnos si queremos defender la democracia es qué hacemos con los periodistas y jueces corruptos que nos han traído hasta aquí. Necesitamos medios y partidos que se atrevan a mirar a este problema a la cara o, más pronto que tarde, el golpe definitivo tendrá éxito
España vive estos días un terremoto político. Después de que los sectores reaccionarios del poder político, mediático y judicial hayan pasado prácticamente una década ensayando la operativa golpista del lawfare contra Podemos, contra los independentistas y también contra el activismo social, habiendo comprobado a lo largo de estos años que pueden hacerlo con total impunidad, han decidido conquistar nuevos territorios poniendo en su punto de mira nada menos que a la familia del presidente del Gobierno. Aunque, de momento, Pedro Sánchez y su mujer apenas han vivido una pequeña fracción de todo lo que tuvieron que experimentar en su propia piel Pablo Iglesias, Irene Montero, Mónica Oltra y otros muchos dirigentes de la izquierda, aunque ningún dirigente del PSOE y tampoco ningún familiar del presidente hayan sido todavía encarcelados o se hayan tenido que exiliar, acusados de gravísimos delitos que llegan hasta el terrorismo, aunque Sánchez esté comprobando —en primera persona y durante los últimos meses— apenas los primeros pasos de la tremenda violencia que es capaz de ejercer el bloque reaccionario cuando activa de forma sincronizada a sus brazos parlamentario, judicial y mediático, el hecho de que se haya cruzado claramente la línea roja de la familia —algo que el bipartidismo tradicionalmente había mantenido mutuamente a resguardo— ha motivado, aparentemente, la publicación de una carta abierta a la ciudadanía y firmada por el presidente en la que se toma cinco días de reflexión hasta el lunes 29 para valorar si «todo esto vale la pena», es decir, para valorar si continúa en la Moncloa o ejecuta algún tipo de trayectoria de salida todavía por definir.

Como es normal, semejante bomba política y comunicativa ha ocupado la práctica totalidad del debate público desde que Sánchez publicó la carta en la red social X y se han publicado infinidad de análisis, de opiniones y de predicciones respecto de cuál de todos los posibles escenarios futuros será el que el presidente decida activar el lunes: si la moción de confianza, si la repetición electoral, si la dimisión. Y, atravesando a todos ellos, la pregunta de si Pedro Sánchez seguirá adelante o abandonará su actual carrera política para surcar otros mares.

Es natural que la posible salida del que ha sido el líder del PSOE y uno de los principales protagonistas de la política española en la última década se constituya en una de las incógnitas más importantes en estos días. Pero sería enormemente irresponsable que el debate empiece y se acabe ahí. Es obvio que, en el siglo XXI, los liderazgos personales son uno de los ingredientes fundamentales de la política. Pero, si aceptamos que la causa de que el presidente de la cuarta economía de la Zona Euro pueda poner fin a su carrera política es una cacería con forma de lawfare contra su persona y sus seres queridos, entonces cualquier demócrata está obligado a preguntarse también qué se debe hacer para desterrar de una vez por todas y de forma definitiva este tipo de violencia golpista de nuestro sistema democrático. Y no solo preguntarse qué se debe hacer sino también comprometerse a hacerlo.

[Es natural que la posible salida del que ha sido el líder del PSOE y uno de los principales protagonistas de la política española en la última década se constituya en una de las incógnitas más importantes en estos días]

Si aceptamos, como afirma Pedro Sánchez, que la operativa del lawfare es la que ha puesto en jaque la continuidad misma de su persona al frente del gobierno de España, entonces, no tendría justificación ninguna que no hiciéramos nada para acabar con el lawfare, tanto si Sánchez se queda como si se va. En cualquiera de los dos casos, el no cambiar la ley para arrebatar al PP su mayoría de bloqueo en la renovación del CGPJ, el no llevar a cabo reformas profundas en el sistema de justicia para que los magistrados que bordean la prevaricación no gocen de impunidad, el no aprobar una ley de medios que impida el control de la información —y de la desinformación— por parte de los grandes poderes económicos que quieren que ganen todas las elecciones la derecha y la extrema derecha cueste lo que cueste, el no tomar medidas contundentes contra los bulos, las noticias falsas y la propagación de odio en los grandes medios de comunicación, el no hacer todo esto —independientemente de cuál sea el desenlace de estos días vertiginosos— es tanto como aceptar que lo que ha llevado a Pedro Sánchez al borde del precipicio puede perfectamente volver a pasar al día siguiente, a la semana siguiente, al mes siguiente, con cualquier otro líder político que no esté al frente del PP o de VOX.

Es entendible que la ciudadanía y los periodistas se pregunten estos días si Sánchez se queda o se va. Pero esa no es la pregunta más importante. Lo que en realidad tenemos que preguntarnos si queremos defender la democracia es qué hacemos con los periodistas corruptos y con los jueces corruptos que nos han traído hasta esta situación. Necesitamos medios de comunicación y partidos políticos que se atrevan a mirar a este gravísimo problema a la cara o, más pronto que tarde, el golpe definitivo tendrá éxito.

Madrid –
26 de Abr, 2024 06:00

La pregunta no es si Pedro Sánchez se queda o se va

Lo que tenemos que preguntarnos si queremos defender la democracia es qué hacemos con los periodistas y jueces corruptos que nos han traído hasta aquí. Necesitamos medios y partidos que se atrevan a mirar a este problema a la cara o, más pronto que tarde, el golpe definitivo tendrá éxito.

Imagen: Antonio Gutiérrez / Europa Press

La amenaza de la proliferación de los drones (2).  La aplicación de la IA a las armas autónomas está propiciando el nacimiento de máquinas que ‘autoaprenden’. Su proliferación plantea muchas dudas sobre su seguridad y su efecto para desencadenar una escalada bélica

https://www.lamarea.com/2024/04/25/inteligencia-artificial-al-servicio-de-la-muerte-robots-asesinos-2/?s=09

lamarea.com
oxfam beatreenow
Internaciona

La amenaza de la proliferación de los drones (2)

La aplicación de la IA a las armas autónomas está propiciando el nacimiento de máquinas que ‘autoaprenden’. Su proliferación plantea muchas dudas sobre su seguridad y su efecto para desencadenar una escalada bélica.

Imagen: El ‘Sea Hunter’ se convirtió en 2016 en el primer buque no tripulado de la Marina de EE.UU.

Magda Bandera y Patricia Simón
25 abril 2024 Una lectura de 6 minutos

Este reportaje (el segundo de una serie de tres) forma parte parte del dossier ‘Robots asesinos’ de la revista #LaMarea99. Puedes conseguirla aquí y seguir apoyando el periodismo independiente.

El uso de las armas autónomas letales se ha disparado en los últimos años gracias a los dos grandes laboratorios en los que se están probando: la guerra de Ucrania y la Franja de Gaza. Pero el epicentro sigue siendo Estados Unidos, cuya subsecretaria de Defensa, Kathleen Hicks, anunció en agosto de 2023 que el objetivo del gobierno de Joe Biden es «poner en funcionamiento miles de sistemas autónomos, en múltiples dominios, en los próximos 18 a 24 meses» para hacer frente al expansionismo chino. Una semana después, aclaró que estaba pensando en buques de guerra autónomos, aviones sin tripulación y «grupos» de unidades móviles de propósito general desplegadas en tierra, mar, aire y espacio.

La sección de la Marina de Estados Unidos dedicada al desarrollo de aplicaciones militares con inteligencia artificial (IA) ya tiene una flota autónoma de drones dedicados a la alerta temprana en el estrecho de Ormuz, vital para el tráfico mundial de energía. El pasado 23 de octubre, después de que un soldado le diese la orden desde tierra, pero ninguna información táctica, un barco no tripulado de la Armada atacó con misiles a un falso enemigo.

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El 15 de enero de este año se produjo otro hito en la carrera armamentística sin apenas eco: ese día, la empresa más importante del mundo en IA, OpenAI, anunció que eliminaba la prohibición de usar su programa ChatGPT y el resto de sus herramientas en el ámbito militar. Realizó el anuncio justo después de comenzar a trabajar con el Departamento de Defensa de Estados Unidos. En el Foro Económico Mundial, su portavoz, Anna Makanju, justificó la decisión aduciendo «razones de seguridad nacional» y subrayó que han autorizado el uso militar, no así la producción de armas.

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Según información de acceso público, el Pentágono cuenta con más de 800 proyectos de IA militar. Todo ello, después de que en enero de 2023 actualizase su política sobre las armas autónomas letales y de que el presidente de China, Xi Jinping, y el de Estados Unidos, Joe Biden, acordasen mantener conversaciones bilaterales sobre los riesgos que estos sistemas plantean y de que reactivasen las líneas directas de emergencia.

Una vía de comunicación importante porque, como responde por correo electrónico Mary Wareham, investigadora de Human Rights Watch y cofundadora de la coalición Stop Killer Robots, las armas autónomas tienen «la capacidad de tomar decisiones complejas en entornos menos estructurados». La velocidad a la que son capaces de actuar también puede provocar «que los conflictos armados se descontrolen rápidamente y desencadenar una serie de consecuencias imprevistas, muchas de las cuales podrían alterar de manera crucial las relaciones entre Estados o la naturaleza de los conflictos en curso», añade.


El filósofo Peter Asaro recuerda que, en 1962, la crisis de los misiles en Cuba se resolvió gracias a las conversaciones privadas entre Nikita Jrushchov y John F. Kennedy. En la actualidad, algunos países han confirmado que van a seguir desarrollando armas autónomas letales. India alega que lo hace para defenderse de China, una potencia en este sector y con la que comparte más de 3.300 kilómetros de frontera.


El riesgo de la rápida escalada y los fallos de ciberseguridad no son los únicos peligros que conlleva el uso de la inteligencia artificial en la industria militar. Otro igual de importante es la imprevisibilidad: su respuesta se basa en complejos cómputos basados en algoritmos que autoaprenden. Esto, que los fabricantes presentan como una ventaja frente al enemigo, es un riesgo de consecuencias imprevisibles en opinión de las fuentes expertas consultadas para este reportaje.

La rápida proliferación de estas armas también supone una amenaza. Una vez que bajan sus costes de producción, no solo se crea un mercado en el que pueden adquirirlas actores al margen de la ley –lobos solitarios, grupos terroristas o bandas de narcotraficantes, como los que llevan años usando drones en México para combatir atacar a bandas rivales–, sino que, antes o después, terminan aplicándose en el ámbito civil de la seguridad, de la vigilancia y del control social.

Ataques selectivos
Combatir la opacidad de la industria armamentística y las políticas de defensa es otro de los grandes desafíos que plantean. Una investigación de una década realizada por The Bureau of Investigative Journalism reveló cómo los asesinatos realizados mediante drones por Estados Unidos, entre 2004 y 2018, acabaron con la vida de entre 10.888 y 20.823 personas en Pakistán, Afganistán, Yemen y Somalia. De estos, entre el 7% y el 15% eran claramente civiles: entre 910 y 2.200 personas. De ellas, entre 283 y 454 eran niños y niñas.

La Casa Blanca y el Pentágono siempre han sostenido que su programa de ataques selectivos con drones, como los denominan, reduce las víctimas de civiles en los conflictos gracias a su precisión. Un extremo que quedó también desmentido tras la investigación The Drone Papers, de la revista digital The Intercept, que accedió a documentos clasificados en los que se describen acciones del Ejército estadounidense a lo largo de cinco meses en el marco de la operación llevada a cabo en Afganistán entre enero de 2012 y febrero de 2013.

En estos papeles puede leerse que 200 personas fueron asesinadas mediante drones, de las cuales solo 35 eran objetivos militares. Es decir, el 82,5% fueron víctimas no buscadas, aunque a todos los fallecidos en estos ataques Estados Unidos los contabiliza como «enemigos muertos en combate».

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Presupuesto militar desbocado
Desde la invasión rusa de Ucrania, asistimos a un rearme generalizado. En términos globales, el mundo gastó en 2023 un 9% más en defensa que el año anterior, según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, con sede en Inglaterra. El objetivo marcado por el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, especialmente ante la posible reelección de Donald Trump en Estados Unidos, es que los Estados miembros inviertan un 2% de su PIB en la coalición militar. Un dinero que tendrá que salir de otras partidas presupuestarias y que, a menudo, termina engrasando un triunvirato opaco: el compuesto por los ministerios de Defensa, las universidades y las empresas privadas.

«Hay una desproporción entre los presupuestos que proveen a la investigación militar y la civil. Y muchas veces vemos que cuando la de la empresa privada militar necesita apoyo, se invierte en departamentos de universidades para que hagan desarrollo tecnológico en su provecho», explica en su oficina de Barcelona Caramés Boada, director de la ONG FundiPau.

«A lo largo de la historia, las tecnologías que se desarrollan en la guerra, terminan incorporándose al poder policial, a la seguridad fronteriza… Y la gente empieza a darse cuenta de que el software de reconocimiento facial que se usa en las cámaras de vigilancia de las tiendas, de la policía o en tu teléfono, es el mismo que se usará en los sistemas de las armas autónomas», explica a La Marea, poco después de su intervención en Naciones Unidas, la doctora en Derecho Internacional y Estudios de Seguridad Catherine Connolly, responsable de Investigación de Decisiones Automatizadas de Stop Killer Robots.

Y añade: «Hemos visto cómo en las grandes protestas en Estados Unidos, las fuerzas policiales usan drones para observar a los participantes, como antes hicieron en Afganistán, Irak y Pakistán. ¿Quién puede decir que no los armarán en algún momento?». Pocos días antes, estas periodistas habían sido testigos en Nueva York de cómo varios drones policiales grababan dos concentraciones, una a favor de Palestina y otra de Israel, que tenían lugar a pocos metros de distancia en Times Square.

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Carta pedro
ILUSTRACIÓN: FERNANDO HERNÁNDEZ / FOTO: CLAUDIO ÁLVAREZ

Natalia Junquera
Madrid – 25 ABR 2024 – 05:30 CEST

Pedro Sánchez ha vuelto a dar un sorprendente giro de guion al publicar este miércoles, a las 19.09, una “carta a la ciudadanía” en la que comunica a los españoles que de aquí al próximo lunes meditará si sigue o no como jefe del Ejecutivo. Son 1.066 palabras en las que explica los motivos de ese dilema. Lo que sigue es un análisis, párrafo a párrafo, de las claves del último órdago del presidente.

“Como ya sabrá, y si no, le informo, un juzgado de Madrid ha abierto diligencias previas contra mi mujer, Begoña Gómez, a petición de una organización ultraderechista llamada Manos Limpias, para investigar unos supuestos delitos de tráfico de influencias y de corrupción en los negocios”.

Se refiere al juzgado de instrucción número 41 de Madrid, que dirige el magistrado Juan Carlos Peinado, quien ha decidido abrir una investigación contra la esposa del presidente tras recibir una denuncia de Manos Limpias. Esta organización fue fundada por Miguel Bernad, vinculado en el pasado a Fuerza Nueva y condenado en 2021 a cuatro años de cárcel por la Audiencia Nacional por extorsionar a entidades para que les pagasen a cambio de que su autodenominado “sindicato” no iniciase acciones judiciales contra ellas o pusieran en marcha campañas de descrédito en su contra. El Supremo anuló el pasado marzo esa sentencia al considerar que las «presiones» que ejercían- ofrecían retirar la acusación a cambio de una contraprestación- eran «censurables» éticamente, pero no «intimidación». Manos Limpias es un viejo conocido de los jueces por su afición a las querellas. Contra políticos (Sánchez, Gabriel Rufián, Irene Montero, Pablo Iglesias, Íñigo Errejón…), pero también, por ejemplo, contra un programa para niños, ‘Los lunnis’ – a su juicio, «fomentaba la homosexualidad»-.

“Por lo que parece, el juez llamará a declarar a los responsables de dos cabeceras digitales que han venido publicando sobre este asunto. En mi opinión, son medios de marcada orientación derechista y ultraderechista. En efecto, la denuncia de Manos Limpias se basa en supuestas informaciones de esa constelación de cabeceras ultraconservadoras arriba referida. Subrayo lo de supuestas informaciones porque, tras su publicación, hemos ido desmintiendo las falsedades vertidas”.

La denuncia de Manos Limpias se sustenta en informaciones publicadas por “varios diarios digitales y de papel”, y comentadas en “tertulias televisivas”. Entre esos medios, enumera titulares de El Confidencial, Vozpopuli, Libertad Digital y The Objective. Este último, por ejemplo, publicó el pasado 7 de abril un texto titulado: “El Gobierno oculta el importe de una subvención a nombre de Begoña Gómez” e ilustrado con una fotografía en la que salían Sánchez y su esposa. Tuvo que rectificar porque la beneficiada se llamaba, efectivamente, Begoña Gómez, pero no era la mujer del presidente, sino una mujer de Cantabria. En lugar de llamarlo por su nombre, «rectificación”, el medio se refirió al asunto en redes sociales como “aclaración” y aseguraron que ellos “en ningún momento” habían atribuido a la esposa de Sánchez subvención alguna. La noticia (falsa) sigue ilustrada con su foto.

“Esta estrategia de acoso y derribo lleva meses perpetrándose. Por tanto, no me sorprende la sobreactuación del Sr. Feijóo y el Sr. Abascal. En este atropello tan grave como burdo, ambos son colaboradores necesarios junto a una galaxia digital ultraderechista y la organización Manos Limpias.”

El PP lleva, efectivamente, semanas, difundiendo en redes sociales los titulares contra Begoña Gómez, a la que llaman “la conseguidora”. “Sánchez está tardando”, ha declarado este miércoles el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, “en explicar cómo es posible que su mujer haya hecho negocios desde el Palacio de La Moncloa”. La Oficina de Conflictos de Intereses ya ha archivado una denuncia del PP contra Pedro Sánchez por la supuesta relación del rescate de Air Europa en noviembre de 2020 y los “vínculos de naturaleza económica y profesional” de su esposa. Tras el archivo, dirigentes del partido, como Esteban González Pons, arremetieron contra el organismo: “Tenemos la impresión de que esa Oficina ha sido utilizada por el presidente del Gobierno para proteger a su entorno, para protegerse a sí mismo. En lugar de ser una oficina que vigila los conflictos de intereses de los miembros del Gobierno, es una oficina que ha incurrido ella misma en un conflicto de interés”.

“Esta lucha comenzó hace años. Primero, con la defensa que hicimos de la autonomía política de la organización que mejor representa a la España progresista, el Partido Socialista. Pugna que ganamos”.

Sánchez hace referencia al cisma que se abrió en el PSOE en 2016 por la decisión de favorecer, con la abstención de los socialistas, la investidura del entonces líder del PP, Mariano Rajoy, como presidente del Gobierno tras la repetición electoral. Dimitió como secretario general del PSOE y renunció también a su escaño de diputado para relanzar su candidatura como líder del partido. En aquella ocasión, también escribió una carta, en este caso, a la gestora que dirigía entonces el PSOE y a sus compañeros, en la que explicaba su “desacuerdo” con la decisión de favorecer un Gobierno del PP: “No puedo traicionar mi palabra”, dijo.

“Segundo, tras la moción de censura y las sucesivas victorias electorales de 2019, el sostenido intento de deslegitimación del gobierno de coalición progresista al calor del ignominioso grito de ‘que te vote Txapote’. Tampoco pudieron quebrarnos”.

El presidente del Gobierno hace alusión a las sucesivas victorias electorales del PSOE en 2019, después de la moción de censura que desalojó a Rajoy de La Moncloa en 2018 tras la sentencia condenatoria por el caso Gürtel, y destaca, entre los lemas jaleados por la derecha contra él, uno que víctimas del terrorismo han pedido en reiteradas ocasiones al PP que deje de utilizar: “Que te vote Txapote”. El terrorista es autor, entre otros, del asesinato del concejal popular Gregorio Ordóñez, en 1995. Una de las víctimas del terrorismo que ha pedido al PP que condene el uso de ese lema es su hermana, Consuelo Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite).

“El último episodio fueron las elecciones generales del 23 de julio de 2023. El pueblo español votó mayoritariamente por el avance, permitiendo la reedición de un gobierno de coalición progresista, en contra del gobierno de coalición del Sr. Feijóo y el Sr. Abascal que auguraban las baterías mediáticas y demoscópicas conservadoras. La democracia habló, pero la derecha y la ultraderecha, nuevamente, no aceptaron el resultado electoral”.

Tras la contundente victoria del PP en las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo de 2023, algunas casas de encuestas y medios conservadores hicieron creer que la victoria de Feijóo en las generales del 23 de julio sería aplastante. Calibraron mal el efecto de los pactos con Vox entre quienes dudaban entre PSOE y PP, la mayoría mujeres, y la reacción de Cataluña a la amenaza de Santiago Abascal -prometió una “intervención sostenida y duradera” en Cataluña tras lo que consideró “un artículo 155 de chiste”-. El PP ganó las elecciones, pero fue incapaz de alcanzar una mayoría para la investidura de su líder. En noviembre, Sánchez fue proclamado presidente con los apoyos del PSOE, Sumar, ERC, Junts, EH Bildu, PNV, BNG, CC, que representaban a 12,6 millones de votantes. Desde entonces hasta ahora, el PP ha lanzado mensajes cuestionando la legitimidad del Gobierno: “La investidura es un fraude electoral”, declaró la secretaria general, Cuca Gamarra. La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, llegó a hablar de “dictadura”: “Hemos entrado en una senda muy, muy peligrosa. Sánchez perdió las elecciones y se niega a que en España se materialice la alternancia en el poder”. El pasado enero, Feijóo aseguró que la soberanía ya no residía en el Parlamento.

“Sin ningún rubor, el Sr. Feijóo y el Sr. Abascal, y los intereses que a ellos les mueven, han puesto en marcha lo que el gran escritor italiano Umberto Eco llamó “la máquina del fango”. Esto es, tratar de deshumanizar y deslegitimar al adversario político a través de denuncias tan escandalosas como falsas”.

El filólogo italiano dedicó al periodismo su novela Número Cero, donde un editor monta un periódico para intimidar y chantajear a sus adversarios políticos. En una entrevista en este diario en 2015 explicaba: “Al escribir el libro pensaba en ese periodismo que existió siempre y que en Italia recibió recientemente el nombre de máquina del fango”. Preguntado por en qué consistía, respondió: “En que para deslegitimar al adversario no hace falta que lo acuses de matar a su abuela o de que es un pedófilo: es suficiente con difundir sospecha sobre sus actitudes cotidianas”.

”Esta es mi lectura de la situación que vive nuestro querido país: una coalición de intereses derechistas y ultraderechistas que no toleran la realidad de España, que no aceptan el veredicto de las urnas, y que están dispuestos a esparcir fango con tal de: primero, tapar sus palmarios escándalos de corrupción y su inacción ante los mismos; segundo, esconder su total ausencia de proyecto político más allá del insulto y la desinformación; y tercero, valerse de todos los medios a su alcance para destruir personal y políticamente al adversario político”.

La proliferación de titulares sobre la esposa de Sánchez corre paralela a las informaciones periodísticas sobre los fraudes a Hacienda de la pareja de Isabel Díaz Ayuso, Alberto González Amador. Cuando estalló el escándalo, el jefe de gabinete de la presidenta madrileña, Miguel Ángel Rodríguez, amenazó y lanzó bulos contra periodistas de varios medios, entre ellos, EL PAÍS, a los que acusó de asaltar encapuchados la vivienda de Ayuso o intimidar a menores en sus inmediaciones. Ayusó aseguró que era Hacienda la que debía 600.000 euros a su pareja y que todo obedecía a una operación “de todos los poderes del Estado” contra su novio por el hecho de serlo. González Amador, sin embargo, había aceptado íntegramente el fraude fiscal, ocho meses de cárcel y pagar 520.000 euros por los hechos.

“Llegados a este punto, la pregunta que legítimamente me hago es ¿merece la pena todo esto? Sinceramente, no lo sé. Este ataque no tiene precedentes, es tan grave y tan burdo que necesito parar y reflexionar con mi esposa. Muchas veces se nos olvida que tras los políticos hay personas. Y yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también”.

En el programa de Jordi Évole (La Sexta), en junio de 2023, un mes antes de las elecciones generales, Sánchez declaró: “Mi mujer ha sufrido ataques solamente injustos, por irreales o desproporcionados. Ella no es política, no cuenta con los instrumentos que se tienen desde la política para defenderse. Lo único que puedo tener son palabras de agradecimiento a una persona que quiero y que ha sufrido estos ataques de manera injusta. Se han utilizado técnicas muy semejantes a las que se emplearon con la mujer de Obama o con la de Macron: decir que es un transexual o cualquier otra de las barbaridades que se han venido diciendo, no por la transexualidad, sino por la forma de atacar personalmente”.

“Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor. A pesar de la caricatura que la derecha y la ultraderecha política y mediática han tratado de hacer de mí, nunca he tenido apego al cargo. Si lo tengo al deber, al compromiso político y al servicio público. Yo no paso por los cargos, hago valer la legitimidad de esas altas responsabilidades para transformar y hacer avanzar al país que quiero. Todo ello me lleva a decirle que seguiré trabajando, pero que cancelaré mi agenda pública unos días para poder reflexionar y decidir qué camino tomar. El próximo lunes, 29 de abril, compareceré ante los medios de comunicación y daré a conocer mi decisión”.

Tanto el PP como Vox suelen atribuir cada acto de Sánchez como presidente del Gobierno a su deseo de pertrecharse en el cargo y hacer “cualquier cosa por permanecer en el poder”. Ese discurso al alimón empezó a flaquear cuando, al día siguiente del fiasco electoral del PSOE en las elecciones autonómicas y municipales de mayo, Sánchez anunció que adelantaba la convocatoria de generales: “Asumo en primera persona los resultados y creo necesario dar una respuesta y someter nuestro mandato a la voluntad popular. El Gobierno ya ha sacado adelante las grandes reformas comprometidas. Nuestro país se dispone a desempeñar una responsabilidad muy importante como es la presidencia de turno del Consejo de la UE. Todo esto aconseja una clarificación de los españoles sobre las fuerzas políticas que deben liderar esta fase y las políticas a aplicar. Solo hay un método infalible, que es la democracia. Lo mejor es que los españoles tomen la palabra para definir sin demora el rumbo político del país”, dijo. Feijóo y su partido, que llevaban meses exigiendo el adelanto electoral, criticaron entonces que las elecciones fueran en verano.

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Natalia Junquera
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¡Adelante – aurrera! Oigo gritar desde detrás… Del sino épico de los héroes…

[24/4 10:18] Un amigo me dice: Egun on Mikel. ¡ADELANTE…! van los primeros, jajaja… decia, mi abuelo.😃😃😃👍 …y me da pie para reflexionar:

[24/4 10:34] Mikel-Tar: Si, yo también lo he vivido: gente valiente y dicharachera, que, desde atrás, empujaban hacia delante a los futuros héroes de las primeras filas, esos que caerán los primeros… Luego les enterrarán; a veces, si ganan los suyos, con honores; sino, derrotados, y si sobreviven, serán pasto del ostracismo, la condena y el castigo… mientras los de detrás emergen hábilmente los primeros en el disfrute de la victoria lograda con el esfuerzo y sacrificio de otros que nunca (casi nunca) alcanzarán a gozar de las mieles del reconocimiento y del éxito político y económico subsiguiente… es como la vida misma plagada de futuros hábiles y enmascarados oportunistas listos para corromperse a manos del poder del capitalismo, el auténtico poder que emana de los dioses y se trasmite con la ambición y las creencias.

…me temo que me he puesto épico o poético.

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Sentido de la vida
cuestión filosófica sobre el objetivo y el significado de la existencia
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Este artículo trata sobre la cuestión filosófica. Para la película de Monty Python, véase El sentido de la vida.
La cuestión del sentido de la vida ha llevado a distintas interrogaciones sobre el objetivo y el significado de la vida, o de la existencia más en general, o del Universo, de manera que surgen preguntas como ¿por qué estamos aquí?, ¿de dónde venimos? o ¿a dónde vamos? a lo largo de la historia, y en todas las civilizaciones.


¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos? (óleo de Paul Gauguin, 1897).
Concepto
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El sentido de la vida está profundamente mezclado con las concepciones filosóficas y religiosas de la existencia, la conciencia y la felicidad, y afecta a muchas otras cuestiones tales como el significado simbólico, la ontología, el valor, el propósito, la ética, el bien y el mal, el libre albedrío, las concepciones de Dios, la existencia de Dios, el alma y el más allá. También desde el humanismo y la literatura son amplias las aportaciones y reflexiones sobre estas cuestiones.

Las contribuciones científicas son más indirectas; mediante la descripción de los hechos empíricos sobre el universo, la ciencia ofrece un contexto y establece los parámetros para las conversaciones sobre temas relacionados. Una alternativa centrada en el ser humano en sí mismo, alejada de las concepciones religiosas o más globales, es la pregunta «¿Cuál es el significado de mi vida?». El valor de la cuestión relativa a la finalidad de la vida puede coincidir con la consecución de la realidad última, o un sentimiento de unidad, o una sensación de lo sagrado. Aunque aquí volvemos al campo religioso. Sin embargo, esta reflexión ético-filosófica-religiosa puede llevar a la realización de la inutilidad misma de la vida o al menos de la reflexión sobre el sentido de esta. Un buen ejemplo de este tipo de respuestas las encontramos entre los autores pertenecientes al nihilismo, corriente que toma como base la negación de uno o más de los supuestos sentidos de la vida.

Distintas formulaciones
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Hamlet con el cráneo de Yorick.
Las preguntas sobre el significado de la vida se han expresado de muchas formas, incluyendo las siguientes:

¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Quiénes somos?[1][2][3][4][5][6][7]
¿Por qué estamos aquí? ¿Para qué estamos aquí?[7][8][9][10][11][12]
¿Cuál es el origen de la vida?[13]
¿Cuál es la naturaleza de la vida? ¿Cuál es la naturaleza de la realidad?[13][14][15]
¿Cuál es el propósito de la vida? ¿Cuál es el propósito de nuestra vida?[4][7][14][16][17]
¿Cuál es el significado de la vida? – véase también
¿Qué es lo significativo y valioso en la vida?[18]
¿Cuál es el valor de la vida?[19]
¿Cuál es la razón para vivir? ¿Para qué estamos viviendo?[12][20]
Estas preguntas han dado lugar a una amplia gama de argumentos y respuestas que compiten entre sí y que abarcan desde teorías científicas hasta explicaciones filosóficas, teológicas y espirituales.

Perspectivas filosóficas occidentales
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El sentido de la vida durante la Grecia Clásica
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Platón y Aristóteles en La escuela de Atenas fresco, de Rafael. Platón está señalando hacia el cielo, y Aristóteles gesticula al mundo.
Platonismo
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Platón, seguidor de Sócrates, fue uno de los primeros y más influyentes filósofos. Su fama se debe a su idealismo, es decir, la creencia en la existencia de universales. En su Teoría de las formas, lo común no existe físicamente, como los objetos, sino como formas celestiales. En La república, Sócrates describe, en una de sus intervenciones, una idea de bien.

Para el platonismo, el sentido de la vida se halla en la consecución de una forma superior de conocimiento, la cual es la idea (forma) del bien, de la cual todo lo bueno y lo justo obtiene utilidad y valor.

Aristotelismo
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Aristóteles, discípulo de Platón, fue otro influyente filósofo, el cual argumentaba que el conocimiento ético no es conocimiento certero (como la metafísica y la epistemología), sino que es un conocimiento general.[21] Dado que no es una disciplina teórica, una persona ha de estudiar y ponerlo en práctica para ser bueno, y entonces para que una persona llegara a ser virtuosa, no bastaba con estudiar en qué consiste la virtud, sino que tenía que ser virtuoso mediante actividades virtuosas. con este fin, Aristóteles estableció lo que es virtuoso:

Todas las artes, todas las indagaciones metódicas del espíritu, lo mismo que todos nuestros actos y todas nuestras determinaciones morales, tienen al parecer siempre por mira algún bien que deseamos conseguir; y por esta razón ha sido exactamente definido el bien, cuando se ha dicho que es el objeto de todas nuestras aspiraciones.
Ética a Nicómaco. Libro primero. I.
Sin embargo, si el acto A tiene como finalidad B, y B, a su vez tiene como finalidad C, C habría de tener también un objetivo, de modo que continuaría el patrón hasta que algo detuviera la regresión infinita. La solución de Aristóteles era el Bien Supremo, que sería deseable de por sí, siendo él su propia meta. El Bien Supremo no sería deseable con el objetivo de obtener otro bien, siendo todos los bienes deseables por sí mismos. Esto implica conseguir la eudaimonia, que se suele traducir por felicidad, bienestar y excelencia.

Cinismo
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Antístenes, un alumno de Sócrates,[22] planteó por primera vez las líneas generales del cinismo, afirmando que el propósito de la vida es vivir una vida de Virtud que concuerde con la Naturaleza. La felicidad se basa en ser autosuficiente y dominar la propia actitud mental ; el sufrimiento es la consecuencia de juicios de valor erróneos , que provocan emociones negativas y un carácter vicioso concomitante.

La vida cínica rechaza los deseos convencionales de riqueza, poder, salud y fama, al estar libre de las posesiones adquiridas en la búsqueda de lo convencional.[23] Como criaturas capaces de razonar, las personas podrían alcanzar la felicidad a través de un entrenamiento riguroso, viviendo de una manera natural para los seres humanos. El mundo pertenece a todos por igual, por lo que el sufrimiento es causado por juicios falsos sobre lo que es valioso y lo que no tiene valor según las costumbres y convenciones de la sociedad.

Cirenaicismo
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Aristipo de Cirene, un alumno de Sócrates, fundó una escuela socrática temprana que ponía el énfasis en un solo lado de las enseñanzas de Sócrates: que la felicidad es uno de los fines de la acción moral y que el placer es el bien supremo; Por lo tanto, una visión del mundo hedonista,[24] en la cual la gratificación corporal es más intensa que el placer mental. Los cirenaicos prefieren la gratificación inmediata antes que alcanzar a largo plazo una gratificación postergada ; negarlo es una infelicidad desagradable.[25]

Epicureísmo
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Epicuro, alumno del seguidor del platónico Pánfilo de Samos y del pirronista Nausífanes, enseñó que el mayor bien es buscar placeres modestos, alcanzar la tranquilidad y liberarse del miedo (ataraxia) a través del conocimiento, la amistad y la vida virtuosa y templada; el dolor corporal (aponia) está ausente por el conocimiento que uno tiene del funcionamiento del mundo y de los límites de los propios deseos. Combinados, la libertad del dolor y la libertad del miedo se transforman en la felicidad en su forma más elevada. Lo que Epicuro elogia como el disfrute de placeres simples es la «abstención» cuasi ascética del sexo y los apetitos:

«Cuando decimos … que el placer es el fin y el objetivo, no nos referimos a los placeres de los pródigos o los placeres de la sensualidad, como algunos entienden, por ignorancia, prejuicio o tergiversación deliberada. Por placer, nos referimos a la ausencia de dolor en el cuerpo y de problemas en el alma. No es por una sucesión ininterrumpida de episodios de bebida y juerga, ni por lujuria sexual, ni por el disfrute del pescado y otras delicias de una mesa lujosa, que producen una vida agradable; es un razonamiento sobrio, buscando los fundamentos de cada elección y evitación, y desterrando esas creencias a través de las cuales el mayor tumulto toma posesión del alma «.
Epicuro[26]
El significado epicúreo de la vida rechaza la inmortalidad y el misticismo; hay un alma, pero es tan mortal como el cuerpo. No hay vida después de la muerte, sin embargo, uno no debe temer a la muerte, porque «la muerte no es nada para nosotros; porque lo que está disuelto no tiene sensación, y lo que carece de sensación no es nada para nosotros.»[27]

Estoicismo
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Zenón de Citio, un alumno de Crates de Tebas, estableció la escuela que enseña que vivir de acuerdo con la razón y la virtud consiste en estar en armonía con el orden divino del universo, a lo que se llega necesariamente por el reconocimiento del logos universal, o razón, un valor esencial de todos los humanos. El significado de la vida es «estar libre de sufrimiento» a través de la apatheia (Gr: απαθεια), que es ser objetivo y tener «juicio claro», mas no indiferencia.

Las principales directrices del estoicismo son la virtud, la razón y la ley natural, las cuales se respetan para desarrollar el autocontrol personal y la fortaleza mental como medio para superar las emociones destructivas. El estoico no busca extinguir las emociones, sino que solo aspira a evitar problemas emocionales, desarrollando un juicio claro y una calma interior a través de la lógica, la reflexión y la concentración diligentemente practicadas.

El fundamento ético estoico es que «el bien reside en el estado del alma», ejemplificado en la sabiduría y el autocontrol, mejorando así el bienestar espiritual del individuo: «La virtud consiste en una voluntad que está de acuerdo con la Naturaleza». El principio se aplica de este modo a las relaciones personales: «estar libre de ira, envidia y celos».[27]

El sentido de la vida durante la Ilustración
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La Ilustración y el colonialismo cambiaron la naturaleza de la filosofía europea y la exportaron a todo el mundo. La devoción y la sumisión a Dios fueron reemplazadas en gran medida por las nociones de derechos naturales inalienables y las potencialidades de la razón, y los ideales universales de amor y compasión dieron paso a las nociones civiles de libertad, igualdad y ciudadanía. El significado de la vida también cambió, centrándose menos en la relación de la humanidad con Dios y más en la relación entre los individuos y su sociedad. Esta era rebosa de teorías que equiparan la existencia significativa con el orden social.

Liberalismo
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Las ideas liberales son un conjunto de ideas que surgieron en los siglos XVII y XVIII, a partir de conflictos entre, por un lado, una clase creciente, rica y propietaria y, por otro, las órdenes aristocráticas y religiosas establecidas que dominaban Europa. El liberalismo presenta a los humanos como seres con derechos naturales inalienables (incluido el derecho a retener la riqueza generada por el propio trabajo) y busca medios para equilibrar los derechos en toda la sociedad. En términos generales, considera que la libertad individual es el objetivo más importante, porque solo a través de la libertad garantizada se protegen los otros derechos inherentes.[28]

Hay muchas formas y derivaciones del liberalismo, pero sus concepciones centrales del significado de la vida se remontan a tres ideas principales. Pensadores tempranos como John Locke, Jean-Jacques Rousseau y Adam Smith entendían que la humanidad comenzaba en estado natural, luego encontraba el significado de la existencia a través del trabajo y la propiedad y utilizando contratos sociales para crear un entorno que respaldara esos esfuerzos.

Criticismo
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Immanuel Kant, padre del criticismo.
El criticismo es una filosofía basada en los trabajos éticos, epistemológicos y metafísicos de Immanuel Kant. Kant es conocido por su teoría deontológica, donde existe un único vínculo moral, el «Imperativo categórico», derivado del concepto de deber. Los criticistas creen que todas las acciones se realizan de acuerdo con alguna máxima o principio subyacente, y para que las acciones sean éticas, deben cumplir con el imperativo categórico.

En pocas palabras, la prueba es que uno debe universalizar la máxima (imagine que todas las personas actuaron de esta manera) y luego ver si aún sería posible realizar la máxima en el mundo sin contradicción. En Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Kant da el ejemplo de una persona que busca pedir dinero prestado sin tener la intención de devolverlo. Esto es una contradicción porque si fuera una acción universal, ninguna persona prestaría más dinero porque sabe que nunca se le devolverá el dinero. La máxima de esta acción, dice Kant, resulta en una contradicción en la posibilidad de concebir (y por lo tanto contradice el deber perfecto).[29]

Kant también negó que las consecuencias de un acto de alguna manera contribuyan al valor moral de ese acto, su razonamiento es que el mundo físico está más allá del control total y, por lo tanto, uno no puede ser considerado responsable de los eventos que ocurren en él.

El sentido de la vida durante el Modernismo
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Utilitarismo
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Los orígenes del utilitarismo se remontan hasta Epicuro, pero, como escuela de pensamiento, se le atribuye a Jeremy Bentham, quien descubrió que «la naturaleza ha colocado a la humanidad bajo el gobierno de dos maestros soberanos, el dolor y el placer.» Luego, a partir de esa visión moral, derivó la Regla de la Utilidad: «que lo bueno es lo que trae la mayor felicidad al mayor número de personas». Él definió el significado de la vida como el «principio de mayor felicidad».

El principal defensor de Jeremy Bentham fue James Mill, un filósofo importante en su época, y padre de John Stuart Mill. El joven Mill fue educado por los principios de Bentham, incluyendo la transcripción y el resumen de gran parte del trabajo de su padre.[30]

Nihilismo
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El nihilismo sugiere que la vida no tiene un significado objetivo.

Friedrich Nietzsche caracterizó el nihilismo como vaciar el mundo, y especialmente la existencia humana, de significado, de propósito, de verdad comprensible y de valor esencial; sucintamente, el nihilismo es el proceso de «devaluar los valores más altos».[31] Al ver al nihilista como un resultado natural de la idea de que Dios está muerto, e insistiendo en que era algo para superar, su cuestionamiento de los valores negadores de la vida del nihilista le devolvió el significado a la Tierra.[32]

Es decir Nietzsche no era nihilista, sino que era vitalista.[33]


El fin del mundo de John Martin
Para Martin Heidegger, el nihilismo es el movimiento por el cual se olvida el «ser» y se transforma en valor, en otras palabras, la reducción del ser al valor de cambio. Heidegger, de acuerdo con Nietzsche, vio en la llamada «muerte de Dios» una fuente potencial para el nihilismo:[34]

Si Dios, como fundamento y objetivo suprasensorial, de toda realidad, está muerto; Si el mundo suprasensorial de las Ideas ha sufrido la pérdida de su poder obligatorio y, sobre todo, su poder vitalizante y edificante, entonces no queda nada a lo que el Hombre pueda aferrarse, y por lo que pueda orientarse.

El filósofo francés Albert Camus[35] afirma que lo absurdo de la condición humana es que las personas buscan valores y significados externos en un mundo que no tiene ninguno y les es indiferente. Camus escribe sobre el valor nihilista de Meursault, pero también sobre valores en un mundo nihilista, que la gente puede en cambio esforzarse por ser «nihilistas heroicos», viviendo con dignidad frente al absurdo, viviendo con «santidad secular», solidaridad fraterna, y rebelión contradictoria y trascender la indiferencia del mundo.[36]

El sentido de la vida en la Filosofía Contemporánea
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La era actual ha visto cambios radicales en las concepciones formales y populares de la naturaleza humana. El conocimiento desvelado por la ciencia moderna ha reescrito la relación de la humanidad con el mundo natural. Los avances en medicina y tecnología han liberado a los humanos de importantes limitaciones y dolencias que en épocas anteriores era imposible solucionar;[37] y la filosofía, particularmente después del giro lingüístico, ha alterado la forma en que se conciben las relaciones que las personas tienen consigo mismas y entre sí. Las preguntas sobre el significado de la vida también han sufrido cambios radicales, desde los intentos de revaluar la existencia humana en términos biológicos y científicos (como en el pragmatismo y el positivismo lógico) hasta los esfuerzos por plantear metateorías sobre la creación de significado en tanto que actividad personal, movida por el individuo (existencialismo, humanismo).

Pragmatismo
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El pragmatismo se originó a fines del siglo xix en los Estados Unidos, se refiere a la verdad como aquella situación, pensamiento, acción u objeto que es útil en lo práctico. Así, la proposición «en verano hace calor» es verdadera si constituye una buena guía para la acción, esto es, si resulta útil para cualquier persona que la considere verdadera. Hay que entender el criterio de utilidad como una apelación a comprobar en la práctica la verdad de las proposiciones, sin caricaturizar la premisa básica.[38] Además, el pragmatismo postula que todo lo útil y práctico no siempre es cierto, argumentando que lo que más contribuye al bien más humano a largo plazo es cierto. En la práctica, las afirmaciones teóricas deben ser prácticamente verificables, es decir, uno debería ser capaz de predecir y probar afirmaciones, y que, en última instancia, las necesidades de la humanidad deberían guiar la investigación intelectual humana.

Los filósofos pragmáticos sugieren que la comprensión práctica y útil de la vida es más importante que la búsqueda de una verdad abstracta poco práctica sobre la vida. William James argumentó que la verdad podía hacerse, pero no buscarse.[39][40] Para un pragmático, el significado de la vida solo se puede descubrir a través de la experiencia.

Existencialismo
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Según el existencialismo, cada persona establece el significado de su vida; la vida no está determinada por un dios sobrenatural o una autoridad terrenal, uno es libre en voluntad y conciencia. Como tal, las directrices éticas principales del individuo son la acción, la libertad y la decisión,[41] por lo que el existencialismo se opone al racionalismo y al positivismo. En la búsqueda del sentido de la vida, el existencialista utiliza la razón como método para responder a «la gran pregunta», partiendo de las motivaciones o respuestas que les dan otras personas; esto da lugar a que el individuo experimente emociones como ansiedad o pavor, pues concluye considerando que el libre albedrío y la conciencia son culminantes en el momento de la muerte.[42]

De acuerdo a Jean-Paul Sartre, la existencia precede a la esencia; la esencia de la vida de uno surge solo después de que uno llega a la existencia. No se trata de una escuela filosófica homogénea ni tampoco una sistematizada y sus seguidores se caracterizan, principalmente, por sus reacciones contra la filosofía tradicional y por derivar en nuevas corrientes de pensamiento tras llevar a cabo la reflexión filosófica sobre el sentido de la vida de forma existencialista.

Como Kierkegaard que establece los fundamentos del absurdismo[43] u Ortega y Gasset[44] que abre una nueva corriente que él denomina: existencialismo anti-racionalista.

Absurdismo
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El absurdismo es un movimiento filosófico cuyo principal representante es Albert Camus. Esta corriente de pensamiento habla de la falta de significado tanto para el Universo como para la vida misma. Al vivir en este absurdo constante, el ser humano busca una respuesta al dilema.[45] Filósofos del absurdo como Camus o Kierkegaard intentan dar no una, sino tres respuestas en sus escritos. Estas son:

El suicidio: La opción más radical de las tres, que debido a su naturaleza de acabar con la vida es descartada.


Sisyphus, por Tiziano, 1549. Sísifo es el personaje mitológico usado por Camus como alegoría del comportamiento que el ser humano tiene o a de tener frente el absurdo mundo. Normalmente al Sísifo de Camus se le añade el epíteto: Feliz. «Hay que imaginarse a Sísifo feliz»[46]
La creencia espiritual/religiosa: Es la idea, de creer en una realidad paralela a la par que divina, la cual goza de la justificación de existir, justificación que la vida terrenal no tiene. Para Kierkegaard, todo aquello que sea creer en la existencia de algo más allá del absurdo y que este más allá tenga sentido, es en si una creencia religiosa. Para Camus, este hecho es la muerte de la filosofía interna del ser humano.

La asimilación del Absurdo: es la idea óptima; según esta corriente, es la acción de asimilar el nulo sentido de la existencia pero seguir viviendo; de esta forma podremos aprovechar en su totalidad nuestra corta existencia. Camus en «La peste» da esta respuesta como la solución final.

Humanismo
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El humanismo en concreto el humanismo secular asegura que el ser humano actual es fruto de una serie de generaciones evolutivas no guiadas como expresión propia de la naturaleza.[47]

De este modo el saber humano es solo resultado de los experimentos y observaciones dirigidas bajo el método científico y no inducido por una fuerza divina. Así pues, la realidad es definida según el paradigma vigente, al igual que el valor de la misma. Los humanistas seculares aseguran que la personalidad y modo de ser de cada uno, es solo resultado del comportamiento interno de nuestro organismo en relación con el entorno y cultura.[48]

Como consecuencia de esto, el humanismo busca fomentar y crear un contexto vital, es decir: un entorno, adecuado y seguro para que todos los individuos puedan desarrollarse de forma plena y ética. Para posteriormente usar al ser humano como catalizador de un bien común, que sería la felicidad.[49][50]

Así, los humanistas entienden que el sentido de la vida debe de enfocarse de forma personal, pues todo el mundo llegará a la misma respuesta: «ser feliz».[50]

Un análisis exhaustivo de estas perspectivas fue publicado en la Enciclopedia Filosófica de Standford por el profesor T. Metz[51]

Perspectivas filosóficas orientales
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Igualmente dentro de la filosofía oriental, podemos encontrar términos y conceptos que abarcan o definen el concepto de sentido de la vida, tales cómo el concepto japonés de Ikigai.

Perspectivas religiosas
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Las perspectivas religiosas del sentido de la vida son aquellas ideologías que explican la vida en términos de una finalidad implícita no definida por los humanos. Las principales organizaciones religiosas y laicas están de acuerdo en que el núcleo de la religión es la llamado Regla de oro: trata a los demás tal como te gustaría que te tratasen a ti.[52]

Religiones abrahámicas
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Judaísmo
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Desde la perspectiva del judaísmo, el sentido de la vida consiste en elevar el mundo físico y prepararlo para el mundo por venir, la así llamada era mesiánica. Este futuro mundo también puede referirse a la vida espiritual después de la muerte; hay debates sobre el orden escatológico. Sin embargo, el judaísmo no se centra en la salvación personal, sino en las acciones comunales (entre persona y persona) e individuales (entre persona y Dios).

El rasgo principal de la fe judía es la creencia en un Dios omnisciente, omnipotente y providente, que habría creado el universo y elegido al pueblo judío para revelarle la ley contenida en los Diez Mandamientos y las prescripciones rituales de los libros tercero y cuarto de la Torá. Consecuentemente, las normas derivadas de tales textos y de la tradición oral constituyen la guía de vida de los judíos, aunque la observancia de las mismas varía mucho de unos grupos a otros.

Cristianismo
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El cristianismo tiene las raíces en el judaísmo, lo cual explica que comparta muchos aspectos de la fe de éste. Las creencias centrales se derivan de las enseñanzas de Jesucristo, tal como se presenta en el Nuevo Testamento. En el cristianismo, el propósito de la vida es alcanzar la salvación divina mediante la gracia de Dios y la intercesión de Cristo. El Nuevo Testamento dice que Dios desea tener relación con los humanos tanto en esta vida como en la que ha de venir, y eso solo es posible si se perdonan los pecados.

Desde el punto de vista cristiano, los humanos fueron creados a imagen y semejanza de Dios, pero tras el pecado original libremente cometido por los primeros humanos, la humanidad quedó marcada por el pecado. La pasión, muerte y resurrección de Cristo ofrece los medios para trascender este estado impuro. El proceso concreto para lograr la salvación a través de Cristo varía según las confesiones, pero en todas ellas el punto de partida es la fe en Cristo y las escrituras.

La forma de pensar de la Iglesia católica queda muy bien expresada a través del llamado principio y fundamento de san Ignacio de Loyola:
El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su alma.
Ejercicios Espirituales, nº. 23
Mormonismo
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Según el mormonismo, la finalidad de la vida en la Tierra es alcanzar conocimientos, tener experiencias y disfrutar. Los mormones creen que los humanos son literalmente hijos espirituales del Dios padre, y por tanto tienen el potencial de avanzar hasta convertirse en él.

Islam
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Para la religión Islámica, el deber último del hombre es la adoración y sumisión a Alá. La mejor forma de adorar a Alá es seguir los cinco pilares del Islam: Shahadah, Salat, Zakah, Sawm y Hajj. Que serían: Profesión de fe, rezo, caridad, deber de ayuno en Ramadán y peregrinar a la Meca. Para las corrientes sunitas y ahmadiyyasies el fin último es el decreto divino y posterior entrada al paraíso.

Para los chiitas es hacer valer la justicia divina en la Tierra, ganándose así la capacidad de entrar en el jardín de Alá. Mientras que para los sufíes, el Universo existe solo por el mero goce de Dios, siendo Alá la recompensa.

La visión sufí del significado de la vida se deriva del hadiz qudsi que dice: «Yo (Dios) era un Tesoro Escondido y amaba ser conocido. Por lo tanto, creé la Creación para que pudiera ser conocido». Una posible interpretación de este punto de vista es que el significado de la vida para un individuo es conocer la naturaleza de Dios, y el propósito de toda la creación es revelar esa naturaleza y probar su valor como el tesoro supremo, que es Dios. Sin embargo, este hadiz se afirma en diversas formas y se interpreta de diversas maneras entre las distintas doctrinas, tales, como ‘Abdu’lBahá de la Fe Bahá’í, y en Ibn’Arabi’ s Fusus al-Hikam.[53]

Religiones orientales
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Hinduismo
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El hinduismo consta de varias ramas muy distinguidas entre sí. Por lo que no goza de unas escrituras canónicas universales. Las concepciones de cada rama tienen conceptos parcialmente diferentes con respecto a la doctrina de la vida, la muerte y la redención. Para muchos la vida es estar de acuerdo con las tradiciones, plasmadas en los «cuatro objetivos», a saber, Artha (prosperidad), Kama (deseo), Dharma (deber, moralidad) y finalmente, como último objetivo, Moksha, la salvación. Para los seguidores de la doctrina monista Advaita, Moksha significa absorción en la «conciencia cósmica». Para los seguidores de la doctrina Dvaita, el amor de Dios (Bhakti) tiene un valor central, por tanto la vida significa para ellos es la comunión eterna con Dios.[54]


Estatua de Buda. La primera persona en alcanzar el Nirvana, en la tradición Budista.
Budismo
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Los budistas plantean el sentido de la vida desde la idea de practicar el malestar y el bienestar. Los budistas buscan la raíz de su malestar para de esta forma, poder deshacerse de ella. Por ejemplo, una causa de sufrimiento es un apego extremo a cosas materiales e inmateriales. El budismo, ni en sus sutras ni tantras plantean de forma directa «el propósito o sentido de la vida», sino que hablan de la capacidad de adaptación del individuo para eliminar aquello que le causa malestar, sin reprimir ni negar nada, por ejemplo controlando los antojos o depurando de forma positiva las relaciones interpersonales pues de esta forma se alcanzara el Nirvana. Es decir, para los budistas alcanzar el Nirvana es el fin último de la vida, sin embargo, este estado solo se puede alcanzar con el equilibrio espiritual, emocional y físico tal y como predicó Buda.[55][56]

Sin embargo, el Budismo goza de distintas ramas de pensamiento. El budismo theravada, es decir el más primitivo en la práctica, habla del concepto de Vibhajjavada, el cual expone que la comprensión del equilibrio viene cuando el individuo es capaz de analizar y razonar de forma crítica los eventos y pensamientos que a él le suceden, despojándose así de la fe ciega. Esta capacidad crítica provendría en su parte del seguimiento de los consejos de las enseñanzas de los más sabios y la puesta en práctica de la Cuatro Nobles Verdades. De esta forma se logra el Nirvana, la práctica del Noble Óctuple Sendero también ayuda.[57]

Por otro lado, existe la doctrina del Budismo Mahayanna. En esta escuela de pensamiento se restan importancia a la visión tradicional (que todavía se practica en Theravada) de la liberación del sufrimiento individual (Dukkha) y el logro del Despertar (Nirvana). En el Mahayana, el que alcanza el Nirvana es visto como un ser eterno, inmutable, inconcebible y omnipresente. Los principios fundamentales de la doctrina Mahayana se basan en la posibilidad de la liberación universal del sufrimiento para todos los seres y la existencia de la naturaleza búdica trascendente, que es la esencia búdica eterna presente, pero oculta y no reconocida, en todos los seres vivos.[58]

Dentro de esta escuela, es remarcable decir que las subdivisiones como la Zen o la Vajrayana tibetana, hablan de la reencarnación como forma de ayudar a todos los seres a alcanzar el Nirvana.

Taoísmo
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En la cosmogonía taoísta se establece que todos los seres deben de volver a un estado primordial, de este modo serán uno con el Universo. Los taoístas afirman que el origen de todo emana del Taiji y Tao,[59] y de conocer la verdadera esencia de estos dos, se alcanzará la comprensión temporal de la materia existencial. Pues solo con la introspección se puede conocer la razón de nuestra existencia, afirman los Taoístas.[60]

Es decir, el sentido de la vida dentro de la línea de pensamiento Taoísta, habla de que el sentido de la vida, es único para cada ser y que este debe descubrirlo por sí mismo, pero que sea cual sea el sentido de cada individuo, el destino último de cada uno es volver al Universo.

Perspectivas psicológicas
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Psicología actual
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Psicología existencial
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Es una rama de la psicología que toma como base los postulados del existencialismo.

Según esta rama psicológica, el individuo asume naturalmente cierta pasividad ante la vida, debido a una supuesta falta de capacidad para enfrentarla, por lo que es necesario hacerle ver un amplio campo de decisión y libertad, en cada decisión directa e indirecta que toma en su día a día. Da una importancia fundamental al futuro mediante el desarrollo y potencial de cada ser humano, percibiendo el tiempo como un «corazón de la existencia» perceptible sólo mediante la experiencia.[61]

Logoterapia
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La logoterapia es una psicoterapia que propone que la voluntad de sentido es la motivación primaria del ser humano a través de la autotrascendencia.

En la literatura de ficción
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Guía del autoestopista galáctico
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Douglas Adams, escritor de Guía del autoestopista galáctico, proporciona «42» como respuesta al sentido de la vida. Esta respuesta ha sido y es interpretada de muchas formas por otros escritores y aficionados, los cuales buscan una justificación sólida del porqué de dicho número en concreto como respuesta.[62]

En la educación
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Un campo en crecimiento
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La preocupación científica por el concepto de sentido de la vida se ha visto reavivada durante los últimos cuarenta años. Desde la década de los 80 del pasado siglo, el interés por el sentido de la vida como concepto ha presentado un auge incremental en lo que a volumen de publicaciones se refiere.[63]La reflexión pedagógica no ha sido ajena a esta tendencia. En los últimos años, son varios los autores que se han acercado a las posibilidades y retos que el concepto de sentido de la vida presenta en términos educativos[64][65][66][67], fundamentalmente dentro del ámbito de la filosofía de la educación.

Algunas investigaciones recientes sobre el concepto de sentido de la vida, abordado a partir de los acontecimientos, tanto personales como externos, ponen de manifiesto que posibilitan un escenario educativo mediante el cual explorar diferentes vías de desarrollo íntimo, así como de construcción de sentido personal. Con ello están surgiendo hoy día reflexiones de carácter pedagógico que ponen de manifiesto la importancia del desarrollo de aspectos relacionados con la interioridad, como son los sentimientos y las emociones, como constructoras o posibilitadoras de sentido.[68] La educación, entendida como proceso de culturización, es decir, como proceso que proporcione los elementos indispensables para que la persona pueda desarrollar sus potencialidades dentro del ámbito cultural donde se ubican y desarrollan, implica, al mismo tiempo, una consideración sobre las concepciones culturales existentes sobre el sentido de la vida.[69]Al respecto, parece importante detenerse en la necesidad de potenciar el pensamiento crítico como herramienta educativa vinculada al desarrollo de sentido[70].

Algunas de las formas de aproximación educativa al concepto de sentido de la vida, sobre las que recientemente se están aportando trabajos reflexivos en términos pedagógicos, son el desarrollo moral, las narrativas de vida[71] y la introspección personal.[72]

Véase también
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Crisis existencial
Destino
Logoterapia
Viktor Frankl
Filosofía perenne
Ikigai
Sistema complejo
El hombre en busca de sentido
Voluntad de sentido
Telos
Filosofía de la educación
Referencias
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Enlaces externos
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Hannah Arendt y el sionismo: del activismo a la desilusión – Conversacion sobre Historia

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Hannah Arendt y el sionismo: del activismo a la desilusión
enero 24, 20191

   Edgar Straehle

Licenciado en historia,  filosofía y  antropología
(Universidad de Barcelona).
Doctorado con una tesis sobre el pensamiento de Hannah Arendt. Autor de Claude Lefort. La inquietud de la política (2017)



El sionismo revisitado
Aunque muchos no lo sepan y otros prefieran no recordarlo, Hannah Arendt fue una sionista. No una sionista cualquiera sino una activista sionista para más señas, lo que en su momento le costó que fuese detenida en la Alemania de Hitler (y del que solo por un golpe de suerte logró escapar). Más de treinta años más tarde, ante una pregunta de Hans Morgenthau y después de que la publicación de su libro sobre Eichmann y la banalidad del mal desencadenara una terrible controversia, ella misma recordó que la única causa política por la que había luchado en el transcurso de su vida había sido el sionismo. Sin embargo, eso no evitó que en el fragor de la polémica se le dijera de todo, que se la acusara de sentir auto-odio por el hecho de ser judía, que se afirmara que sentía más simpatía por Eichmann que por los judíos y que incluso se sugiriera que ella misma era una nazi, tal y como hizo el diario Le Nouvel Observateur. Arendt se convirtió en un enemigo público del sionismo, fue demonizada en Israel y sus obras tardaron décadas en ser traducidas al hebreo.

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¿Qué ocurrió entre medio? ¿Cómo explicar este cambio y esta dura reacción? ¿Cómo pasó de ser una amiga del sionismo a una de sus supuestas enemigas? Una parte se debió al propio itinerario intelectual de Arendt, pero otra a la misma trayectoria histórica del sionismo. Para entender el problemático vínculo que ella fue teniendo con este es fundamental tener en cuenta que este movimiento político, en especial antes de la fundación del Estado de Israel en 1948, no debe ser entendido de una sola y única manera ni debe ser directamente identificado con un movimiento nacionalista clásico que tenía la intención de instaurar a cualquier precio un Estado nación en Palestina. Por eso, antes de nada, convendría saber de qué maneras diversas se podía comprender en aquel entonces el sionismo y por qué, frente a lo que no pocos defienden hoy en día, para muchos ser sionista y de izquierdas no era en modo alguno una contradicción.

Uno de los problemas a la hora de abordar esta intrincada historia reside en que ha habido una suerte de complicidad inconsciente entre sionistas y antisionistas a la hora de explicar el pasado de los primeros desde esta perspectiva reduccionista y comprenderlo en una clave presentista y teleológica. Por un lado, se cultivó esta imagen de un sionismo históricamente homogéneo, casi sin una verdadera oposición o pluralidad internas, con el fin de legitimar el sionismo oficial y hegemónico a partir de la fundación del Estado de Israel. Se trata de un sesgo que en los últimos tiempos se ha paliado gracias a las aportaciones de numerosos historiadores (tales como Zeev Sternhell, Yakov M. Rabkin, Steven E. Aschheim o el mismo Michael Löwy) que han profundizado en los diversos orígenes del sionismo y/o en las maneras alternativas de comprenderlo como proyecto político.

Por el otro lado, cabe añadir que esta imagen simplificadora también se ha promovido desde los círculos antisionistas con el propósito de desautorizar y condenar el sionismo in toto. Paradójicamente, en muchos casos los segundos no han hecho más que ratificar y reproducir la sesgada interpretación de la historia de los primeros, sus enemigos políticos. Sin duda, la intensidad de los conflictos e incluso guerras de la zona, así como la subsiguiente espiral de polarización, ha colaborado en todo ello. Ahora bien, conviene recordar que esa misma polarización comenzó en verdad bastante antes del nacimiento del Estado de Israel y ayuda a explicar la cambiante relación de Arendt con el sionismo.

weizmann y ben gurion
Chaim Weizmann y David Ben Gurion
Centre d’Estudis Històrics Internacionals
Frente a las lecturas reduccionistas del movimiento sionista, aunque sea en unas pocas e insuficientes líneas, es importante poner de relieve su pluralidad histórica y cómo hubo no pocas corrientes en su seno que abogaron por proyectos alternativos a los encabezados por quienes seguramente sean sus dos figuras políticas más conocidas: Chaim Weizmann (1874-1952) y David Ben Gurion (1886-1973). El primero fue considerado como el gran artífice de la Declaración Balfour de 1917, presidente de la Organización Sionista Mundial entre 1921 y 1931 y entre 1935 y 1946, paradigmático representante de la vía diplomática y posibilista que negociaba con el Imperio británico y, al final de su vida, acabó por ser hasta su muerte el primer jefe de Estado de Israel. Por su parte, Ben Gurion, cuya figura ha sido criticada por Zeev Sternhell en The Foundational Myths of Israel por su nacionalismo, fue uno de los padres del partido laborista israelí (el que sería el poderoso Mapai) y del sindicato Histadrut (gran poder fáctico de los judíos de Palestina) así como presidente de la Agencia Judía (embrión del futuro Estado de Israel) entre 1935 y 1948 y de la Organización Sionista Mundial entre 1946 y 1956. Además, está considerado como el padre político del Estado de Israel y fue su primer ministro entre 1948 y 1953 y entre 1955 y 1963.

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Para empezar habría que tener en cuenta la oposición de numerosos judíos al sionismo en general. Como ha estudiado Yakov M. Rabkin en La amenaza interior no hay que olvidar que un buen número de judíos, y especialmente religiosos como los haredíes, desde un buen principio se posicionaron en contra de la fundación de un Estado laico que entendían como contrario y enemigo de la religión. Aunque convendría no generalizar debido a la existencia de movimientos como el Mizrachi, Rabkin ha querido recordar que, paradójicamente, no pocos de los más enérgicos y menos recordados antisionistas se han dado dentro del propio judaísmo, como el movimiento Agudat Israel en su momento.

Por otro lado, tampoco hay que menospreciar la hostilidad de los judíos asimilados hacia el sionismo, pues muchos de ellos lo vieron como un movimiento que podía amenazar sus conquistas individuales y alentar el antisemitismo (un antisemitismo que en verdad era anterior a la emergencia del sionismo organizado y que en 1882 ya había organizado en Dresde el primero de sus congresos internacionales).

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Arthur Ruppin
Además, dentro del sionismo convendría rescatar el recuerdo de corrientes alternativas cuya historia está siendo cada vez más estudiada. Por ejemplo, organizaciones como Brit Shalom (Alianza por la paz), un grupo fundado en 1925 y formado sobre todo por intelectuales centroeuropeos como Arthur Ruppin (presidente de la Agencia Judía antes de Ben Gurion), Martin Buber, Hugo Bergmann, Hans Kohn, Gershom Scholem o Henrietta Szold (fundadora a su vez del Hadassah¸ la organización americana de mujeres sionistas) y entre cuyos simpatizantes estaban Albert Einstein o Judah Magnes, de quien hablaremos más adelante. Este grupo cuestionó buena parte del legado del padre del sionismo, Theodor Herzl (1860-1904), y defendió la instauración de un Estado binacional que dialogara e intentara integrar a los árabes, algo que sería retomado más tarde por la Liga por el Acercamiento y la Cooperación Judeo-Árabe (1939), dirigida por Chaim Malgarioth Kalvarisky (quien por cierto no tiene ni página propia en la Wikipedia en inglés). En una línea semejante habría que considerar las personas o grupos que se identificarían con eso que se ha venido a llamar el sionismo cultural, donde a menudo se ha colocado a Ahad Ha’am (1856-1927), o también el sionismo espiritual frente a un sionismo de cariz más estrictamente nacionalista y/o político.

Finalmente, en el lado antagónico, en uno de un carácter más radical que las posiciones dominantes de Ben Gurion en Palestina, había el llamado sionismo revisionista, que estaba encabezado por la carismática figura de Zeev (Vladimir) Jabotinsky: entre otras cosas, los revisionistas abogaban por la creación de un Estado judío que debía extenderse a ambas orillas del río Jordán, por situar este objetivo como el único y prioritario y por el cual había que luchar decidida y agresivamente (frente a la parsimonia de la vía diplomática y gradualista protagonizada por Chaim Weizmann, principal figura de la Organización Sionista Mundial durante los años 20 y 30). También  propugnaban un sionismo puro que no se mezclara con otras ideologías (como el socialismo y más aún el liberalismo). El activismo de los revisionistas derivó en acciones violentas y terroristas, algunas durante la Segunda Guerra Mundial contra las autoridades británicas y que por ejemplo condujeron al asesinato de Lord Moyne, ministro británico en los asuntos de Oriente Medio. A causa de este tipo de episodios se desató la que fue considerada como una especie de guerra civil entre los judíos sionistas: en 1944 Ben Gurion decidió usar sus propias fuerzas paramilitares (la Haganá) en la llamada “Temporada de caza” contra los revisionistas para delatarlos, arrestarlos y/o entregarlos a los ingleses. Antes, y cabe especificar que previamente a la Segunda Guerra Mundial, el mismo Ben Gurion ya se había referido a Jabotinsky como Vladimir Hitler.

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Jabotinsky (derecha) con algunos seguidores en 1940
Todo este complejo escenario, aquí solamente esbozado y difícil de condensar en unas pocas líneas, se vio continuamente salpicado y amenazado por los vaivenes y conflictos de la política real. El principal problema provino del enquistamiento y la polarización del conflicto entre árabes y judíos, un conflicto que derivó en actos de violencia como los disturbios y la Masacre de Hebrón de 1929 en la que fallecieron más de dos centenares de personas. O que también condujo a una nueva oleada de violencia como la que se repetiría en 1936. Como es lógico, este tipo de episodios sangrientos favoreció la adhesión a las posturas más radicales y fue diluyendo la confianza en las posturas intermedias y pacifistas, razón por la que, sintomáticamente, Brit Shalom se disolvió a principios de los años 30. Esta espiral de radicalización se agravó todavía más a raíz del ascenso de Hitler al poder, del posterior estallido de la Segunda Guerra Mundial y del genocidio judío, por no hablar del polémico apoyo de personalidades como Amin al-Husayni, el gran muftí de Jerusalén, al Tercer Reich. Sin embargo, no se debe olvidar que también hubo tensiones internas que buscaron favorecer este clima de polarización, lo que se tradujo en asesinatos políticos como los de Haim Arlosoroff en 1933  o del antisionista Jacob Israël de Haan en un temprano 1924, en el que ha sido a veces considerado como el primer homicidio político entre judíos.

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Intifada de 1936-1939: incidentes en Jaffa
Una buena muestra de esta deriva se dio también entre los mismos fundadores de Brit Shalom: Arthur Ruppin dejó el grupo para posicionarse a favor de unas tesis más duras y nacionalistas, pues consideraba que las posibilidades de alcanzar un acuerdo con los árabes eran totalmente nulas. Algo parecido sucedió con Gershom Scholem. Lo que se le reprochaba a las posiciones conciliadores eran su ingenuidad y algo parecido a lo que hoy se llamaría “buenismo”. En cambio, como recuerda Arno Mayer en El arado y la espada, Einstein escribió por esas fechas a Weizmann que si el sionismo era “incapaz de encontrar un camino hacia la cooperación honesta y los pactos honestos con los árabes, no habremos aprendido nada de nuestros dos mil años de sufrimiento y mereceremos nuestro destino”. Hans Kohn irá más lejos, abandonó el sionismo y dejó Israel para irse a vivir a los Estados Unidos. Ahí se convertiría en un célebre historiador, uno de los reconocidos padres de los estudios históricos del nacionalismo. Lo que se sabe menos es que su famosa contraposición entre nacionalismos étnicos y cívicos (que luego identificaría con el modelo estadounidense) partía, y en algunos casos calcaba su análisis, del sionismo así como de los contenidos positivos con los que identificaba este proyecto político.

Arendt, el sionismo y el Grupo joven judío
La historia de Hans Kohn fue la historia de una decepción en cierto modo parecida a la de Arendt, con quien mantendría una relación de amistad y compartía una visión parecida del conflicto de Palestina. Arendt se había iniciado en el sionismo de la mano de su amigo Kurt Blumenfeld, presidente de la federación sionista de Alemania entre 1924 y 1931, y desde esta perspectiva escribió una obra como Rahel Varnhagen, completada y publicada tras la Segunda Guerra Mundial. Este libro era un análisis y una crítica de la asimilación de los judíos a la cultura gentil así como una profundización en la condición de paria que se construía desde la biografía de la salonnière romántica.

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En esta biografía Arendt cuenta en detalle cómo Rahel padeció su situación de paria, cómo persiguió (fallidamente) su asimilación en la cultura occidental de la época y cómo por ello buscó asimismo extirpar todo remanente judío propio. Uno de los momentos culminantes de la obra se da al final, cuando Arendt escribe que “no hay asimilación si uno se limita a abandonar su pasado pero ignora el ajeno. En una sociedad que es, en su conjunto, antisemita – y antisemitas fueron hasta nuestro siglo todos los países en los que vivían judíos -, sólo es posible asimilarse asimilándose también al antisemitismo”. A su juicio, uno de los problemas clave de la asimilación residía en que, además de que nunca era segura ni completa (los gentiles podían no olvidarse nunca de las raíces semitas del asimilado en cuestión y denunciarlas en caso oportuno), para asimilarse correctamente no bastaba con intentar desprenderse de las raíces propias y renegar de ellas, teniendo que romper radicalmente con su mundo anterior: además, asimilarse significaba tener que aceptar el antisemitismo e incluso convertirse en uno de sus cómplices. Eso probablemente ayude a explicar la oposición inicial de numerosos judíos asimilados al movimiento sionista, quienes veían en este un peligro para su “salida” individual al problema judío.

Después de lograr escapar con mucha suerte del avance nazi por Francia, Arendt se afincó en Nueva York y en el exilio americano se volvió a implicar activamente en la causa sionista. Ahí colaboró escribiendo quincenalmente una columna para la revista judía Aufbau y organizó con Josef Maier el Grupo joven judío (Jungjüdische Gruppe). Se trata de uno de los aspectos menos conocidos de la biografía de esta pensadora, uno que se puede conocer gracias a las actas que se tomaron de esas reuniones y que, aún inéditas, este año se publicarán en catalán por la editorial Lleonard Muntaner (el libro llevará el título de Participar del món).

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El Grupo joven judío se fundó en marzo de 1942, solo tres meses después de la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, con el fin de plantearse la refundación teórica de la política judía de una manera colectiva y lo más plural posible. De ahí que la iniciativa se llevase a cabo en un grupo de libre acceso a los judíos de cualquier nacionalidad, que no pertenecía a ningún partido concreto y donde de hecho también se discutieron las afirmaciones de Arendt. La convicción de esta era que la pluralidad podía ayudar a enriquecer y fortalecer el sionismo. En esas mismas fechas, como si compendiara la tarea que se proponía poner en práctica, escribió en el artículo Cui Bono? que “la crítica que el patriota judío dirige a su pueblo tiene como objetivo el de prepararlo mejor para el combate”.

Uno de los objetivos de Arendt a la hora de fundar el grupo era el de movilizar a los judíos y evitar que su política continuara en manos de los magnates y de los notables, quienes habrían controlado tradicionalmente su historia de puertas para dentro. Frente a ello, se propuso repensar la misma política judía desde abajo y hacerlo desde un marco cercano al legado por Bernard Lazare (1865-1903), uno de los otros padres (para ella lamentablemente olvidados) del sionismo y quien había roto rápidamente con Herzl debido a cómo éste entendía y dirigía el movimiento sionista. El primero le sirvió como un referente alternativo desde el que entender y encuadrarse en un sionismo en el que se situó de manera simultánea con y contra Herzl.

Siguiendo las tesis de Lazare, Arendt defendió en esta época que el pueblo judío (como todo pueblo paria podríamos añadir) estaba doblemente oprimido: tanto por los pueblos antisemitas que lo marginaban y/o perseguían como también por los mismos magnates y notables judíos, quienes habían intentado dominar la política judía desde sus posiciones de privilegio. Por eso, la lucha debía darse en un doble eje, tanto nacional como revolucionario. En ciertos momentos, y esto es un punto poco conocido, Arendt asocia el sionismo con unas tesis que tilda de nacionalrevolucionarias. También será dentro de este grupo cuando ella hable más en términos de democracia.

Lo primero que se constata en estas charlas es que, según Arendt, el pueblo judío ha pasado a estar en la “vanguardia de los pueblos del mundo”, pero que lo hace como un pueblo oprimido y perseguido. Por ello, su deseo era luchar contra esta situación e intentar que el pueblo judío pudiera superarla y liberarse así de su condición de pueblo oprimido. Y esa liberación, remarcó, pasaba por lo que llamaba una autoliberación o autoemancipación (algo que evoca el magnífico texto homónimo y clásico sionista de Leo Pinsker), donde la liberación debía proceder de dentro y no de fuera, como una conquista o un logro y no como una entrega o regalo externo.

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Leo Pinsker
En esta misma línea hay que comprender la campaña que en esas mismas fechas Arendt emprendió a favor de la creación de un ejército propiamente de judíos en la Segunda Guerra Mundial: ella no quería que la salvación del pueblo judío dependiera exclusivamente de la generosidad o la caridad de los otros pueblos. En tal caso los judíos correrían el riesgo de seguir siendo un pueblo políticamente nulo que no jugaría ningún rol en la política internacional. Su objetivo, en cambio, era que los judíos pudieran ser un actor político en la historia, que pudieran organizarse y defenderse por sí mismos, que no continuaran viviendo como hasta entonces, en una situación de dependencia política en unas sociedades que, además, con frecuencia les eran hostiles.

Por otro lado, Arendt también deseaba que esta liberación se lograse como una conquista colectiva pues, como había demostrado el auge y radicalización del antisemitismo, la salida individual (como la buscada en la asimilación) no impedía la persecución colectiva y dejaba a los no asimilados en una situación de mayor indefensión. Para ella, la única posible solución al problema judío debía ser política. A fin de cuentas, como evidenció un régimen como el nazi, esta liberación individual tampoco era garantía de nada, puesto que la definición de judío no dependía de las medidas tomadas por uno mismo ni de un sentimiento propio, sino de una apreciación, dictamen o sentencia externos. Como se sabe, judíos sionistas o asimilados fueron perseguidos y exterminados por igual por el nazismo.

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Insurrección del guetto de Varsovia en 1943
Uno de los puntos más interesantes se encuentra en la relectura que Arendt hace de la historia del pueblo judío. Ella se opuso a esos retratos y mitos de la inocencia que describían al pueblo judío como un pueblo pasivo y víctima, uno eternamente sufriente y condenado irremisiblemente a una situación de impotencia; y por eso mismo un pueblo que no aparecía tanto como sujeto sino como objeto (y un objeto menospreciado y perseguido) en la historia. Se trata de una posición que juzgaba muy peligrosa, ya que podía conducir a una exclusión de la historia mayor que la buscada por sus enemigos. De ahí que quisiera repensar el judaísmo y su pasado en una clave política. Para ello se apoyó en la obra de Gershom Scholem, su Grandes tendencias de la mística judía, gracias a quien redescubrió la importancia histórica de movimientos como el sabateo o sabatiano y el potencial de acción (incluso insurreccional) en la mística judía pretérita, algo que, en parte, podría explicar el futuro surgimiento del sionismo. En una línea semejante lanzará más adelante numerosos y encendidos elogios a los judíos que en 1943 se atrevieron a rebelarse contra los nazis en el ghetto de Varsovia.

Es aquí donde cabe entender el sionismo según Arendt. Ella se presenta en el Grupo Joven Judío como una sionista, pero al mismo tiempo rechaza que el sionismo deba ser entendido como una doctrina pura e intocable. Lo comprende más bien como la tentativa de crear un movimiento judío que no responda en una clave privada al problema del antisemitismo, como había sucedido hasta las postrimerías del siglo XIX, sino en una política, pública y nacional. Nacional, en lo que es un matiz clave, pero no por ello nacionalista (una palabra que Arendt utilizaba de forma peyorativa).

Lo que al mismo tiempo temía Arendt es que el sionismo quedase encerrado en el marco legado por su fundador, Theodor Herzl, que se convirtiera en un ismo más y que recayera en defectos como los que aquejaban a los otros nacionalismos. El mérito que le reconoció a Herzl fue el de organizar políticamente el pueblo judío. El problema vino en cómo lo hizo: cómo el sionismo político se convirtió más en una herencia del nacionalismo europeo decimonónico, algo estudiado luego por el pensador Shlomo Avineri, que en una auténtica superación de este. Algunos de los puntos que más discute y le turban a Arendt son el influjo de la mentalidad Blut und Boden, de herencia spengleriana, y la pervivencia de cierto chauvinismo entre los judíos, uno derivado y/o secularizado de la creencia bíblica de que el pueblo judío era el pueblo elegido.

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Theodor Herzl
Otro aspecto que Arendt reprochó a Herzl, además de un indisimulado desprecio por la democracia y por el pueblo que motivarían la ruptura con Lazare, fue el del antisemitismo eterno: la tesis por la que se defiende que todas las sociedades son y serán siempre antisemitas, razón por la que se infería que el único proyecto emancipador para los judíos podía estar en el sionismo. Arendt lamentó el carácter demagógico y propagandista de esta tesis, donde la idea de un enemigo común que eran todos los pueblos sería lo que legitimaría y daría cohesión al movimiento. También temía que eso condujera al aislacionismo del pueblo judío y que este se encerrara en sí mismo. Frente a ello, sostuvo que este, en tanto que pueblo oprimido, debía buscar alianzas con los otros pueblos que padecían una situación semejante con el fin de alcanzar su libertad. Los otros pueblos parias, lejos de ser enemigos, podían aparecer así como potenciales aliados para una causa común. Y uno de esos pueblos podía ser el árabe.

Por último, ella misma planteó el problema de que el sionismo se obcecara con el llamado palestinocentrismo. Si bien admitía la importancia política del destino del asentamiento judío en Palestina, el Yishuv, también advirtió que el sionismo no podía olvidarse del destino de esos otros judíos que no abrigaban la intención de ir a vivir ahí. Lo que de facto se hacía con esta actitud era desatender a los muchos judíos no sionistas que eran perseguidos por el nazismo u otros gobiernos antisemitas. Hay que recordar que antes de la Segunda Guerra Mundial el destino mayoritariamente preferido de los migrantes judíos no era Palestina sino Estados Unidos, en especial hasta las restricciones a la inmigración establecidas en este país a inicios de los años 20. Además, tal y como ha recordado Joan B. Culla en Israel, el somni i la tragèdia, también es preciso recordar que el número de judíos que migraron a Palestina y finalmente no se quedaron fue muy elevado (por ejemplo más del 80% de los 40.000 que migraron entre 1904 y 1914). En torno a 1929, de hecho, el número de inmigrantes judíos llegó a ser inferior que el de emigrantes que se marchaban de Israel.

El proyecto por el que luchaba Arendt, por ello, debía velar también por la vida y seguridad de aquellos judíos, e incluso judíos sionistas, que no querían irse a vivir a Palestina (como era el caso de ella misma). De lo contrario, estos judíos corrían el riesgo de no tener ninguna organización que se preocupase por su destino y de seguir siendo unos parias. Para Arendt, en resumen, la nación judía no estaba solo en Palestina sino también en la diáspora.



De la conferencia Biltmore a su ruptura con el sionismo
La duración del Grupo joven judío fue muy reducida, nada más que cinco sesiones en un lapso de dos meses. Se convocó una sexta sesión de la que no se sabe nada y que probablemente se canceló al coincidir con la Conferencia Biltmore de mayo de 1942. Este fue un congreso sionista de carácter extraordinario que acabó por significar la derrota de las tesis del sionismo moderado. Entre otras cosas, se decidió desafiar la autoridad británica en Palestina, no respetar la limitación de migración judía a Palestina, ciertamente controvertida en plena Segunda Guerra Mundial, y ante todo fijar la necesidad de fundar un Estado judío (oficialmente se habló de Commonwealth) en Israel. Hay que pensar que, aunque Herzl escribió El Estado judío (Judenstaat), se había preferido hablar en unos términos más ambiguos y prudentes como los de “Hogar nacional” (Nationale Heimatstätte). Además, aunque se mencionó parcialmente y siempre circunscrito al territorio de Palestina, el proyecto de creación de un ejército judío para luchar contra el Tercer Reich fue postergado (solamente se realizaría casi al final de la contienda, una vez que la guerra ya estaba decidida).

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Las conclusiones de la conferencia Biltmore, y todavía más el uso y la lectura que Ben Gurion hizo de ellas en Palestina, supusieron una gran decepción para Arendt y su relación con el sionismo devino cada vez más problemática, algo que ya se muestra en textos de otoño de 1942 como La crisis del sionismo con los que cierra su primera etapa en la revista Aufbau. Para ella, la cuestión palestina no podía resolverse de manera unilateral sino siempre desde un acuerdo con los árabes nativos. Por otro lado, no debía pensarse el proyecto sionista dentro del marco de un estado-nación que ella criticaba y consideraba que estaba en crisis. Su opción, utópica o no, realista o no, pasaba por la formación de un Estado binacional que debía ser entendido en el marco de una federación que podía ir más allá del territorio palestino. Dos años después, sintió que la situación había pasado a ser todavía peor: en la conferencia de Atlantic City de 1944 se ratificaron, ahora de casi manera unánime, las conclusiones de la Conferencia Biltmore y Arendt denunció que, como si no existieran o no importaran, ni siquiera se mencionase a los árabes. Al menos en la conferencia Biltmore se los había tenido en cuenta y se destacó el deseo de colaborar con ellos. Desde su perspectiva, cada vez más se rompía con la ambigüedad que había caracterizado en las décadas precedentes al “sionismo práctico” y que estaba ejemplificada en la figura de Weizmann, quien dos años después dejó de liderar la Organización Sionista Mundial.

La reacción de Arendt fue, mutatis mutandis, compartida por muchos otros judíos. Entre ellos cabe destacar a Judah Magnes (1877-1948), una figura prominente en aquel entonces y prácticamente olvidada hoy en día. Para él, las conclusiones de la Conferencia Biltmore equivalían en la práctica a una declaración de guerra contra los árabes y, con el fin de atenuar el conflicto, fundó el partido Ihud (Unidad o Unión), entre cuyos fundadores había varios miembros del ya fenecido Brit Shalom. También el “izquierdista” grupo Hashomer Hatzair (la Guardia de la juventud) se opuso a las tesis mayoritarias y defendió una postura federalista.

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Judah Magnes
Después de unas discrepancias iniciales, Arendt simpatizó con las tesis de Magnes y ambos lucharon conjuntamente con el fin de buscar una solución negociada para el problema palestino. Debido a sus posturas y a los diálogos que inició con los árabes, no pocos judíos sionistas, como el mismo Ben Gurion, se refirieron a Judah Magnes como un traidor, un arabófilo o un antisionista. Algo semejante le ocurrió a Arendt, quien fue tachada públicamente de colaboracionista por personas como Ben Halpern (con toda la connotación que se le podía dar entonces a esa palabra). Por el otro lado, es preciso apuntar que también hubo alguna iniciativa árabe que consideraba necesario el diálogo con los judíos sionistas, en especial el grupo Falastin al-Jedida (Nueva Palestina). El problema fue que el corto recorrido de estas iniciativas: sin ir más lejos, su líder Fauzi Darwish al-Husseini, un primo del gran muftí, fue considerado como un traidor y al poco tiempo fue asesinado en 1946 por los mismos árabes.

El clima de polarización no se había detenido sino que había aumentado con el decurso de los años, con el agravante de que al acabar la Segunda Guerra Mundial se comenzó a ser consciente de que el Mandato británico sobre Palestina iba a concluir en breve. Se intuía cada vez más que una vez que los británicos se marchasen de Palestina estallaría un conflicto abiertamente bélico entre judíos y árabes. El mismo Ben Gurion, mientras los judíos celebraban la partición de Palestina propuesta por la ONU en 1947, apuntó en su diario que él no podía festejar el resultado de la resolución porque sabía que la guerra se avecinaba. Para evitarlo, Judah Magnes realizó todo tipo de movimientos y no confió solo en los árabes y en los judíos para lograr la conciliación. Para ello apeló a la mediación internacional (simbólicamente aniquilada con el asesinato de Folke Bernadotte en 1948, mediador de la ONU en la zona) e incluso buscó en vano una provisional tutela estadounidense que posibilitara un periodo de tiempo de convivencia real.

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Por su parte, esta creciente intensidad del conflicto entre sionistas y árabes palestinos hizo que Arendt profundizara en su decepción, la cual quedó plasmada en el controvertido texto Sionismo reconsiderado. En este escrito continuó con la deriva crítica expuesta más arriba, pero entre otras cosas también denunció que los principios (aunque no todavía sus métodos) del sionismo revisionista habían acabado por prevalecer e imponerse en el seno del movimiento sionista en general: lo que en un principio habían sido unas tesis consideradas como excesivas y demasiado agresivas, rechazadas por la mayor parte del sionismo y que por ejemplo llevaron a Jabotinsky a romper con la Organización Sionista Mundial y fundar una alternativa, pasaron a ser progresivamente vistas como normales y necesarias. En este sentido Arendt escribió concisamente que “ahora todos hablan el lenguaje del nacionalismo radical” y añadió apesadumbrada que “este nacionalismo no es más que la asunción acrítica de la versión alemana del nacionalismo”. Frente a ello, Arendt denunció que el sionismo había “perdido de vista el objetivo que lo había acompañado desde el principio: transformar la vida de los judíos en la diáspora”. Como si enunciara una crítica implícita a las posturas que ella misma había sostenido anteriormente, escribió a su vez que “el movimiento nacional judío social-revolucionario (…) acabó como la mayoría de los movimientos de este tipo: dando su más firme apoyo no ya a reivindicaciones nacionales, sino a reivindicaciones chauvinistas que en realidad no estaban en contra de los enemigos del pueblo judío, sino de sus amigos potenciales y de sus vecinos reales”. En este sentido lamentó que el sionismo se había convertido en una sombra de sí mismo.

Por otro lado, Arendt también criticó la obsesión de los sionistas por el Yishuv, mientras se despreocupaban por lo que sucediera fuera de ella y que, movidos por sus intereses, pudieran llegar a negociar con sus enemigos y hasta con Hitler. También tachó a movimientos socialistas como el Hashomer Hatzair de hipócritas, pues afirmaba que, pese a realizar protestas oficiales, “en el fondo se sienten aliviados de que los partidos mayoritarios hagan el trabajo sucio por ellos”. El nacionalismo judío, en suma, se habría impuesto gracias a la permisividad o la no oposición real de los no nacionalistas. Según Arendt los mismos sindicatos judíos no habrían combatido en su lucha de clases a favor de los trabajadores árabes sino que les habrían perjudicado: la conciencia nacional habría prevalecido en este caso sobre la de clase. Por último, Arendt se quejó de que el mismo sionismo hubiera recaído en las prácticas de la filantropía y beneficencia. En su opinión, a partir de 1929 el sionismo se habría sometido de nuevo a la plutocracia judía. Un breve resumen de su posicionamiento fue el siguiente:

“La alternativa a la vía que abrió Herzl y que Weizmann recorrió hasta su amargo final, habría sido organizar al pueblo judío y negociar contando con el respaldo de un gran movimiento revolucionario. Esto habría significado aliarse con todas las fuerzas progresistas de Europa, lo que sin duda habría comportado grandes riesgos. Por lo que sabemos, el único miembro de la Organización Sionista que consideró alguna vez esta posibilidad fue el sionista francés Bernard Lazare, amigo de Charles Peguy, y en 1899 ya tuvo que abandonar la Organización”.

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Gershom Scholem
La reacción al texto de Arendt no se hizo esperar. Sionismo reconsiderado fue un texto muy polémico, tanto que no fue aceptado por la revista Commentary (pues argumentaba que podía ser leído como una obra antisemita) y que fue criticado por no pocos amigos judíos de Arendt. Entre ellos, cabe destacar la airada reacción de Gershom Scholem, quien antes le había servido como fuente de inspiración para su relectura de la historia judía en una clave política y quien había dicho de ella en 1941, en una carta a Shalom Spiegel, que era una sionista fantástica. En cambio, en la que él le mandó a Arendt en 1946 escribió que se hallaba “en la violenta situación de tener que darle mi opinión sobre su artículo El sionismo reconsiderado y, evitar, al mismo tiempo, enemistarme a muerte con usted”. Luego añadió que el texto no era más que “un hermoso surtido de argumentos antisionistas”, que era “una locura política” y que “la línea política de Ben Gurion me parece un infortunio, pero, así y todo, la considero más noble y menos perjudicial de lo que nos espera si la seguimos a usted”.

Sin embargo, y frente a la lectura que muchas veces se ha hecho de este escrito de Arendt, hay que tener en cuenta que los posicionamientos de esta autora no se explicaban sólo desde la rabia, la indignación y la decepción, sino también desde la pesadumbre y el miedo, como ella misma le confesó a Scholem en su respuesta epistolar. También su discutida defensa de una federación no cabe entenderla únicamente desde su ideal político y como una suerte de sueño ingenuo o insensato, pues ella la planteaba como la única forma de supervivencia de un pueblo judío que en Palestina estaba en una situación de minoría y rodeado de enemigos. Su gran miedo era que el nacionalismo sionista acabara siendo contraproducente para el mismo pueblo judío en sí. Como muchos otros, ella no sospechó que los árabes pudieran ser derrotados en 1948. En cambio, lo que sí supo anticipar fue el clima de conflicto al que toda esta deriva conducía y ya tempranamente alertó de la posibilidad de una balcanización del Próximo Oriente.

Después de la fundación del Estado de Israel

Tras la publicación de Sionismo reconsiderado la atención que Arendt prestó a la política judía contemporánea fue reduciéndose y las propuestas que ella había defendido pasaron a quedar obsoletas por culpa del curso que tomaron los acontecimientos. Después, ella ya no escribirá ningún texto relevante sobre el sionismo y en Los orígenes del totalitarismo que publicó en 1951, se observa que lo que le interesaba era más el antisemitismo occidental, al que dedicó una de las tres partes del libro, que el problema judío en sí. De hecho, en el capítulo que dedicó a los derechos humanos, dejó caer una sentencia que iba claramente dirigida contra las políticas del entonces naciente Estado de Israel:

“Después de la guerra resultó que la cuestión judía, que había sido considerada la única insoluble, estaba, desde luego, resuelta —principalmente gracias a un territorio primero colonizado y luego conquistado—, pero esto no resolvió el problema de las minorías y de los apátridas. Al contrario, como virtualmente todos los demás acontecimientos de nuestro siglo, la solución de la cuestión judía produjo simplemente una nueva categoría de refugiados, los árabes, aumentando por ello el número de apátridas y fuera de la ley con otras 700.000 u 800.000 personas”.

Así pues, en su opinión el problema era que el sionismo, el cual pertenecía al pueblo paria por excelencia de la historia, había creado un nuevo pueblo paria, que en lo sucesivo sería conocido como el palestino. Cabe apuntar que eso, en su opinión, no tenía su origen en la propia idiosincrasia del sionismo o del pueblo judío, sino que se explicaba por el hecho de continuar con la lógica de un Estado-nación contra el que la pensadora se enfrentaba.

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De una sionista crítica Arendt pasaría así a convertirse en una crítica del sionismo. Ahora bien, eso no significa que rompiera con sus lazos afectivos hacia Israel. Pese a lo que respondió a Scholem cuando este le acusó después del juicio a Eichmann de no sentir amor hacia Israel, ella en 1969 le confesó por carta a su amiga la escritora Mary McCarthy que “sé bien que cualquier catástrofe de verdad que le ocurra a Israel me afectará más profundamente que ninguna otra (o casi)”. Por eso no tienen ningún sentido las duras acusaciones y mentiras ad hominem que se le dirigieron después de publicar Eichmann en Jerusalén ni la mala fama que ella se ganó en los círculos sionistas. Como ella fue repitiendo más adelante, la controversia Eichmann giró sobre un libro que ella no había escrito, pues, tal y como recordaba el subtítulo de su obra, lo que había realizado era ante todo un informe sobre la banalidad del mal y no una explicación histórica del Holocausto ni tampoco un juicio a la comunidad judía. Y mucho menos uno al sionismo, pese a que ciertamente criticara el uso político del proceso a Eichmann por parte de Ben Gurion.

Los verdaderos textos que en sí había dedicado al sionismo eran muy anteriores y durante mucho tiempo quedaron sepultados en el olvido. Solo en los últimos tiempos han sido recuperados y progresivamente reivindicados. Por cierto, también en Israel. En la actualidad, no pocos autores y pensadores de ese país consideran a esa Arendt, antes olvidada o tachada de colaboracionista o renegada, como un referente para repensar el Estado de Israel en una clave binacional. Moshe Zimmermann se ha referido a ella incluso como la madre del postsionismo.

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Xose luis Fernández RiveraXose luis Fernández Rivera noviembre 10, 2020 At 9:01 pm
Interesantísimo artigo, norabóa.

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La cuestión de Europa y el (re)surgimiento del antisemitismo o nuevo antisemitismo. Antecedentes y situación actual

https://www.redalyc.org/journal/421/42164493006/html/

La cuestión de Europa y el (re)surgimiento del antisemitismo o nuevo antisemitismo. Antecedentes y situación actual

The Question of Europe and the (Re)surgence of Antisemitism or New Antisemitism. Background and Current Situation

ORCID: http://orcid.org/0000-0002-4100-445X Tania María García Arévalo taniagarcia@urg.es
Universidad de Granada, Spain
La cuestión de Europa y el (re)surgimiento del antisemitismo o nuevo antisemitismo. Antecedentes y situación actual

Revista mexicana de ciencias políticas y sociales, vol. LXIV, núm. 236, 2019

UNAM, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, División de Estudios de Posgrado

Recepción: 20 Junio 2017
Aprobación: 26 Julio 2018

DOI: 10.22201/fcpys.2448492xe.2019.236.60778

Resumen:
Las nuevas realidades europeas son un factor clave para entender el antisemitismo, un concepto que ha adoptado nuevas formas en los siglos xx y xxi y que ha sido favorecido por la llegada de inmigrantes a Europa, la emergencia de los partidos de derecha y el antisionismo. El objetivo de este artículo es ofrecer un recorrido histórico mediante el que puedan observarse su naturaleza y transformaciones hasta llegar al nuevo antisemitismo que es al que asistimos hoy día. Partimos de la premisa de la existencia de este fenómeno actualmente, con la hipótesis de trabajo de que en los últimos años efectivamente ha habido un resurgimiento e incremento de éste, como lo revelan las cifras presentadas en distintos informes y en nuevos contextos, como las redes sociales. El principal hallazgo es que nos encontramos con un nuevo antisemitismo que deja a un lado la confrontación personal, sin eliminarla, para moverse en la esfera tecnológica amparada por el anonimato.

Palabras clave:
neoantisemitismo, judeofobia, antisionismo, Europa, modernidad, medios.

Abstract:
The new European realities are a key factor in the understanding of anti-Semitism, a concept that has adopted new forms in the 20th and 21st centuries and which has been favoured by the arrival of immigrants to Europe, the emergence of right-wing parties and the anti-Zionism. The objective of this article is to offer a historical journey through in which can be observed its nature and transformations until it reaches the new anti-Semitism that we are attending today. We start from the premise of the existence of this phenomenon at present, being the working hypothesis that in recent years there has indeed been a resurgence and increase of this one through the figures presented of different reports and in new contexts, namely the social networks. The main finding is that there is a new anti-Semitism that leaves aside the personal confrontation, without eliminating it, to move in the technological sphere covered by anonymity.

Keywords:
neo-antisemitism, Judeophobia, anti-Zionism, Europe, modern times, media.

Introducción

Conocemos como lenguas y pueblos semitas a aquellos a los que se refiriera August Ludwig von Schlözer a finales del siglo xviii, en 1781, para hacer alusión a los descendientes de Sem, hijo de Noé, que se citaban en el texto bíblico, en Génesis 10. Tal y como él afirmaba, la semejanza de los pueblos semitas, árabes y hebreos se debe a su origen lingüístico y cultural, ya que no constituyen una sola raza (Schlözer, 1781: 113; Hertzon, 2013; Weninger, 2011; Goldenberg 2012). Con todo, el término semita dio lugar a otro, antisemita, y por ende, a la doctrina o tendencia ideológica del antisemitismo que, de manera generalizada se usa en referencia a aquellos que son enemigos de los judíos, de su cultura o influencia, definición que encontramos en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española cuyo término opuesto es el de “filosemitismo” (Karp y Sutcliffe 2011), con lo que se deja a un lado a otros pueblos, como los árabes, centrándose exclusivamente en el grupo judío.

No obstante, en la actualidad se ha acuñado el concepto neo-antisemitismo o nuevo antisemitismo, también llamado “antisemitismo ideológico” debido a su relación con el anti-sionismo, como veremos más delante. La utilización de este término resulta compleja porque depende de conceptos como los antes comentados, que se han formado y transformado a través de los siglos a partir de los matices que han adquirido en épocas y contextos diferentes y cuya fenomenología sólo puede entenderse si se consideran variables tales como la recurrencia, la permanencia y la antigüedad. Es muy importante hacer hincapié en las dimensiones políticas e ideológicas que acompañan a este concepto en su etapa más reciente y de las que hablaremos más adelante, en las que la creación del Estado de Israel, en 1948, el surgimiento del conflicto asociado con la Guerra de los Seis Días, de 1967 y, sobre todo, la resolución del 10 de noviembre de 1975 de Naciones Unidas bajo el epígrafe 3379-Eliminación de todas las formas de discriminación racial, juegan un papel fundamental en la consideración del sionismo al que se declara “como una amenaza a la paz y la seguridad mundiales y se exhortó a todos los países a que se opusieran a esa ideología racista e imperialista”. Esta afirmación, por tanto, argumenta la no justificación de la existencia del Estado de Israel al tiempo que lo caracteriza como un enemigo contra el que luchar.

Pese a que en la última década hemos asistido a diferentes muestras, exhibiciones o ataques de corte neo-antisemita a nivel mundial, en estas páginas fijaremos nuestra atención en aquellos producidos en algunos países europeos, como Francia, Alemania, Inglaterra y España. Es muy interesante observar la concepción de esta problemática en los informes elaborados por distintos organismos de gobierno, pero también la repercusión que estos incidentes han tenido en su prensa, esto es, si realmente han sido noticia o percibidos por ella como un problema o si, por el contrario, ésta no se ha hecho eco de ello. Junto con esto, con respecto al papel que juegan en la actualidad las redes sociales cuyos usuarios están amparados en su mayoría por el anonimato y el alcance a nivel global de estas nuevas formas de comunicación, es crucial ver si el nuevo antisemitismo ha experimentado un auge en los últimos tiempos. Sin embargo y en primer lugar, es necesaria una revisión de la evolución histórica de las ideas arriba comentadas con el objetivo de puntualizar los conceptos y las muestras de este neo-antisemitismo que acotaremos desde el año 2012 hasta la actualidad.

Anti-judaísmo y antisemitismo: ¿conceptos intercambiables?

A lo largo de los siglos y desde la Antigüedad, la hostilidad hacia los miembros de la comunidad judía ha adoptado diversas formas por su naturaleza, ya fuera ésta étnica, religiosa o racial, y ha sido estudiada desde múltiples perspectivas. Jerome A. Chanes ya apuntó al antisemitismo, conformándolo como un todo, aunque distinguiendo en su historia seis fases fundamentales: anti-judaísmo pre-cristiano en Grecia y Roma, con una clara tendencia basada en la religión; antisemitismo religioso, también llamado anti-judaísmo, proveniente del cristianismo desde la Antigüedad hasta la Edad Media cuyo componente principal es también la religión; antisemitismo tradicional musulmán; el antisemitismo surgido en el periodo de la Ilustración y tras ella, que sentará las bases del antisemitismo racial de los siglos xix y xx con el nazismo. Por último, el antisemitismo contemporáneo o neo-antisemitismo que es al que asistimos en la actualidad (Chanes, 2004: 5-6).

Cada uno de estos periodos ha guardado características particulares que han dado lugar y afectado a las otras etapas, y en los que los cambios históricos producidos, sobre todo en Europa, son fundamentales para entender el proceso del odio al judío, en general, y sus causas y consecuencias en toda su dimensión. La singularidad del antisemitismo, por tanto, está asociada, en primer lugar, a su recurrencia y permanencia histórica, de modo tal que ha precedido y rebasa históricamente al racismo; en segundo lugar, al hecho de que a la fundamentación racial de la discriminación le precedió la cultural y la religiosa y, en tercer lugar, a que éstas han interactuado con otras fuentes y móviles de índole social, económica y política (Bokser, 2001: 104, en relación con Ettinger, 1974, y Baron, 1976-1977). tanto, su continuidad, así como sus modelos cambiantes refuerzan tal singularidad (Laqueur, 2006; Jaspal, 2016; Bravo, 2012). Estos términos son de vital importancia, ya que no estamos ocupándonos de un fenómeno asociado a una franja temporal concreta, sino que se ha mantenido en el tiempo, con diversas fundamentaciones y, como resultado, con múltiples manifestaciones.

Uno de los acontecimientos más relevantes y que supuso un giro fundamental en la historia del anti-judaísmo/antisemitismo fue la proclamación del cristianismo como religión oficial del Imperio Romano por parte del emperador Constantino i en el siglo iv. Gracias a la firma del llamado Edicto de Milán (313), entre Constantino y Licinio, que se hizo posible una alianza mediante el matrimonio de Constantina, hermana de Constantino, y Licinio, se acordó llevar a cabo una política común respecto de la agitación religiosa que había padecido el imperio en la última década, lo que implicó legalizar el cristianismo y restaurar las propiedades tomadas durante la primera persecución de Diocleciano, unos años antes (Drake, 2006: 121; Betten, 1922; Anastos, 1967; Herrmann-Otto, 2013; Neusner, 2007; Jones, 1978). Hemos de tener en cuenta, además, que dos años antes de ese acuerdo se había promulgado el Edicto de Tolerancia de Nicomedia, también llamado Edicto de Galerio (Knipfing, 1992; Fernández y Marcos, 2007), que cesaba la penalización del cristianismo por parte del Imperio Romano por Diocleciano, de mano del emperador Galerio. Todas estas circunstancias y simpatías, unidas a la celebración del Concilio de Nicea en 325, donde se trataba de legitimar el cristianismo y su unidad, hicieron posible que, a partir de este periodo, el Estado aplicara la política eclesiástica y, durante los siguientes doce siglos, la Iglesia católica prescribiera las medidas que se habrían de tomar con respecto a los judíos. Al contrario que los romanos pre-cristianos, que afirmaban no tener monopolio sobre la fe y la religión, la Iglesia cristiana sí insistía en la aceptación de la doctrina cristiana (Hilberg, 2005: 23; Marcos, 2004).

Las crónicas ofrecidas por los medios en Francia no han dejado de ser desalentadoras y, si hacemos un barrido de las mismas, podemos seguir el continuo devenir de esta comunidad desde el año 2012, en el mes de marzo de ese año se produjo un tiroteo en una escuela judía en Toulouse (Albertini, 2015). Éste fue un factor que marcó las cifras en los años posteriores consecutivamente, pues la cifra subió de 114 actos antisemitas en 2011 a 200 en 2012, y bajó ligeramente a 116 en 2013. En 2014 este número subió hasta 164, siendo el país que más incremento mostró en toda Europa hasta el año 2015, cuando la cifra baja hasta 61% en 2016, con un pico en los meses de mayo y julio en los que se detectaron 30 actos antisem

La legitimación del cristianismo supuso que, desde el Concilio de Nicea hasta la Primera Cruzada (1096-1099), con una diferencia de siete siglos entre ambos acontecimientos y los cambios y argumentos para justificar esta última -como la usura, por ejemplo-, aplicada a los judíos, parecen ambos momentos responder a una caracterización del antijudaísmo y no del antisemitismo (Langmuir, 1990: 8, 63), lo cual es muy interesante para la conceptualización, como se apunta en las siguientes palabras:

La neología anti-judía radical que se propagó entre las bandas populares de las cruzadas exigía la completa aniquilación de los judíos lo que suponía, no ya su incorporación bajo la nueva fe, sino su eliminación física. Esto suponía dos verdades alternativas: conversión o muerte […] el número de conversos fue mayor que el número de mártires (Suárez, 2014: 191).

Sin embargo, no siendo la conversión o la muerte suficiente, se dieron a partir del siglo xii, con las Cruzadas, acusaciones antijudías de crimen ritual en diferentes lugares de la Europa medieval, que no hacían sino alentar a este sentimiento entre las masas, popularizándolo (González, 2013). La aceptación del bautismo o la expulsión de los judíos allí donde éstos se encontraban fue otra opción que se fraguó con el tiempo. De esa manera, se dieron expulsiones escalonadas en Inglaterra, Francia, los Principados Alemanes y la Península Ibérica entre 1290 y 1492 (Blasco, 2005: 10 y ss.), alentadas por la imagen del judío con estereotipos exagerados que se plasma en cuatro argumentos para justificar el odio: el religioso -carácter de deicidio-; psicológico -carácter traicionero y cobarde-; económico -préstamos y usura- y físico -características propias- (Caro Baroja, 1975: vol. 1, 104; Cantera, 2000: 204 y ss.; Poliakov, 1968: 121-160).

Esto es a lo que se refiere Hanna Arendt (1951) cuando advierte que no hay que confundir antisemitismo -ideología racista que se desarrolla a finales del siglo xix- con antijudaísmo, que se gestó en el Occidente cristiano después de que el cristianismo pasó a ser la religión estatal, a finales del siglo iv. De hecho, esta concepción fue seguida hasta la época de la Ilustración en toda Europa, como ya apunté antes (Roudinesco, 2011; Bauer, 1992; Laham, 2016).

Pese a que son muchas las situaciones de tensión que han vivido las comunidades judías a lo largo del tiempo, siendo minorías integradas dentro de una mayoría de distinta confesión religiosa, hemos de puntualizar la existencia de periodos de coexistencia pacífica. A modo de ejemplo, podemos pensar que en Al-Ándalus (711-1492) las diferentes restricciones y disposiciones de la dimma podían dificultar sobremanera la vida de judíos y cristianos bajo el poder musulmán. De acuerdo con el concepto que tenían los musulmanes de judíos y cristianos como “gentes del Libro”, estos gozaron bajo su autoridad del estatus de dimmíes o “protegidos”, lo que les otorgaba ciertos beneficios, como la facultad de residir en territorio musulmán, la salvaguarda de su vida y sus bienes, la libertad de practicar su religión y la defensa contra el enemigo externo. Por su parte, el dimmí -varón, libre, púber y en su sano juicio- estaba obligado a pagar un impuesto por las tierras y una tasa fija de captación (Maíllo, 2005: 24). Ahora bien, aunque existía una clara diferencia entre el poder ostentado por los musulmanes, por un lado, y los grupos de judíos y cristianos que eran sus protegidos, por el otro, lo cierto es que realmente había una gran asimilación lingüística y social que facilitaba la convivencia entre unos y otros. Así, los judíos solían vivir en barrios separados dentro de las ciudades, las juderías, y poseían autonomía jurídica y fiscal, a excepción del impuesto que debían pagar a las autoridades. En otros casos, observamos a judíos en puestos de notable prestigio, como Ibn Shaprut (siglo X) quien fue el médico personal de Abderrahman III, califa de Córdoba, y al-Hakam II o Shamuel ibn Nagrella, secretario y jefe de los ejércitos de los gobernantes ziríes de Granada en el siglo xi. Otros muchos alcanzaron una gran relevancia social y política entre los musulmanes; de ahí que no podamos pensar el término dimmí como un concepto cerrado en el que no había permeabilidad en lo que, en concreto, a los judíos andalusíes se refiere (García y Cano, 2016: 345).

Asimismo, podemos hallar ecos de esta coexistencia pacífica en el siglo xv en los relatos de viajeros judíos. Uno de ellos, Rabí Obadiá de Bertinoro, procedente de Italia, emprende en 1488 una travesía desde Occidente a Oriente para visitar Tierra Santa y a su llegada a ésta describe la convivencia de los judíos con los musulmanes de la siguiente manera: “no hay ningún destierro para los judíos en este lugar, entre los ismaelitas. He ido por todo el país, a lo largo y a lo ancho, sin que nadie dijese esta boca es mía, y se compadecen mucho del hombre forastero y mucho más de quien no conoce la lengua, y aunque vean a muchos judíos juntos, no les acosan en absoluto” (Cano y García, 2015: 314; David y Magdalena, 2013: 99). Benjamín de Tudela, viajero del siglo xii, a su paso por Bagdad, expone un panorama muy similar al anterior: “Hay allí en Bagdad como unos cuarenta mil judíos israelitas y permanecen en calma, tranquilidad y honor bajo el poder del gran rey”, pero también en Adén:

[…] allí hay israelitas sobre quienes no pesa yugo de gentiles. Poseen ciudades y torres en las cumbres de las montañas, bajan a la tierra de la llanura que llaman Nubia, dominio de cristianos […] los judíos hacen guerras contra ellos y toman presa y botín […] nadie puede guerrear con ellos (Cano y García, 2015: 314-315; Magdalena, 1982: 194).

De estas notas puede desprenderse que, aunque estemos señalando aquellas circunstancias históricas que favorecen el surgimiento del antijudaísmo y antisemitismo, no hemos de olvidar aquellas otras en las que existió una coexistencia pacífica que igualmente debe ser reseñada.

Antisemitismo político y antisemitismo racial

La Ilustración europea cuya franja temporal se remite al siglo xviii, jugó un papel fundamental en la historia de lo que se ha denominado antisemitismo político, debido, entre otros, al proceso de integración de los judíos en la sociedad. Aquélla cuyos ideales propugnaban la racionalidad, la tolerancia y el Estado secular, poseía dos centros claramente identificados, Berlín y París, siendo el primero de ellos también el núcleo de lo que se llamó la Ilustración judía o Haskalah. Ésta, con su máximo exponente en la persona de Moisés Mendelssohn, fue el motor principal de la salida de los judíos de los guetos y de lo que se ha denominado el judío moderno, esto es, la figura del judío cuya religiosidad se adscribe al terreno puramente personal y que se inserta en su sociedad europea; ello posibilitó la apertura de estas comunidades y su eclosión en los círculos intelectuales europeos, literarios y educativos. Como consecuencia, la visibilización de estas comunidades fue un elemento clave para los cambios políticos y sociales que devendrían más tarde.

El proceso de integración de los judíos en la sociedad europea poseía, por tanto, un componente social, con la asimilación de nuevas formas de vida, pero también político, esto es, necesitaba afirmarse a través del reconocimiento de los derechos legales y civiles de todos los ciudadanos y que debía hacerse extensible también a aquellos de las comunidades judías, situándolos al mismo nivel al que estaban otros. En Francia y Alemania se da la lucha por la emancipación entre 1789-1846 y 1797-1815, respectivamente. En el caso francés, en contra de autores como Uri R. Kaufmann, que limitan el proceso hasta 1791 (2003: 81), nosotros lo ampliamos hasta 1846 por ser el año en el que se produjo la abolición del juramento more judaico por Adolphe Crémieux y, por tanto, quedaron anuladas las particularidades legales que diferenciaban al conjunto de la judería francesa. Adolphe Crémieux no solamente se ocupó de los judíos en Francia, sino también de aquellos que habitaban en las colonias galas, como Argelia, a los que nacionalizó en 1870 mediante un decreto que llevaría su nombre.

El itinerario hasta la emancipación completa no fue fácil dados los diferentes cambios políticos que acaecían en los gobiernos, así como por las demandas de la sociedad y aquellos grupos nacionalistas o conservadores que se oponían a ella y que fueron determinantes en sus reclamaciones. Tras conseguirla, la percepción que se tuvo entonces fue que los judíos obtenían mejor educación y mejor atención sanitaria y que su ascenso haría que conquistaran el mundo (Lindemann, 1991: 11 y ss. ; Nirenberg, 2013: cap. 10). Pese a toda esa lucha, en 1815, con el Congreso de Viena volvieron al gobierno de los estados europeos las fuerzas conservadoras, aquellas que habían mantenido una actitud negativa y contraria a este proceso de emancipación, limitando los derechos otorgados a los judíos por Napoléon y la Revolución francesa (Krell, 2014: 80), que fue el caldo de cultivo para que la cuestión judía se transformara en una cuestión de Estado y en una plataforma política, por ejemplo, en el movimiento boulangista y, más tarde, del Partido Nacional, que se oponía al parlamentarismo, que hizo del antisemitismo un elemento de unión nacional y una posibilidad de hacer un llamamiento electoral a las capas marginales de la población e inauguró un discurso en el que los judíos eran definidos no como miembros de una religión o de una cultura sino como un problema nacional (Jerade, 2015: 346).

Debemos considerar, por otra parte, que a mediados del siglo xix se produjo una situación preocupante en los mercados, casi todos los escándalos económicos y el mercado libre estaban unidos a nombres judíos cuyo número se incrementaba cada vez más, factores suficientes para aquellos que deseaban culpabilizarlos (Lindemann, 2000: 52 y ss. ; 1991: 26-29).

En estas circunstancias tienen un peso notable las teorías proclamadas en tiempos anteriores y que sientan la base de formulaciones posteriores. Joseph Arthur de Gobineau, considerado el padre teórico del racismo, publicó entre 1853 y 1855 una historia de las civilizaciones desde una perspectiva étnica, llamada Ensayo sobre la desigualdad de las razas humana (Gobineau, 1937). En éste concluye que hay una jerarquía de razas -la blanca, la amarilla y la negra, estas dos últimas como variedades inferiores- y sitúa a los arios en la cima de la raza blanca -en la que no se encuentran los judíos, a quienes consideraba inferiores (Cavero, 2011: 161). No obstante, Leon Pinsker, en 1882, en su obra Autoemancipation! se refirió al odio al judío de manera general a través de los tiempos como “judeofobia”, considerándola una aberración psíquica hereditaria y una enfermedad transmitida durante dos mil años, que es incurable y que califica también como una variedad de demonopatía, la cual no es propia de una raza particular sino común a toda la humanidad. Esto es, Pinsker sustenta el concepto de judeofobia en el principio de la universalidad, en que no se puede adscribir a un grupo concreto, sino a la población global y, más aún, apunta a su recurrencia histórica que es una caracterización a la que, sistemáticamente, estamos aludiendo en estas páginas.

Tres años después del escrito de Pinsker y siguiendo la estela de la influencia que Gobineau había ejercido en el pensamiento europeo central y occidental, surge la figura de Wilhelm Marr, quien en 1879 acuñó por primera vez el término antisemitismo. Éste rápidamente se popularizó y Marr fundó la Liga Antisemita, primera organización germana dedicada a luchar contra la amenaza que, según sus miembros, los judíos representaban para Alemania, razón por la cual promovía la expulsión de los judíos del país (Cavero, 2011: 162-163). Pese a todo ello y a la influencia que Marr ejerció, Moshe Zimmermann (1986: 8) arguye que éste no ocupó un lugar central en la historia del antisemitismo, como sí lo hicieron, por ser más conocidos, Adolf Stoecker, Heinrick von Treitschke o Houston Stewart Chamberlain, considerados los pivotes de la primera ola del antisemitismo moderno (Green, 2003; Telman, 1995; Kohber, 2010; Field, 1981; Williamson, 1973).

Con toda esta tensión y alentados por el uso de los medios de comunicación que jugaron un papel fundamental, saltaron a la luz tres casos judiciales cuyos protagonistas fueron acusados de cometer crímenes rituales o traición. Hablamos de los casos de Mendel Beilis (Leikin, 1993; Rogger, 1996; Lindemann, 2005: 63-64), Leo Frank (Johnston, 2005; Dinnerstein, 1968; MacLean, 1991) y Alfred Dreyfus (Byrnes, 1949; Venitta, 1995; Derfler, 2002), que tuvieron lugar entre 1898 y 1915. No obstante, antes que ellos ya encontramos antecedentes en los procesos de Damasco (1840) y de Tiszaeszlar (1882-1883), ambos basados en acusaciones de crímenes rituales contra una monja y una niña cristiana húngara, respectivamente, lo que nos proporciona la idea fundamental del ambiente vivido en el siglo xix con respecto a la comunidad judía (Lindemann, 1991: 34-35; Cohen, 2001; Véri, 2016; Vyleta, 2012: 178-179). Como consecuencia de toda esta situación, se produjeron numerosas emigraciones de judíos de Europa a Estados Unidos y América Latina (Avni, 1992; Navarro, 2007; Amaya, 2000; Grillo, 2013; Kranse, 1987, esp. caps. v y vii; Facal, 2006; Bokser, 2001: 112-123; Marrus, 1985), entre finales del xix y comienzos del xx, asistiendo a otro choque cultural, no únicamente por su traslado, sino por su intento de amoldarse a un contexto muy diferente del que, hasta el momento, habían vivido.

Un aspecto fundamental de este antisemitismo racial es la aparición del concepto de raza como una forma de política pública que aumentó en las últimas décadas del siglo xix, debido a la ansiedad generalizada sobre lo que la industrialización y la urbanización estaban causando a las poblaciones europeas. Una palabra de moda de la época era “degeneración” y los síntomas de ello eran, supuestamente, el crecimiento de la tuberculosis, del alcoholismo y de las enfermedades venéreas que se daban junto con las condiciones pobres en núcleos urbanos atestados, que se suponía eran brutos e ineducados, junto con la rápida proliferación de las clases trabajadoras. En este clima, el apoyo a las ideas para incrementar el stock humano de mejora selectiva aumentó rápidamente (Hayes, 2017: cap. 1).

Junto con todo ello, hemos de hablar del ascenso del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de Adolf Hitler, que gobernó Alemania de 1930 a 1945. De acuerdo con Pier Paolo Poggio (2006), aunque histórica y conceptualmente racismo y antisemitismo no son equivalentes, una distinción tal no tiene sentido para Hitler, para quien el antisemitismo es la cima del racismo y la construcción de la raza judía debe coincidir con su destrucción. Desde el principio hasta el final, Hitler se propone el mismo objetivo: eliminar a los judíos de la faz de la tierra, empezando por Alemania. Para él toda raza debe poder expresarse de acuerdo con su naturaleza y, en particular, los alemanes, el pueblo en el que se manifiesta la raza superior, tienen derecho a un “espacio vital” que deben conquistar a expensas de los esclavos. Los judíos, por el contrario, deben ser eliminados, porque, más que una raza inferior, constituyen una anti-raza (Gegenrasse) cuya finalidad es destruir el orden natural de las razas para llegar a una mezcla general, a una unificación imposible y catastrófica del género humano (Poggio, 2006: 54-55). El nazismo proclamó que atacar a los judíos era una forma necesaria de autodefensa preventiva, porque se decía que cada uno de ellos era un enemigo declarado de los alemanes y, por tanto, merecía ser tratado así; pero, además, estas ideas no nacían de una sociedad atrasada, sino una que estaba relativamente bien educada y organizada; intelectual, cultural y técnicamente avanzada, dotada de instituciones civiles de vanguardia (Hayes, 2016: 174, 179).

Una vez llegado al poder, Hitler dio el impulso más fuerte a la “racialización” de los judíos; hizo de todo por “construir” la raza judía, por encerrar a los judíos dentro de una dimensión étnica a fin de eliminarles más fácilmente. Uno de sus resultados fue el afianzamiento del vínculo de pertenencia, de la ideología nacional o comunitaria, también entre quienes eran ajenos al judaísmo u hostiles al sionismo. En suma, hubo en efecto una racialización de los judíos, aunque la construcción de una “raza” tal, pese al realzado propagandístico de sus características físicas y de sus taras genético-biológicas, se produjo únicamente en función de la pertenencia familiar a la religión judía (Poggio, 2006: 55-56).

De esta manera, el Holocausto confrontó a la conciencia occidental con las paradojas de su modernidad: razón y ciencia no constituían, necesariamente, las vías de liberación que la Ilustración había soñado ni podían evitar las vertientes más sombrías de la barbarie; la idea y el mito de la historia como progreso convivieron con la más perfecta planificación científica del asesinato masivo, de modo tal que las esperanzas más promisorias de la humanidad llegaron a límites de inhumanidad jamás contemplados hasta entonces (Bokser, 2001: 110).

Antisemitismo ideológico, neo-antisemitismo o nuevo antisemitismo: las formas contemporáneas del odio al judío

Las nuevas formas del odio al judío tampoco han sucumbido en la época contemporánea y responden, sobre todo, a las nuevas realidades europeas. La llegada de refugiados, la creación del Estado de Israel, la radicalización de la izquierda en relación con su discurso frente al conflicto palestino-israelí, la reconfiguración política de las derechas europeas y la emergencia del Islam radical son factores clave que hemos de tener en cuenta a la hora de reformular su existencia desde mediados del siglo xx hasta el siglo xxi y que marcan, al día de hoy, su continuidad, jugando un papel fundamental en lo que se ha denominado antisemitismo ideológico, nuevo antisemitismo o neo-antisemitismo.

La llegada de refugiados procedentes del Magreb, sobre todo marroquíes, tunecinos y argelinos, con anterioridad y posterioridad a las descolonizaciones del siglo xx, a diferentes países europeos, como Francia y Gran Bretaña, es un punto que se ha de tener en cuenta para comprender este neo-antisemitismo. Tras ellos, un conjunto de cerca de 250 mil judíos llegó a Francia, siendo el destino al que emigró el número mayor de ellos. Desde 1960, el tamaño de la judería francesa al parecer no mostró cambios significativos (Della Pergola, 1993: 36), hasta hace relativamente pocos años, cuando la emigración a Israel supuso una variable en ella. Otros enclaves importantes dentro de la emigración de estos judíos del norte de África y su inserción en Europa fue Alemania, y su barrio Scheunenviertel en Berlin -cuyos judíos habían sido expulsados y en 1941 llevados a campos de concentración en el Este (Sass, 2017: 205) e Inglaterra y, en concreto, Londres, con los barrios de Stamford Hill y Golders Green, cuyos habitantes procedían de otro, Whitechapel, que los nazis anteriormente ya habían bombardeado (Laguerre, 2008: 3). En Manchester, donde había una población judía considerable, ésta desaparece en 1950 y, a comienzos del siglo xxi, un tercio de aquélla ya vivía en los distritos norte de Whitefield y Prestwich (Endelman, 2002: 230). No obstante, el gran cambio se produjo desde 1948 hasta finales del siglo xx cuando, entre 40 mil y 50 mil judíos emigraron a Israel (Endelman, 2002: 235).

Como referimos en párrafos anteriores, la creación del Estado de Israel es otro de los factores que ha contribuido a este neo-antisemitismo y posee, además, un componente eminentemente ideológico. Pierre A. Taguieff prefiere referirse a él con el nombre de nueva judeofobia (2002a; 2002b; 2015). Este autor quiso establecer una clara distinción, teórica y conceptual, entre lo que se llamó antisemitismo en el siglo xix y la nueva variante de hostilidad a los judíos, desarrollada con posterioridad a la creación del Estado de Israel. Pero, además, ha querido protegerse de dos de las objeciones que suelen hacerse al uso del término antisemitismo para referirse a lo que estaría ocurriendo en el presente: la de que también los árabes son semitas -lo que supuestamente impediría hablar de un antisemitismo árabe- y la de que este término nació estrechamente ligado a la cuestión de la diferencia entre las “razas” semita y aria, en tanto que ahora, en contraste con lo que ocurrió en la Europa del siglo xix, no se trataría de una cuestión racial, sino política e ideológica, es decir, antisionista (Wahnón, 2005: 79; Wistrich, 1990; Herf, 2007; Torrens i Llambrich, 2016; Berenbaum, 2008).

Este componente político e ideológico antisionista está estrechamente relacionado con las políticas israelíes y a la consideración de éstas en torno al conflicto palestino-israelí sobre las que cae el peso de la deslegitimación y su caracterizador como amenaza de la paz mundial. Judit Bokser, a este respecto, arguye que:

[…] en las últimas décadas, sin embargo, se ha desarrollado un nuevo modelo y nuevas dinámicas de las manifestaciones antisemitas, cuyos referentes están asociados a la existencia del Estado de Israel así como al difícil conflicto en el Medio Oriente. Sus orígenes pueden ser rastreados al periodo posterior a la Guerra de los Seis Días, se intensifican en el marco de la bipolaridad y su expresión en la región y encuentran su cabal manifestación en la ecuación sionismo-racismo en el seno de las Naciones Unidas, en noviembre de 1975. Esta resolución tuvo un impacto severo sobre la deslegitimación de la existencia judía contemporánea. Hablar de deslegitimación del sionismo significa aludir a dimensiones y mecanismos ideológicos y simbólicos que condujeron a que los fundamentos y fines del sionismo fuesen vistos como incompatibles con el sistema de creencias y valores de la comunidad internacional y, simultáneamente, el Estado de Israel fuese cuestionado como entidad política con derecho a la existencia. Este proceso, a su vez, rebasó ambas dimensiones y se proyectó de un modo difícil y complejo sobre la vida de las comunidades judías de la diáspora. En su radicalización, el anti-sionismo, a la vez que generó nuevos enunciados, estableció una compleja dialéctica de recuperación de viejos referentes antisemitas, ya que proveyó un sustrato profundo en cuyo seno se conjuntaron núcleos duros de prejuicio y motivaciones y funciones variantes. Ciertamente, las relaciones entre anti-sionismo y antisemitismo son multifacéticas y refuerzan la tesis de los modelos cambiantes de este último. El nuevo modo como se construye la violencia simbólica, ámbito destacado de discriminación e incitación al odio se entreteje con las difíciles coordenadas de lo nacional y lo extranjero, el Otro y sus diferencias (Bokser, 2001: 126; sobre los cambios y recurrencias en México y Latinoamérica, Bokser y Siman, 2016).

Así, este neo-antisemitismo o neo-judeofobia se encuentran ligados a la acusación de colonialismo sionista, junto con la denuncia de las supuestas tendencias genocidas de Israel con respecto a la población árabe de los territorios ocupados. Tales consignas pronto se convirtieron en ingredientes clave de la propaganda del antisemitismo mundial. No sólo fueron adoptados por otros países de la cortina de hierro y por voceros de los distintos países árabes y pro-árabes, sino también por una variedad de grupos izquierdistas en los países occidentales, incluyendo a miembros judíos de la intelectualidad radical (Baron, 1976-1977; Balboa y Herzog, 2016). Taguieff considera que el despertar de las convicciones antijudías en la izquierda no es un fenómeno nuevo, sino que tiene un carácter periódico desde el último tercio del siglo xix que puede ser interpretado como un perpetuo retorno a los orígenes (Taguieff, 2002a: 72; Wahnón, 2005: 85) y a éste hemos de unir la oposición de los grupos de derecha europeos. A este respecto, en los últimos años estamos viendo cómo ganan terreno en las elecciones celebradas en países como Holanda, Francia, Grecia, Croacia, Austria, Hungría, Suecia, Italia, Alemania, Finlandia o Dinamarca; la mayoría de ellos posee una ideología que se apoya en su rechazo a los inmigrantes, la xenofobia, sobre todo a raíz de las políticas de acogimiento de refugiados procedentes de Oriente producto de los diferentes conflictos, pero también en el antisemitismo. Teniendo en cuenta que, cada vez más, sus simpatizantes crecen y que los partidos que los representan ganan votantes, esto rebelaría que gran parte de la población de estos países se mueve en esta línea de pensamiento.

Si hablamos de la emergencia del islam radical, Sultana Wahnón afirma que para ellos:

[…] con sus hábitos y formas de vida plenamente occidentales, tanto los israelíes en Palestina como los judíos en el mundo serían culpables, al igual que Occidente en su conjunto, de contaminar la pureza del mundo islámico, haciendo imposible la empresa de restaurar la unidad de los creyentes y de extender la verdad islámica por todo el orbe (Wahnón, 2005: 82).

Por tanto, no exculparía a los palestinos del conflicto palestino-israelí, sino que, para ellos, la amenaza es global porque todos son enemigos del islam si no acompañan a su doctrina.

Como puede verse, este neo-antisemitismo ideológico está asociado a las nuevas realidades que experimentan los diferentes países, sus posiciones con respecto a las políticas de Israel, pero también como respuesta a las nuevas situaciones variantes.

La situación actual: el neo-antisemitismo en distintos medios

En los últimos años y, más aun, en la era tecnológica en la que nos encontramos, no es infrecuente que los medios de diversa índole se hagan eco de las noticias relacionadas con actos antisemitas. De ahí que la tarea de buscar referencias e informes concernientes a ellos no sea difícil y en un sondeo rápido podamos acceder a un catálogo de múltiples acontecimientos. Para facilitar la lectura y el modo en que los datos son expuestos, en estas páginas haremos una distinción fundamental entre todos ellos. Por un lado, informes globales por diferentes organizaciones y entidades que ofrecen datos duros sobre estos actos. Por otro, repercusión en redes sociales. Acompañaré ambos con noticias en prensa nacional e internacional, pues creo que es fundamental plasmar su aparición en éstas. Esta distinción responde puramente a criterios en la naturaleza de los actos antisemitas. Los primeros están basados, en su mayor parte, en ataques físicos contra judíos o sus instituciones, en tanto que los segundos se encuentran en un contexto tecnológico en el que el anonimato favorece las distintas expresiones y, por ende, las manifestaciones de éste y otros tipos.

Si nos atenemos a las cifras en relación con el punto anterior, es necesario comprobar las que lanza uno de los organismos que, anualmente, se esfuerza por recoger las dinámicas del antisemitismo a través de un informe global: el Kantor Center for the Study of Contemporary Jewry de la Universidad de Tel-Aviv. Haciendo un barrido sistemático entre los informes que recoge, desde el año 2009 hasta la actualidad, encontramos los siguientes datos generales: en 2012 sube el nivel en la escalada de actos violentos y vandalismo contra judíos, sus lugares y su propiedad privada, aumentando 30% con respecto al año 2011 (686 frente a 523). Es importante destacar que, en este año, ya se incluyen referencias a Internet en su página 4, lo que añade otro foco de estudio del que nos ocuparemos más adelante. Este incremento entre 2011 y 2012 se explica mediante el alarmante incremento de estos actos en Francia (177 casos en 2011, contra 315 en 2012), sobre todo, tras el ataque a la escuela judía Otsar ha-Torah, en Toulousse. Además, el impacto de la creciente actividad y fuerza política en muchos países europeos derivados de la crisis económica, la preocupación por el desempleo, la desconfianza en la clase política, que dieron lugar a una creciente propaganda anti-sionista y anti-israelí. Éstas últimas, por otra parte, están estrechamente relacionadas con la Operación Pilar Defensivo, en el que Fuerzas de Defensa Israelíes en la Franja de Gaza acabaron con un dirigente de Hamás, en noviembre de 2012. Como apunta el informe, pese a que ésta no se mantuvo mucho tiempo, pues apenas duró una semana -del 14 al 21 de noviembre-, sí tuvo cierta repercusión en relación con el antisemitismo, por las respuestas a este conflicto palestino-israelí.

Ya en 2013 el panorama cambia porque las manifestaciones antisemitas no son esporádicas, sino diarias, en una atmósfera antijudía en la que el antisemitismo se mueve en una cifra de 554 actos registrados -con arma, sin ella, incendios, vandalismo o amenazas- cayendo 19% con respecto al año anterior. Sin embargo, entra en juego un nuevo crecimiento, esta vez, en Internet. Es decir, el antisemitismo dejaría a un lado, aunque sin eliminarla, la naturaleza de los actos en confrontación para trasladarse, en mayor número, a la esfera de lo digital, señalándose un crecimiento. Pero lo verdaderamente importante del informe de este año es la acuñación del término net-antisemitism per se, que podría traducirse por “antisemitismo neto per se”, que me parece particularmente relevante apuntar. Esto es, el antisionismo en Occidente no explica el nivel de antisemitismo de las cifras de este año ni tampoco el auge de los partidos de derecha y tampoco hubo acontecimientos reseñables en el conflicto palestino-israelí, pero el sentimiento que tienen los judíos acerca de la situación es que está empeorando. Por tanto y aunque, efectivamente, no haya ningún factor que explique los porcentajes, considero que este net-antisemitism per se se explica por una resaca de los sucesos anteriores, a una memoria en la que todavía se sienten los ecos de los factores de 2012 y que, finalmente, explicarían las cifras de 2013. Efectivamente, aunque nada nuevo pase, permanecen en la memoria colectiva los rescoldos de las postulaciones anteriores.

El 2014 se caracterizó, según las cifras emitidas por este mismo centro de investigación, por un incremento de 38% en comparación con aquellas de 2013 (766 frente a 554). El mayor número de casos fue en Francia (164 frente a 141), pero ciertamente fue mayor en casi todos los países excepto en aquellos del este de Europa, en los que muestra un ligero descenso. Las razones vuelven a ser las operaciones militares en Palestina, las promesas de seguridad de los países europeos tras la llamada de Benjamin Netanyahu a los judíos para que emigraran a Israel y, además, arguye un retorno del antisemitismo clásico, basado en estereotipos, que coexiste con el antisionismo y lo anti-israelí, no sustituyéndolos sino conviviendo. Al contrario que en este año, en 2015 se observa una fuerte bajada de casi 46% (410 actos en 2015 frente a 766 en 2014). Hemos de recordar que en ese momento oleadas de inmigrantes de Oriente Medio huyen a Europa, lo que supone un efecto del incremento de los partidos de derecha. También debemos tener en cuenta que, como cuestión general y debido a los ataques terroristas que algunos países de Europa han sufrido, la seguridad nacional se ha visto reforzada, originando una sensación de protección mayor. De esta manera, en 2016, los actos antisemitas cayeron 12% y apuntamos la cifra de Francia, con un descenso de 61%, por ser uno de los países donde el incremento durante la última década había sido notable.

En relación con los informes, no únicamente los gobiernos de los diferentes países muestran interés por analizar las cifras, sino que los medios igualmente se hacen eco de los actos antisemitas. La cadena cnn el 14 de marzo de 2008 ya publicaba un artículo titulado Report: Anti-Semitism on the rise globally, en el que señalaba que el Departamento de Estado de Estados Unidos reportaba el crecimiento del antisemitismo, en su Contemporary Global Anti-Semitism (United States Department of State, 2017), apuntando que aquél no era solo un hecho en la historia, sino que era historia actual. En él se describían actos antisemitas físicos, tales como ataques, daños a la propiedad o profanación de cementerios. En sucesivos años, esta cadena siguió informando acerca del antisemitismo, con varias entradas (Ellis, 2017; Oren, 2016; Michael B. Oren, 2016; Criss y Hassan, 2017).

A fin de ofrecer muestras concretas de cómo este neo-antisemitismo se está gestionando y las repercusiones en los diferentes países europeos, he escogido varios casos, como los de Reino Unido, Francia, Alemania y España. Los dos primeros han sido elegidos porque, sobre todo Francia, han sido los lugares clave donde más han crecido durante los últimos años estas manifestaciones y, aunque hayan disminuido por momentos, parecen mantener una línea constante. Alemania lo ha sido ya que, si bien históricamente se le supone un antisemitismo heredado, con mayor fuerza, desde el siglo xix y xx, quería mostrar si este hecho efectivamente se mantenía o si había un cambio. En el caso de España, un país que no ha destacado en las últimas décadas en este aspecto, era interesante ver la situación a raíz de las nuevas realidades europeas cambiantes.

El informe más reciente es el de Reino Unido (House of Commons, House Affairs Committee, 2017), el cual, pese a que a la fecha ya no forma parte de Europa por el conocido proceso del Brexit, cuando el informe estaba en vías de preparación, aún lo era, y se recogen los datos de 2016-2017. Aunque en su capítulo tercero es donde aparecen las cifras específicas del estudio en los que se muestran las estadísticas y comparativos con años anteriores y con otros países -como Francia, Alemania o Rusia-, lo cierto es que su capítulo 2, titulado “Defining antisemitism”, resulta clave para entender todo el informe. En él se exponen los diferentes enunciados del término, incluso lo que el líder del Partido Laborista, Jeremy Corbin, entendía por antisemitismo y que generó noticias en diferentes medios, por ejemplo, en la cadena bbc en octubre de 2016, con la entrada “Jeremy Corbyn’s response to anti-Semitism in Labour criticised by MPs”. Entre las que recoge, observamos la de Macpherson (1999), la del International Holocaust Remembrance Alliace (International Holocaust Remembrance Alliance, 2016, IHRA, adoptada el 26 de mayo de 2016) y, junto con ella, la del European Monitoring Centre on Racism and Xenophobia (House of Commons, House Affairs Committee, 2017: 9-15). Reino Unido estudia cada una de ellas, pero, finalmente, adopta la del IHRA que es la que se expone a continuación y de la que se hizo eco el periódico The Guardian en febrero (Feldman, 2016):

Antisemitism is a certain perception of Jews, which may be expressed as hatred toward Jews. Rhetorical and physical manifestations of antisemitism are directed toward Jewish or non-Jewish individuals and/or their property, toward Jewish community institutions and religious facilities (House of Commons, 2017: 9).

Sin embargo, decide incluir dos argumentaciones para garantizar la libertad de expresión en el contexto del discurso sobre Israel y Palestina, sin permitir que el antisemitismo se infiltre en ningún debate:

We broadly accept the IHRA definition, but propose two additional clarifications to ensure that freedom of speech is maintained in the context of discourse about Israel and Palestine, without allowing antisemitism to permeate any debate. The definition should include the following statements: It is not antisemitic to criticise the Government of Israel, without additional evidence to suggest antisemitic intent. It is not antisemitic to hold the Israeli Government to the same standards as other liberal democracies, or to take a particular interest in the Israeli Government’s policies or actions, without additional evidence to suggest antisemitic intent. We recommend that the IHRA definition, with our additional caveats, should be formally adopted by the UK Government, law enforcement agencies and all political parties, to assist them in determining whether or not an incident or discourse can be regarded as antisemitic (Feldman, 2016: 12).

Como conclusión del análisis, el Reino Unido confirma efectivamente los alarmantes sucesos “claramente antisemitas” -a tenor de la definición antes convenida-, con un incremento entre los años 2014 y 2015 -no hemos de olvidar que este informe atañe a los años 2016-2017-, lo que hace que el país se mueva en dirección del antisemitismo, a diferencia de otros países del oeste de Europa:

Although the UK remains one of the least antisemitic countries in Europe, it is alarming that recent surveys show that as many as one in 20 adults in the uk could be characterised as “clearly antisemitic”. The stark increase in potentially antisemitic views between 2014 and 2015 is a trend that will concern many. There is a real risk that the uk is moving in the wrong direction on antisemitism, in contrast to many other countries in Western Europe. The fact that it seems to have entered political discourse is a particular concern. This should be a real wake up call for those who value the uk’s proud, multi-cultural democracy. The Government, police and prosecuting authorities must monitor this situation carefully and pursue a robust, zero tolerance approach to this problem (Feldman, 2016: 21).

Un dato que resulta especialmente destacable del informe es que apunte, en su página 21, que en Londres los incidentes antisemitas declarados hubieran crecido particularmente, de 227 a 379. Si atendemos a los medios, vemos que The New York Times, el 22 de abril de 2016, meses antes de que se hicieran públicos los datos, exponía el siguiente titular: “London becomes a leading destination for French Jews after attacks” (Freytas-Tamura 2016). Esta noticia responde a los diferentes actos antisemitas que ya se daban en Francia y, particularmente, al ocurrido en el supermercado de comida kosher, en enero de 2015, en el que murieron varias personas, pero, más aún, en los primeros meses de 2017 se observa un incremento del antisemitismo en Reino Unido, que ya venía del año anterior, cuando en la primera mitad del 2016 se vio un incremento de 11% en sus primeros meses, si lo comparamos con la anualidad anterior. Titulares como “Report of antisemitic incidents increase to record levels in UK” (Sherwood, 2017) en The Guardian; “Jews flee fear: One in three British Jews thinking about leaving uk as antisemitism soras leaving one in six ‘feeling unwelcome’” (Wooding, 2017) en The Sun, o “Labour faces new antisemitism row after speaker at conference fringe calls for freedom of speech to cover Holocaust denial” (Smith, 2017) en Mirror, señalan que los factores principales de este incremento serían el papel que está jugando el Partido Laborista, pero también la xenofobia a raíz del Brexit.

Las crónicas ofrecidas por los medios en Francia no han dejado de ser desalentadoras y, si hacemos un barrido de las mismas, podemos seguir el continuo devenir de esta comunidad desde el año 2012, en el mes de marzo de ese año se produjo un tiroteo en una escuela judía en Toulouse (Albertini, 2015). Éste fue un factor que marcó las cifras en los años posteriores consecutivamente, pues la cifra subió de 114 actos antisemitas en 2011 a 200 en 2012, y bajó ligeramente a 116 en 2013. En 2014 este número subió hasta 164, siendo el país que más incremento mostró en toda Europa hasta el año 2015, cuando la cifra baja hasta 61% en 2016, con un pico en los meses de mayo y julio en los que se detectaron 30 actos antisemitas. A partir de esos primeros años, la prensa de otros países no ha cesado de verter noticias en torno al miedo de los judíos franceses y a su huida de Francia. El 22 de mayo de 2014 el periódico El Confidencial publicaba el titular “Los judíos huyen de Francia. Diáspora de judíos franceses hacia Israel por la crisis, el auge del Frente Nacional, la radicalización de los musulmanes y la hostilidad de la izquierda antisemita” (Rivas, 2014); el The New Yorker se refería a la sombra del antisemitismo en este país (Remnick, 2015), mientras que otros medios destacaban el miedo de Israel a más ataques contra centros judíos en Europa (Emergui, 2015), haciendo referencia a los ataques yihadistas. A partir de 2015 y 2016, las noticias que encontramos reportan la salida masiva de judíos de Francia que marchan a otras ciudades, como Londres, como vimos anteriormente, o a Israel, alentados, entre otros sucesos, por hechos como la profanación de 300 tumbas en un cementerio judío de Alsacia, en febrero de 2015 (Hernández, 2015; Altares, 2015; Lieberman, 2016; Poch, 2015). La última noticia se produce en la ciudad de Luther, donde hay una disputa por un bajo relieve antisemita que siembra la discordia (MacDougall, 2017).

En Alemania, por el contrario, parece que las estadísticas en torno a ataques o delitos antisemitas no únicamente no crecen sino que son inferiores actualmente con respecto a años anteriores, pese a que sean percibidos como una de las mayores amenazas para los miembros de la comunidad judía en este país. En el informe Antisemitism WorldWide 2016. General Analysis Draft, del European Jewish Congress del Kantor Center (2016), se cita textualmente lo siguiente:

The official statistics published by the German government, which show a certain decline, antisemitism is still perceived as a major threat by many members of the Jewish communities in Germany. Germany has at least 250,000 Jews living within its borders, but there are estimates that the number could be closer to 500,000. In 2016 the Pew Research Center found that in Germany perception of Jews changed in a positive direction. In 1991, 53 % of Germans had favorable views of Jews. In spring 2016, that number increased to 88% (Kantor Center, 2016: 29).

Según se expone, los incidentes registrados -entendiendo por éstos, delitos o ataques antisemitas- pasaron de 740 en el año 2015 a 644 en 2016, aunque hay un incremento del antisemitismo abierto por el crecimiento de la extrema derecha y movimientos populistas como Pegida (Kantor Center, 2016: 30). Pese a que la cifra haya bajado, no podemos pasar por alto lo que señalan los medios al respecto, ya que la mayoría de ellos proponen titulares en los que el miedo y amenaza que sienten los judíos alemanes son los protagonistas (Chase, 2017; Weissbarth, 2017). De hecho, en este último se apunta que el Department for Research and Information on Anti-Semitism (RIAS) señala un incremento de incidentes antisemitas en Berlín que habrían crecido 16% en comparación a los del año anterior. También llama la atención, por ejemplo, que en un artículo del Jerusalem Post titulado “German data suggests decline in Antisemitism in 2016, contrary to report” y publicado el 1 de febrero de 2017, se apuntara que, efectivamente, el antisemitismo en Alemania parecía haber caído en el año 2016, contrariamente a lo que reportaba la Diaspora Affairs Ministry en su informe que vio la luz una semana antes y que tuvo que rectificar por haber concretado mal las cifras (Zieve, 2017).

En cuanto a España, se pusieron en marcha este tipo de informes en el año 2012, promovidos por el Ministerio del Interior, siendo el último disponible el correspondiente a 2015, con el título Informe sobre incidentes relacionados con los delitos de odio en España. De esta manera, define los “delitos de odio” como todas aquellas infracciones penales y administrativas cometidas contra las personas o la propiedad por cuestiones de “raza”, etnia, religión o práctica religiosa, edad, discapacidad, orientación o identidad sexual, por razones de género, situación de pobreza y exclusión social o cualquier otro factor similar, como las diferencias ideológicas (Ministerio del Interior de España, 2015: 3). El discurso del odio o hate speech, uno de sus apartados, es definido por el Comité de Ministros del Consejo de Europa como “toda forma de expresión que difunda, incite, promueva o justifique el odio racial, la xenofobia, el antisemitismo u otras formas de odio basadas en la intolerancia” (5), entendiendo por antisemitismo cualquier acto de odio, violencia, discriminación, fobia y rechazo, practicados contra los judíos o nacionales del Estado de Israel (62). Si nos atenemos a las cifras que recoge, en 2014 en España se produjeron 24 hechos antisemitas, número que en 2015 fue menor (9), aunque únicamente la mitad de ellos (5) fueron completamente esclarecidos. De esos cinco, cuatro se correspondían con delitos de discurso del odio que comentamos previamente. En 2016 parece que la cifra es algo menor que en la anualidad anterior, con siete actos antisemitas registrados, pero en 2017 y a falta de un informe que está por llegar, observamos un repunte en esta actividad en los meses de junio-agosto, según apuntan las noticias recogidas por el Observatorio de Antisemitismo de España, en forma de pintadas en lugares como Madrid, Zaragoza, Murcia, Barcelona, Asturias e, incluso, una detenida por animar a matar judíos.

Pese a que los informes y noticias antes presentados hacen referencia a que los ataques antisemitas registrados en los países citados, normalmente en forma de incidentes verbales, vandalismo o ataques físicos contra judíos, sus instituciones, instalaciones o negocios, encontramos otro frente abierto en el mundo de las redes sociales que, por sus características particulares, hace que el anonimato y la proliferación de mensajes de todo tipo crezca sin apenas ningún control, siendo éste un elemento clave en el neo-antisemitismo que, como vemos, adopta nuevas formas que van en consonancia con los tiempos. Sobre este hecho ya se pronunció el Kantor Center en su informe de 2013, en el que recogía que estos ataques en Internet subían en comparación con aquéllos del año anterior. En el último de ellos, el de 2016, sostiene que ciertamente se observa que los ataques físicos bajan, pero, por el contrario, el odio on-line sube. Así, un post antisemita es subido a las redes sociales cada 83 segundos, según apunta el World Jewish Congress el 24 de marzo de 2017, con un total de 382 mil durante 2016. Las plataformas Facebook y Twitter serían aquellas donde hay mayor incidencia, siendo la segunda la que obtiene mayor visualización y proyección, dado el anonimato que pueden mantener sus usuarios. Esto se apuntó en el Quartz Media (Kozlovoska, 2017). en un artículo en el que se indicaba que los posts antisemitas de Twitter eran más numerosos que los subidos en Facebook, Instagram y YouTube juntos.

Una noticia preocupante en relación con esto es que vemos que se están reproduciendo viejos modelos en nuevos moldes. Con esto me refiero a la identificación de miembros de la comunidad judía mediante marcas que los distingan frente a los demás. En Mic.com, una página web sobre blogs, foros en línea y Twitter, a mediados de 2016 saltó el siguiente titular “Los ecos de Twitter, el código secreto antisemita de los neonazis, ya tienen buscador propio” (Santos, 2016). Parece ser que la noticia no sorprendía, ya que su origen se remontaba a un podcast en 2014, llamado The Daily Shoah, que pretendía burlarse de nombres judíos añadiéndoles un efecto sonoro de eco. Su repercusión en Twitter fue la inclusión de tres paréntesis antes y después del nombre para su rápida identificación. Para combatirlo, se creó el Echo Location, una herramienta similar al Coincidence Detector, que sirvió para que Google retirara una extensión de Chrome por antisemita, ya que más de 2 500 usuarios alimentaban una base de datos con 8 800 nombres. El caso de Facebook es similar, pues se han ideado nuevas herramientas para detectar tópicos antisemitas en perfiles (Ingram, 2017). Éstos, como si estuviéramos tratando de un círculo al igual que en el caso de los ecos, no únicamente manejan informaciones antisionistas, sino que, en su mayoría, hablan de los judíos como aquellos que manejan la economía mundial, que tienen el poder, a lo que se une la acusación colonialista anti-israelí.

Si bien es cierto que se están activando instrumentos para atajar estos comentarios y manifestaciones en las redes sociales, hemos de tener en cuenta que una gran responsabilidad recae en lo que denominamos el cibercivismo o civismo digital, esto es, que no solamente la responsabilidad depende de la persona que origina el post, sino que los demás usuarios de la red, al tener noticia, han de informar y denunciar estos discursos de odio para que no se extiendan. Este punto es uno de los más importantes, porque todo mensaje que se difunde en una red social tiene un alcance real mucho mayor del que podamos imaginar. Por tanto, si encuentra una adhesión por parte de otros, se distribuye sin control.

Conclusiones

Podríamos definir el concepto general de antisemitismo como un fenómeno, como una manifestación que se hace presente a la consciencia de un sujeto y aparece como objeto de su percepción. Sin embargo, su dificultad misma estriba en las mutaciones que ha experimentado a lo largo de su recorrido histórico. Éste se moldea, se transforma, adopta nuevos significados e implicaciones que se adaptan a las circunstancias cambiantes de los tiempos en los que pervive. De esta manera, ha conseguido sobrevivir hasta nuestros días, pues, si bien pudiéramos pensar que es un fenómeno aislado o circunscrito a pensamientos de siglos anteriores, lo cierto es que se encuentra también en el siglo xxi. De hecho, nunca ha dejado de estar presente. En el caso de Europa, el que nos ha ocupado en estas páginas, se ha acogido o, mejor dicho, se ha ayudado de las nuevas realidades europeas que han sido factores atenuantes en su existencia. Como en un efecto en cadena, la llegada y recepción de inmigrantes ha dado lugar a la emergencia de políticas de partidos de la derecha, muchos radicales, no siendo éste un hecho nuevo, sino que viene acuciado también por los periodos de crisis en distintos países europeos en la segunda década del siglo xxi. Más importante todavía en su dimensión política y en la consideración de antisionismo, son las acusaciones de organismos internacionales que se le hacen al Estado de Israel de “amenaza para la paz mundial”. Todo ello, junto con una propaganda anti-israelí, refuerzan la identidad del antisemitismo. De hecho, el mismo título del artículo presentado “La cuestión de Europa y el (re)surgimiento del antisemitismo o nuevo antisemitismo. Antecedentes y situación actual”, considero que ya llama a una problemática actual dentro de Europa, pues, si bien en algunos de sus países, sobre todo los del Este, las cifras han mostrado picos que han reforzado su presencia entre los años 2012 y 2014, el gran foco siempre ha estado en tres potencias en las que parece resurgir, emerger con más fuerzas en los últimos años, a saber, Francia, Reino Unido y Alemania. Las razones para ello son, en primer lugar, su misma historia, pues han sido puntos clave de la emigración de las comunidades judías desde mediados del siglo xx. Por otro lado, que los partidos de derechas hayan ganado adeptos. A esto debemos añadir los ataques terroristas sufridos desde 2012, que han provocado una situación de miedo con emigraciones a Israel alentadas por los mismos dirigentes israelíes bajo la negativa de los homólogos europeos. Pero, además, la sensación de inseguridad que experimentan los judíos ha sido constatada por las cifras emitidas por los informes de los diferentes gobiernos.

Si hemos de reconsiderar el título de estas páginas “La cuestión de Europa y el (re)surgimiento del antisemitismo o nuevo antisemitismo. Antecedentes y situación actual” con miras a responder a la pregunta: ¿ha habido verdaderamente un (re)surgimiento del antisemitismo en Europa?, la respuesta que doy es afirmativa. Debemos pensar, sobre todo, que nos movemos en dos esferas. La primera son los informes sobre actos antisemitas en los que se observan números cambiantes, pero constantes, no desaparecen; sin embargo, la esfera en verdad más importante en la que se desarrolla es en las redes sociales. Como hemos puntualizado en líneas anteriores, este fenómeno se transforma, se adapta, y las nuevas tecnologías han servido como un catalizador de las mismas, movido, sobre todo, por el anonimato del que se valen. Además, se escudan en la comodidad pues, pese a que han disminuido los actos antisemitas de manera personal, cuerpo a cuerpo, a través de amenazas o vandalismo, lo cierto es que en las redes sociales han incrementado. En mi opinión, estas herramientas e instrumentos sociales que buscarían crear lazos entre los internautas, se usan también para identificar temas en común de odio que juegan a favor de la dispersión de mensajes de esta naturaleza, pero en contra de los distintos gobiernos que son conocedores de ello.

Las nuevas líneas de investigación deben ser orientadas de acuerdo con esta perspectiva de trabajo: barridos sistemáticos de las redes sociales para conocer la naturaleza de los mensajes de contenido antisemita, los países de los que emergen, su número, influencia y extensión, pero también el perfil de los usuarios para poder llevar a cabo un estudio sociológico acerca de sus nuevos portavoces y seguidores. En el terreno legislativo y pese a que parece que ya empiezan a despuntar regulaciones al respecto, se debería llevar a cabo una investigación exhaustiva sobre cómo atajar estos mensajes, si deben tener las mismas repercusiones legales que los demás delitos de odio, como insultos, amenazas, vandalismo a instituciones o propiedad privada, o deberían ser condenados bajo otros criterios. Sería muy interesante, además, poder construir una caracterización de este neo-antisemitismo en las redes, la naturaleza de sus mensajes; si, como vimos, recogen viejas ideas en nuevos moldes o éstos van cambiando más allá del anti-sionismo al que nos referimos antes. Por último, si los medios se hacen eco de las noticias en torno a este antisemitismo del siglo xxi, comprobar el modo en que éstos repercuten en los actos antisemitas, si el número de informaciones es directamente proporcional al número de actos o si, por el contrario, se observa un descenso en ellos cada vez que una noticia los recoge y es leída.

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21A | ELECCIONES EN EL PAÍS VASCO. Por qué EH Bildu ganó la campaña electoral pero perdió en la ‘foto finish’ del 21A

Por qué EH Bildu ganó la campaña electoral pero perdió en la ‘foto finish’ del 21A

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21A | ELECCIONES EN EL PAÍS VASCO

La movilización de los votantes jetzales a final de campaña puede deberse a la agresión a Pradales, la negativa de Otxandiano a definir a ETA como terrorismo y el último debate electoral

Que el PNV finalmente haya sacado una cabeza a Bildu en la meta no es una sorpresa, porque acostumbra a acabar bien las campañas electorales y ésta no ha sido una excepción
Exclusivo para socias y socios

Imagen: La cabeza de lista del PNV por Gipuzkoa, Bakartxo Tejeria; el candidato del PNV a lehendakari, Imanol Pradales; el presidente del PNV, Andoni Ortuzar y el cabeza lista del PNV por Álava, Joseba Díez Antxustegi, posan tras finalizar la jornada electoral de elecciones autonómicas del País Vasco. H.Bilbao / Europa Press
Rafael Ruiz y Francisco Sande (Logoslab)

22 de abril de 2024 18:33h
Actualizado el 22/04/2024 18:43h

Las elecciones vascas han deparado un resultado previsible que da una legislatura más al actual ejecutivo de PNV-PSE, que era lo esperado por todos cuando se convocaron las elecciones y un balón de oxígeno para la estabilidad del gobierno de España. El PNV ha sabido aguantar tras verle las orejas al lobo y el PSE vuelve a ser decisivo, tras mejorar el resultado de hace cuatro años gracias al estirón final que ha dado en la última semana. EH Bildu se queda a las puertas, pero ya nadie duda de que la hegemonía nacionalista está en disputa.

Los vascos se han decidido finalmente por la continuidad, reeditando un gobierno que presentaba unos buenos números. En el estudio preelectoral del CIS publicado el 1 de abril (4.998 entrevistas) el 75% de los ciudadanos, tres de cada cuatro, valoraban la situación económica de su autonomía como buena o muy buena. Mientras que en el conjunto de España los que valoran positivamente la situación económica del país son sólo el 32%. Y casi la mitad de vascos (un 48%) consideraba al PNV el partido más capacitado para dirigir el País Vasco. Un indicador en el que Bildu se quedaba muy por debajo, con menos de la mitad de menciones (un 22%).

La letra pequeña de estos comicios la ponen los 7 diputados del PP, intrascendentes para la formación de mayorías, el sufrido escaño de Sumar, que supone un pequeño respiro para Yolanda Díaz ante la posibilidad cierta de que se quedara sin representación por la división de las izquierdas –a punto ha estado– y la entrada de nuevo de Vox por Álava, que se rearma de cara a las elecciones catalanas. Lo cierto es que el resultado político (escaños) de estas elecciones vascas es una simplificación muy distorsionada del comportamiento electoral, puesto que la ley electoral vasca representa territorios más que personas. Es decir, una asignación provincial de escaños proporcional a la población habría dejado el casillero de Vox y de Sumar a cero y al PP en una posición no irrelevante, pero casi.

EH Bildu gana solo en la campaña
Aunque hace unos meses pocos pronosticaban una posible victoria de EH Bildu, la formación abertzale ha estado muy cerca de dar la campanada y solo una última semana de máxima movilización peneuvista ha evitado el sorpaso.

EH Bildu concurría a las elecciones con el viento de cola de la fractura del espacio que en 2020 representó Elkarrekin-Podemos-EU, y a un mes de elecciones estaba a solo 2 escaños de un PNV, que resistía en números parecidos a los de 2020, con la mayoría de los vascos dando por hecho su victoria. A 30 días de pasar por urnas el 61% le situaban como el partido ganador, más del doble que a EH Bildu (27%).

Sin embargo, una precampaña y campaña electoral sorpresiva, alejada del tradicional foco de conflicto identitario y centrada en las cosas del comer, con una estética renovada, que ha exprimido a fondo la palanca de la brecha generacional, situó a los de Pello Otxandiano en disposición de pelear la victoria al PNV a menos de una semana de elecciones.

En ese momento EH Bildu doblegaba al PNV en 6 indicadores clave: lealtad electoral, hegemonía en el espacio nacionalista, volumen de votos conquistados a otros partidos, tirón del candidato, capacidad de convocatoria en el público desconectado de la política e interés generado en la audiencia. ¿Qué pasó en los últimos 7 días para que el PNV aguantara la primera posición? Vamos a verlo, paso a paso, tomando como referencia tres momentos: la precampaña, el ecuador de la campaña y las urnas.

1.- La movilización. A falta de una semana para votar EH Bildu mantenía una fidelidad electoral del 88% con apenas indecisos. Muy por encima de la del PNV, que no lograba pasar del 62% y mantenía un volumen importante –uno de cada cinco de sus votantes– instalados en la indecisión. En términos de marketing empresarial EH Bildu demostraba ser una marca con clientes satisfechos. Casi todo el que le votó hace cuatro años manifestaba que volvería a hacerlo, mientras en el PNV había más interrogantes y deserciones a la abstención y/o el voto de castigo. Que los peneuvistas hayan acabado cosechando un 35,2% de los votos apunta a un incremento importante de su fidelidad en la recta final de campaña, en la que han concurrido diversos factores: agresión a Imanol Pradales, negativa de Otxandiano al definir a ETA como banda terrorista y el último debate electoral, entre otros. 

2.- El pulso por el voto indeciso nacionalista. En el ecuador de la campaña hasta 45.000 votantes de EH Bildu y PNV manifestaban su intención de saltar de un partido a otro, con un saldo muy favorable a los abertzales (37.000 vs 8.000), que podría haberse moderado en los últimos días.

3.- El voto conquistado de terceras formaciones. EH Bildu ha logrado hasta 30.000 sufragios de Podemos y 5.000 del PSE, sin que apenas se le haya ido voto a estos partidos. El PNV ha estado lejos de compensarlo con 7.000 del PSE y 8.000 del PP.

4.- Pello Otxandiano ha sido el candidato con más tirón. Partía con esa consideración y a mitad de campaña era el mejor valorado entre sus propios votantes, que le ponían una nota del 7,8, con Imanol Pradales en segunda posición con un 7,2 entre los suyos. La victoria final en votos del PNV tiene que ver con el hecho de que las marcas hayan pesado más que los propios candidatos. Sirva de ejemplo un dato, un 72% de los vascos daba mayor importancia a la marca que al candidato mientras en Galicia ese porcentaje apenas llegaba al 50%.

5.- El aumento de la participación, que ha superado el 62% en urna, saca de la desmovilización a más votantes de PNV y PSE. A una semana de votar, EH Bildu lograba 26.000 votos de entre abstencionistas de 2020, por 24.000 del PNV, pero los desmovilizados del PNV y PSOE (18% y 20%) triplicaban a los de Bildu (6%), por lo que su activación en la recta final ha podido impulsar sus expectativas electorales.

Hay que tener en cuenta que el principal partido en estas elecciones vascas ha sido la abstención al quedarse en casa un 37,5% de electores con derecho a voto, con lo que más allá de los intentos por pescar en caladeros ideológicos distintos la principal bolsa de votantes estaba en un perfil más desincentivado políticamente y que se mueve por sensaciones y emociones. En el caso del Partido Socialista el protagonismo de los últimos días –en parte a cuenta de su condena por la no definición de ETA como banda terrorista por parte del candidato de Bildu– ha podido empujarle a superar las expectativas. Casi todas las encuestas pronosticaban hace una semana –antes de la polémica– 10 escaños para los socialistas, que finalmente han sacado 12.

6.- El pragmatismo de Bildu. El alza de EH Bildu viene de largo y tiene que ver con su giro a posiciones más pragmáticas y con acento social. Su escalada en las encuestas ha coincidido con la crisis de Podemos/Sumar, los acuerdos con el PSOE en Madrid y el monopolio en el País Vasco de la agenda social, aparcando las reivindicaciones más extremas de su programa político en clave identitaria. Al inicio de campaña el 81% de electores de EH Bildu decía estar interesado en las propuestas que estaba presentando su partido, por sólo un 54% de los del PNV con las del suyo.

Mientras la campaña ha transcurrido por derroteros menos centrados en lo identitario y más pegados a la calle a Bildu le ha ido bien. La irrupción de ETA como tema de discusión en los últimos días ha desplazado el marco de debate, ha incomodado a Bildu porque cualquier posición podía pasarle factura y ha coincidido con la movilización del electorado de PNV y PSE. Tampoco puede afirmarse con certezas que está haya sido la razón de última hora de la victoria de los jeltzales. Que el PNV finalmente haya sacado una cabeza a Bildu en la meta no es una sorpresa, porque acostumbra a acabar bien las campañas electorales y ésta no ha sido una excepción.

El PNV resiste ante EH Bildu y podrá conservar el Gobierno gracias a la subida del PSE
El PNV resiste ante EH Bildu y podrá conservar el Gobierno gracias a la subida del PSE

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Rafael Ruiz es consultor y analista de datos en asuntos públicos en Logoslab.

Francisco Sande es responsable de investigación social en Logoslab.

EH Bildu consigue unos resultados históricos para la izquierda soberanista y abre un nuevo ciclo en Euskadi

La candidatura liderada por Pello Otxandiano acapara el voto de las izquierdas estatales y logra alrededor de 90.000 votos más que en las autonómicas de 2020. El empate a escaños con el PNV dibuja una situación inédita en Euskadi.


  El líder de EH Bildu también ha aludido a Elkarrekin Podemos, que no ha logrado representación. «Asumimos la responsabilidad de representar a esa gente que ha quedado fuera del Parlamento», apuntó.
…/…

http://www.publico.es/politica/eh-bildu-resultados-historicos-izquierda-soberanista-abre-nuevo-ciclo-euskadi.html?utm_source=whatsapp&utm_medium=social&utm_campaign=web

EN MI OPINIÓN:

[22/4 9:15] Mikel-Tar: Elecciones en Euskadi:

El PNV gana las elecciones en votos y empata en 27 escaños con EH BILDU.
El Gobierno será de coalición PNV – PSE (PSOE).
PODEMOS desaparece. SUMAR logra un escaño irrelevante.
A EH BILDU aún le falta un hervor para alcanzar hegemonía más allá de sus fieles.

Mañana más. Abierto a opiniones fundadas.

Euskadi consolida un ecosistema político de fuerte especificidad y de amplia mayoría de progreso cuyo partido mayoritario aún continúa siendo de una derecha social con alta sensibilidad de progreso: interesantes paradojas vascas.

[22/4 9:15] Mikel-Tar: ☝️@Santiago Lopez me pregunta: ¿Derecha social?

Respondo: Un útil oximoron para referirse al «socialcristianismo» fundador de la Comunidad Europea, participe de guerrillas antifascistas, conservador y defensor de derechos y libertades democraticas… hoy apenas quedan ejemplares fuera del PNV (y dentro!).

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